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Algo sobre mí

Algo sobre mí

Empleado de banca jubilado, amante de la música y la literatura, la naturaleza y las humanidades. Nacido en Guadalajara y conocedor ferviente de la provincia. Actualmente con residencia en Madrid, después de un largo peregrinar por diversas ciudades en razón a mi profesión; que ahora con ilusión trato de vivir esta nueva aventura, pues siempre he creído que la providencia nos ha dado el sueño y la esperanza como compensación a los cuidados de la vida.

29 noviembre 2015

PASEANDO POR GUADALAJARA



Abuelo y nieto habían terminado el desayuno, y pensaban pasar una entretenida mañana en el complejo de deportes situado en el límite de los jardines de la Fuente de la Niña. Corría un noviembre bondadoso, pero sentían el viento fresco del pico Ocejón, que se veía a lo lejos  con las primeras nevadas. Se ofrecía el otoño con toda su paleta de ocres coloreando los diversos y bellos jardines de la ciudad.

-Vamos abuelo, que al final se nos va hacer tarde llegar a la hora del encuentro de baloncesto. El entrenador nos advirtió que fuésemos puntuales- dijo Cesar recogiendo la bolsa que contenía sus atuendos deportivos. Y añadió: -Pues tenemos, como sabes, largo camino hasta las pistas de atletismo y tienes un lento caminar, empeñándote en no coger el coche con el que llegaríamos  en unos minutos. Siempre con la obsesión de hacer ejercicio, andando a todas partes, según dices, por las recomendaciones de tu médico-

Octavio con cierto mal humor contestó a Cesar: -Ya verás cuando tengas mis años como piensas de otra manera, pues la vejez nos llega a todos y no la puedes esquivar, y nos hereda ciertos inconvenientes. Además a nuestra edad es necesario andar cuanto se pueda, ya que las fuerzas no responden para hacer otro deporte a estas alturas de la vida-

Poco después, sin más comentarios, se pusieron en marcha, pues como en ocasiones anteriores gustaba a los dos ser compañeros en la bonita afición del baloncesto, deporte que ambos adoraban. Uno como buen jugador en un equipo juvenil, compitiendo con otros equipos de la provincia de Guadalajara. El otro como observador y buen aficionado, que no se perdía ningún encuentro en los que participaba su nieto, además de los que retrasmitían por la televisión.

El abuelo tenía como principio filosófico alentar a su nieto en las  diversas virtudes de la vida humana, y por ello le gustaba realizar con él largos paseos, para hablar sobre temas que pudieran interesar en el futuro al joven deportista; motivo por lo que trataba siempre evitar coger el automóvil y alargar su compañía como ahora lo iban hacer, desconociendo Cesar las intenciones primarias de su abuelo.
                                           
Octavio era una persona vital, pese a su destacada edad.  La buena salud le favorecía para seguir alimentando la ilusión de celebrar cada día  que pasamos en el mundo,  la curiosidad por el presente y por el devenir de las cosas mundanas, que es casi todo lo que hace falta para no retirarnos del lado soleado de la vida. Tampoco renunciaba a los valores de la infancia y juventud, lo que le acercaba mucho hacia su nieto, sintiendo cercana la fuerza de la juventud y la satisfacción de ayudarle con la prudencia que destilaba por la experiencia obtenida en su larga vida.

Emprendieron su camino y al poco tiempo estaban pasando por la cercana iglesia del convento de San Francisco, del siglo XIV, englobada en un conjunto de edificios militares y viviendas, denominado históricamente “fuerte de San Francisco”. Durante años fue taller y centro electrotécnico de ingenieros del ejército, muchos años después  de que fuera convento para frailes franciscanos.

El origen del convento es muy remoto, cuando la reina doña Berenguela, levantó edificio para los Templarios.  Al disolverse esta Orden en 1330, las hijas de Sancho IV donaron el lugar a los frailes franciscanos. Y durante muchos años prosperó gracias al patronazgo de la ilustre familia de los Mendoza, muy arraigados a la ciudad, que fue enterrada en el panteón bajo el ábside de estilo gótico de la iglesia.

Durante la guerra de la Independencia, a principios del siglo XIX, fue totalmente saqueado y destrozado por los franceses; y en el año 1835 durante la Ley de Desamortización de Mendizábal lo dejaron vacío, quedando a disposición del Ministerio de la Guerra. La iglesia del convento y el panteón de la familia Mendoza fueron reconstruidos gracias al empeño del Ayuntamiento de la ciudad, que los ha recuperado para el disfrute de la ciudad y del turismo en general, conservando un tesoro de gran valor arquitectónico.

