Octavio y su nieto Cesar habían llegado temprano a la ilustre villa de Pastrana, en la Alcarria baja de la provincia de Guadalajara. Madrugaron en un día soleado de principios de otoño, después de haber recorrido la distancia de 46 kilòmetros desde la capital.
Habían salido de un
confinamiento impuesto por las autoridades con motivo de la pandemia vivida
desde los primeros días del pasado mes de marzo, y ahora estaban como niños
deseando franquear una puerta hacia la vida y la aventura, para disfrutar al
aire libre de cuanto brinda la naturaleza y desquitarse de la libertad de
muchos días que les habían privado.
Realizan este viaje a Pastrana, que dejaron pendiente cuando visitaron la villa de Almonacid de Zorita en el pasado mes de junio.
Y ahora lo hacían por la insistencia de Cesar en conocer el lugar donde había vivido y fallecido a la edad de 52 años en 1592 la singular Princesa de Éboli. Duquesa de Pastrana, de nombre Ana de Mendoza y de la Cerda, conocida vulgarmente por la “ilustre tuerta” más famosa de la historia hispana, pero en particular de Guadalajara. Nació en la villa de Cifuentes, en pleno corazón de la Alcarria en el año 1540. Heredera de varios títulos nobiliarios y descendiente de la ilustre familia de los Mendoza, de mucho arraigo en Guadalajara y su provincia.
Se encontraban en la famosa plaza de La Hora, lugar donde se ubica el palacio que fue propiedad de la citada Princesa.
-Cesar, ahí tienes el palacio que deseabas conocer, e imagina a la Princesa prisionera en su propia casa, recluida sin poder salir, tan solo una hora al día en aquel balcón grande enrejado que destaca sobre la fachada. Triste final de una azarosa vida
-Así es abuelo, que
conozco bien su historia, gracias a los estudios en mi carrera de Turismo. Es
apasionante, y siempre he tenido curiosidad de conocer a fondo su vida y
andanzas en años del reinado en España de Felipe II, porque tuvo una vida algo rocambolesca, polémica y
tremendamente escandalosa en aquella época del siglo XVI.
-La verdad es que nunca tuvo buena prensa, pues parece que fue víctima de los tejemanejes de sus padres y de su marido. Su caída en desgracia discurre paralela a la de su cómplice y posiblemente amante, Antonio Pérez, con quién tramó y confabuló, perjudicando al rey Felipe II y a su hermanastro Juan de Austria.
-Abuelo, conocido era su fuerte carácter que le llevó a enfrentarse con Santa Teresa de Jesús, no obstante haber sido su protectora, y haber ayudado en la fundación de un convento para monjas, habilitando varias casas donde se ubicaron las religiosas de la Orden que dirigía la Santa. Hechos acaecidos después del fallecimiento del esposo de la Princesa, Rui Gómez de Silva, cuando ella contaba con 33 años de edad.
-Bien sea leyenda o
historia cierta, parece ser que tuvo momentos dislocados y quedó muy alterada por la pérdida de su esposo, hecho por el que
solicitó profesar en el referido Convento Carmelita de San José acompañada de
sus damas y doncellas, imponiendo su propio horario de visitas, actitudes que
revolucionaron a las demás monjas.
-Provocó un tremendo
revuelo en el convento, por las exigencias de trato que exigía la Princesa,
contrarias a la austera y alejada dignidad y privilegios de la fundación
teresiana, que la futura santa abulense se vio obligada trasladar a sus monjas
a otra fundación en la ciudad de Segovia.
-Bien es cierto Cesar, que
aquel fragoso episodio de la vida de la Princesa, entre otros, contribuyó a que
se la considerara caprichosa, soberbia y un tanto alocada.
Nuestros personajes
decidieron pasar al interior del palacio, actualmente propiedad de la
Universidad de Alcalá de Henares, que costeó las obras de restauración y
acondicionamiento para celebrar eventos culturales, y poder ser visitado por el
público en general. Fue declarado Monumento Nacional en 1941, dentro del
conjunto histórico artístico que fue declarada la villa de Pastrana en el año
1966.
El proyecto de
construcción por Ana de la Cerda y Castro, abuela de la Princesa, data de 1541,
realizado por el arquitecto Alonso de Covarrubias.
En su interior observaron con admiración extraordinarios artesonados diseñados por el referido arquitecto, y otras estancias dignas de ser visitadas, especialmente las que ocupó la Princesa durante su cautiverio.
Después encaminaron sus
pasos hacia la plaza del Deán, donde está situado el Convento de San Francisco,
a extramuros de la villa, magnífico
edificio monasterial fundado a mediados del siglo XV para la Orden Franciscana.
Actualmente sus dependencias albergan un restaurante y otros servicios
sociales.
-Abuelo, creo que está
cercano de aquí el Barrio del Albaicín, donde está ubicado un sólido y
distinguido edificio en el que habitó
Leandro Fernández de Moratín, autor de famosas obras literarias, entre
ellas “El sí de las niñas, El viejo y la niña o La derrota de los pedantes”
entre otras muchas obras de su extensa creación.
-En ese edificio que ahora
estamos viendo, y que heredó de su abuela materna oriunda de Pastrana, el autor
literario se retiró en diversas ocasiones buscando el sosiego y la paz deseada,
conforme su carácter introvertido y solitario, inspirándose en escribir algunas
de sus brillantes obras. Creo que actualmente está ocupado por una congregación
religiosa.
-Cesar, ahora bajaremos
por intrincadas y estrechas calles, todas ellas que destilan un encanto
especial, y embelesan al visitante por el hechizo de los medievales escenarios
por los que pasearon personajes ilustres: la Princesa de Éboli, Santa Teresa de
Jesús, San Juan de la Cruz, el pastranero Juan Bautista Maíno, discípulo de El
Greco y maestro de pintura del rey Felipe IV, y los poetas del Siglo de Oro,
Manuel de león Marchante y Diego de Silva y Mendoza.
Al final llegaron al
Convento de San José, construido por mediación y siendo mecenas la Princesa y
su esposo, para la fundación de la Orden religiosa de Santa Teresa de Jesús en 1569,
cerrándose en 1574 con motivo de los desencuentros ya comentados de la Santa
con la Princesa. Dos años después llegaron otro grupo de religiosas
concepcionistas franciscanas
-Abuelo, la verdad es que el Convento de Carmelitas Descalzas, que ya hemos comentado, en sus principios constaba de una reunión de casas, fue creado para mujeres. Posteriormente en el siglo XVII se edificó una hermosa pero sencilla iglesia de una sola nave y con un campanario de espadaña.
-Pues allá vamos, sin prisa, y además nos deleitaremos con las bellas vistas del paisaje.
-Te comento abuelo, la
idea de construir un Convento para hombres viene de parte de los referidos
duques de Pastrana, que además de patrocinar el convento para monjas, también
decidieron para frailes, en este caso en un lugar donde existían unas cuevas
habitadas por ermitaños, que rodeaban una ermita existente bajo la advocación de San
Pedro, siendo el primer núcleo religioso habitado del lugar, en cuyo interior
había un retablo de la Virgen del Carmen.
-Con el paso del tiempo
han mejorado las humildes instalaciones que tuvo en sus principios con una casa
de madera y un templo alrededor de la referida ermita.
-Parece ser que está
considerado como la cuna de los
carmelitas descalzos, y San Juan de la Cruz ejerció allí como maestro de
novicios durante sus primeros años de vocación religiosa. En la actualidad el conjunto, aunque conserva
su parte religiosa dirigida por los franciscanos, tiene establecida la llamada
Hospedería Real de Pastranas, con salones para acontecimientos sociales,
restaurante, cafetería y alojamiento.
Caminaban lentamente por
aquellos hermosos lugares hacia la vega del río Arles para ver el gran
monumento que actualmente goza lo que fue la iniciación de los carmelitas
descalzos, quedando pocos restos del convento de los tiempos de aquellas dos
extraordinarias damas tan distintas de carácter y de fuerte temperamento.
-Abuelo, creo que lo que
cuenta la historia de la Princesa de Éboli se mezcla la realidad con la fantasía de sus
historiadores, que hay algo de leyenda negra en su contra, pues se trataba de
una dama adelantada de su tiempo, inteligente y ambiciosa, que por estar cerca de los círculos de poder
llegó a enredarse con el mundo de la política, que tanto entonces como lo es
ahora, solo acechan peligros que pueden
destruir hasta los que son poderosos, como le ocurrió a la Princesa.