Unos cientos de metros más adelante se adentraron en el parque de la Concordia, situado al sur de la ciudad. Fue abierto al público en 1854 y con el paso del tiempo ha recibido sucesivas mejoras. Preside el centro del parque un kiosco edificado en 1915, en el que celebran eventos musicales. Es uno de los lugares favoritos de los alcarreños para su disfrute por el encanto de sus jardines  y de su artístico estanque con luminotecnia.

 
Siguieron su camino en dirección a la calle de San Roque,  en cuyo entorno está ubicada la piscina municipal, otros bellos jardines y la ermita que lleva el nombre del barrio.

Los jardines de este barrio, al final del recorrido de la breve calle, son de corte antiguo y lo demuestran los enormes y vetustos árboles que conocieron la larga historia del vecindario.

Según andaban y a su paso, delante de ellos iban tres personas que fogosamente discutían de términos que afectaban a  personas conocidas del barrio, y no precisamente de forma cariñosa. Con tan alta voz hablaban que les llamó la atención a nuestros dos personajes.

Octavio comentó a su nieto las malas prácticas que emplean algunas personas cuando conversan, y especialmente sobre las críticas referidas a otras. Por lo que le aconsejó que siempre fuera prudente, pero en particular sobre sus expresiones verbales. Que tenía que pensar bien lo que tuviera pensado decir, resaltando la certidumbre  de que la prudencia es hija de la experiencia, que se adquiere en el transcurso del tiempo.

Aprovechando esta circunstancia, empezó a contarle un hecho acaecido mucho tiempo atrás, tal como se lo contó un amigo, ilustre directivo de una entidad financiera.

Que dos inspectores fueron asignados para inspeccionar una sucursal en un lugar de la alcarria, cuyo nombre no recordaba en esos momentos, y que al no existir estación de ferrocarril tomaron un taxi para desplazarse hasta la población en cuestión.

Estando próximos a su destino, el que dirigía la operación se dirigió al compañero: -Pepe, de acuerdo con lo comentado a la salida, esperaremos unos minutos antes de la hora de cierre  al público, para acceder con toda normalidad e inmediatamente pasas por la mesa del cajero y le exiges  te entregue el libro de caja para realizar el arqueo del dinero situado en la ventanilla de servicio al público, al tiempo que yo entro en el despacho del director para que me haga entrega de las llaves de la caja fuerte y de otros temas que ya conoces-

-Así lo haremos -añadió su compañero- como es costumbre en estos casos, y esperemos que todo salga bien-

En pocos minutos estaban entrando en la calle principal de la población, y facilitando las señas al taxista de la dirección donde iban, le sugirieron que les dejara unos metros antes.

Grande fue la sorpresa de los dos inspectores al darse cuenta que, en lugar de estar cerca de la sucursal del banco, estaban frente al cuartel de la Guardia Civil, donde había parado el taxista. Este, saliendo rápidamente hacia el guardia que estaba en la puerta, le hizo determinadas manifestaciones, que provocaron la máxima expectación de aquella autoridad, pidiendo a dos de sus compañeros que le acompañaran.

Presurosos salieron una pareja de guardias para unirse al que hacía de vigilante de la entrada, dirigiéndose pistola en mano hacia los atribulados viajeros del taxi, a los que conminaron para que bajaran del vehículo inmediatamente y con los brazos en alto. Después les esposaron y les llevaron hacia dentro de las dependencias a presencia del comandante del puesto.

Aquellos inspectores no salían de su asombro y solo acertaban a decir: ¿Qué mal hemos hecho para que nos traten de esta forma?

Les increpó el comandante: -Eso es lo que yo quiero saber, que me expliquen lo que iban hacer en el banco, pues según nos ha explicado el taxista ustedes pretenden realizar un atraco-

Aquellos empleados, con mucho nerviosismo, trataron de explicarse: -Señor comandante, esto es un mal entendido; pues parece ser que el taxista nos ha tomado por ladrones, y somos unos inspectores del banco situado en la calle Mayor, al que venimos a realizar una inspección rutinaria-

Al taxista se le demudó el rostro, pero no obstante insistió contando todo lo que había oído durante el viaje.

El comandante, mirando con cierto recelo a todos los personajes allí presentes, dijo: -Lo comprobaremos llamando a la sucursal que  indican-

Así lo hizo. Y la contestación del director de la oficina bancaria fue tajante: -A esos señores ni les conocemos, ni aquí se les espera, pero llamaremos a Madrid, porque quien sabe, si estos señoritos de la central lo mismo nos querían sorprender con una inspección-

Así lo hicieron y el enredo quedó resuelto; pero con la indicación de que transmitieran a aquellos atribulados inspectores la orden de regresar inmediatamente a Madrid.