-Parece ser que al rey
Felipe II siempre le atrajo Ana de Mendoza e incluso que rondaba el
enamoramiento de la dama, la cual gozaba de gran belleza y elegancia. También hubo relación sentimental de la
Princesa con el secretario del Rey, Antonio Pérez, tras enviudar ella. Existen
referencias de una gran complicidad y apasionamiento entre el rey y la Princesa
que también estuvo enamorada de él, e incluso
soñó con ser su esposa y reina de España, cuando el rey había enviudado de su
segunda esposa María de Tudor, reina de Inglaterra.
-En este orden de tramas
sentimentales, los acontecimientos se
desarrollan de forma trágica: El rey manda a Pérez matar por razón de Estado a
Juan de Escobedo, secretario de Don Juan de Austria, hermano bastardo de Felipe
II. Todo se fragua porque Escobedo conoce y amenaza con hacer pública las
relaciones del Rey con la Princesa.
-Para la Princesa supuso,
tristemente, el final de sus aventuras sentimentales y las intrigas que había
tenido en sus contactos palaciegos, por lo que en sus trece últimos años de
vida el Rey la somete a presidio, primero en la Torre de Pinto, después en Santorcaz, y finalmente en su
propio palacio de Pastrana, acompañada por su hija menor Ana de Silva, que la atendió
hasta el final de su vida. Fue privada de la tutela del resto de sus hijos y de
la administración de sus bienes.
-Otras versiones cuentan,
que la situación final de la Princesa fue debido al amor frustrado entre la
Princesa y el Rey, y en particular por los celos del rey de los amores que
tenía la Princesa con el secretario Pérez, que no a otras razones de las que se
le acusó, como complicidad en el asesinato de Escobedo, y por la mala
administración de sus estados.
-Vamos Cesar, como se
suele decir, que la Princesa se comió el marrón del asesinato, por eso de los
entresijos de la política de estado de aquellos tiempos.
-Cesar, lo que nadie puede
discutir que fue una persona singular, atrayente, coqueta y apasionante, seductora y atractiva, pese a estar tuerta
desde niña, cuando perdió un ojo, jugando a espadachines con un paje, y que
gozó de una personalidad de carácter
orgulloso, dominante e impulsivo fuera de lo común.
-Contrajo matrimonio con
el príncipe de Éboli, Ruy Gómez de Silva, aristócrata portugués, consejero, leal confidente y privado del rey Felipe II, 24 años mayor
que ella, por lo que ejerció, quizás de esposo y padre, dándole estabilidad al
tiempo que ella respondía con diez hijos. Pero otra cosa sería cuando falleció
el marido, que destapó su verdadero carácter, amiga de fiestas y devaneos e
intrigante palatina.
Nuestros personajes
pasaron al interior de aquel monumento en la cima del cerro de San Pedro,
situado en un privilegiado entorno,
donde los restos de su esplendoroso pasado se encuentran materializados en
incomparables obras de arte. Estuvo ocupado por los frailes Carmelitas hasta la
desamortización de Mendizábal en 1836. Más tarde, en 1855, fue ocupado por la Orden Franciscana, que
todavía lo regenta.
Artísticamente merecen
destacarse el magnífico retablo mayor de la iglesia, numerosas e importantes
obras pictóricas de relevantes maestros y esculturas de arte sacro,
especialmente de venerados cristos. Además el convento alberga un museo con una
colección de siete grandes oleos que narran la llegada de Santa Teresa a
Pastrana y la fundación de los dos conventos, además de un museo de Historia
Natural.
-Abuelo, después de
cuantas cosas bellas hemos podido ver, convendría pasar a la cafetería para
tomar un aperitivo, y no tardando mucho volver a Pastrana para el almuerzo,
pues tenemos cerca de media hora hasta llegar al restaurante donde tenemos la
reserva. Y la tarde la dedicaremos para visitar el monumento principal,
especialmente para mí, que es la famosa Colegiata donde están enterrados los
Duques de Pastrana: La Princesa de Éboli y su esposo Ruy Gómez de Silva, y posteriormente otros familiares.
Aunque cansados por el
paseo de regreso, al ser cuesta arriba
hasta llegar al centro de la villa, estaban felices por las vivencias de cuanto habían conocido, en
especial Cesar por tratarse de su primera visita a Pastrana.
Después del almuerzo descansaron unos minutos en el mirador de la Plaza de la Hora, y sentados en un banco de piedra, apreciaban un bello y relajante paisaje, que se extendía hacia el sur por donde habían estado en la mañana, con la perspectiva que se abre hacia el amplio horizonte suroeste con las montañas que circundan la villa de Pastrana. Estuvieron un rato comentando la buena comida que les habían preparado, incluido el postre favorito de nuestros personajes: los famosos bizcochos borrachos de la tierra.
-Y ahora Cesar, como final de fiesta de este encantador viaje por la Alcarria Baja, enfilaremos nuestros pasos por la calle Mayor, pasando por un antiguo arco hasta llegar a la citada Iglesia Colegiata, que extiende hacia el cielo la belleza de su monumental construcción.
-Verdaderamente se aprecia una joya arquitectónica, quizás la más relevante de Pastrana, según mis referencias. Originariamente fue levantada en estilo románico alrededor del siglo XIII como iglesia parroquial de la Villa Calatrava, pero ha sido reconstruida y ampliada en siglos posteriores, especialmente en el XVI por los primeros Duques de Pastrana, época de mucho esplendor que la villa vivió una gran pujanza económica y cultural en la que se realizaron las grandes obras que ahora podemos admirar.
-En su interior podemos
ver un magnífico museo, destacando la famosa colección de tapices góticos de
Alfonso V de Portugal. Capilla del Santísimo, reliquias, Baptisterio, Coro con
notable Órgano, y numeroso altares y capillas con retablos barrocos y
excelentes cuadros de ilustres virtuosos e infinidad de otras riquezas
artísticas.
-Más tarde los Duques
completaron su obra elevando la iglesia parroquial a Colegiata, dotándola de un
cabildo de 48 canónigos, que superaban en número a todas las catedrales de
España, excepto a la Catedral Primada de Toledo. Lo que viene a demostrar el
gran poder de los Duques de Pastrana en aquella época y la fuerte influencia
sobre el Rey.
-Fernando de Silva y
Mendoza, el séptimo hijo de los diez que tuvieron los Duques. Obispo de la ciudad mitrada de Sigüenza, cambió su nombre por el de su legendario
tatarabuelo Cardenal Pedro González de Mendoza, actuando en Pastrana como
genuino mecenas y protector. Posteriormente,
a principios del siglo XVII, continuó con el proceso de reformas y
engrandecimiento de la Iglesia Colegiata, construyendo el admirable monumento
funerario para sus padres que ahora podemos contemplar.
Ante él dedicaron nuestros personajes varios minutos en silencio, y el veterano Octavio comento a su nieto:
-Cesar, aquí observarás
que finalizan todas las vanidades humanas, y que la soberbia por levantar
torres de Babel e intentar llegar hasta las estrellas, su vanagloria queda en
ruinas frente a sus estúpidas e ilusas divinidades, con afán de conseguir
poder, honores, gloria y de paso el
dinero si oportunidad tienen de conseguirlo. Todo se desvanece sin más ante lo
irreversible, ignorando lo irrelevante de sus afanes. Y así podemos verlo en
los tiempos actuales, que algunos se creen con el don de la inmortalidad,
cuando son simples actores con caducidad, como las hojas de los árboles que desaparecen con el viento.
Después decidieron dar por
terminada su estancia en aquella bonita villa de Pastrana, que atesora
relevante historia por los cuatro costados.
Era un atardecer tranquilo
de un otoño alcarreño. Un cielo rojo en el horizonte envolvía a un sol
declinante y una brisa fresca que empezaba a recordar a nuestros personajes que
tenían que regresar al cobijo de su dulce hogar, y reponerse del cansancio por el ajetreado día que habían tenido. Pero estaban
felices de haber disfrutado de otro viaje más por tierras de su querida
Guadalajara; y por el camino de regreso ya empezaban a soñar con el próximo
destino, habidos de sentir emociones y con la esperanza de seguir abriendo
puertas a sus vidas en libertad y con la aventura como vocación.
Octubre de 2020
Eugenio
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