El comandante del cuartel se disculpó de los asustados personajes amablemente, quienes aún permanecían esposados, y con una mirada feroz se dirigió al taxista: -Y tú también te puedes marchar con viento fresco para que se te oreen las neuronas-

Sí, ¿pero quién me paga el viaje? –dijo el atribulado taxista-

A lo que contestaron los dos viajeros de forma airada: -Lo va a pagar la madre que te parió-

A Cesar le divirtió la anécdota contada por su abuelo, y comentó: -Creo que hubo múltiple imprudencia. Y me hubiera gustado estar presente para ver la cara de aquellos personajes-


 
¿Sabes Cesar? -Dijo su abuelo- A cada uno le juzgan por sus comportamientos, especialmente por la prudencia demostrada, que suele ser virtud muy apreciada y de mucha cordura.

Poco después estaban divisando el impresionante mausoleo o Panteón, icono de la ciudad de Guadalajara, bellísima estampa que se eleva majestuoso hacia el cielo, construido para dar trabajo a los más humildes de la ciudad y como lugar de enterramiento de la creadora del monumento. Forma parte de uno los mejores conjuntos arquitectónicos del  siglo XIX, destinado en principio a establecimiento benéfico. Todo ello situado en un amplio y bello entorno de jardines y paseos.

 
 
 
Tras la guerra civil española, los diversos edificios fueron destinados a la Academia Militar de Infantería, para la formación de oficiales del ejército. Trasladada a Toledo en 1948.

Finalmente, las instalaciones han sido aplicadas para colegio y convento de la Congregación de Religiosas Adoratrices, que imparten enseñanza a niñas, especialmente en régimen de internado.


En la parte inicial de la entrada está cercada por una artística reja de hierro forjado y el resto rodeado con cerca de noble estilo. Construidos bajo el mecenazgo y la filantropía de María Diega Desmaissiéres y Sevillano, condesa de la Vega del Pozo y Duquesa de Sevillano. Destaca en el referido Panteón, la magnífica cúpula de cerámica vidriada, así como la gran riqueza y profusión de materiales de mármol  y la perfección de sus bellos acabados en capiteles, frisos, etc.  Y en particular la cripta, con un imponente grupo escultórico, que representa el cortejo fúnebre de la duquesa.

También se debe admirar la iglesia dedicada a Santa María Micaela, tía de la condesa constructora, que fundó la citada congregación religiosa.

El Panteón lo enseñan las monjas que lo tienen a su cuidado. La iglesia está  abierta al culto parroquial.

Todo ello merece una detenida visita.



Al aproximarse a la  ermita del venerable San Roque, Octavio, parándose delante del edificio que marcó tiempos atrás el límite de la ciudad, comentó a su nieto: -Cesar te voy a contar un hecho acaecido en este lugar hace unos 50 años aproximadamente-

“Un joven padre y su madre sacaron a pasear a una niña hija y nieta de ambos personajes. Tenía pocos meses y la llevaban en un cochecito propio para bebés. La abuela que era muy devota del referido santo se acercó a orar junto con su hijo, al tiempo que dejaban el cochecito con la niña debajo del pequeño tejaroz previo a la entrada de la ermita. Al poco tiempo sintieron un fuerte golpe sobre el coche. No salían de su asombro cuando observaron que una recia viga de madera que reforzaba una de las dos columnas que sustentaban el tejaroz del atrio, se había desprendido cayendo sobre el coche donde estaba la niña. El horror que sintieron fue  de presagio terrible. La niña debía de estar aplastada.

Se acercaron con fuertes lamentos y quedaron asombrados cuando la niña empezó a llorar  libre de todo mal.

La evidencia para ellos es que el Santo le había salvado la vida.

Por supuesto, el cochecito quedó inservible.

Lo ocurrido fue conocido por el barrio y desde entonces los vecinos atribuyeron el hecho como un milagroso accidente.

Ello sirvió para que definitivamente llevaran a cabo la reforma de la ermita que sufría entonces cierto deterioro.

-Qué bonita historia, abuelo- dijo Cesar. -Imagino los momentos que debieron pasar aquellas personas-

Contestó Octavio: -Así fue, que los dos lo pasamos muy mal-

Cesar miró fijamente a su abuelo y con mucha sorpresa,  no queriendo ahondar más en el asunto, pensando en hacerlo en otro momento, y tratando de desviar la conversación le dijo:-abuelo cierto es que nuestra ciudad tiene cosas bellas que ver en futuras salidas. Y digo nuestra ciudad, porque  aun habiendo nacido tú en Extremadura, por los largos años que aquí llevas desde joven, por alcarreño te debemos considerar.

Contesto Octavio: -Razón llevas cuanto comentas, y bien dices que debemos programar salidas más frecuentes para ir conociendo en profundidad lo que esta antigua ciudad contiene de interés. Que no es poco.

Respondió Cesar: -Que es antigua ya te lo digo, y toda la  provincia tiene sitios encantadores, algunos de los cuales ya conocemos y otros que hay por conocer; pues esta ciudad está vestida de lujo por sus bellos monumentos que rezuman historia por todos sus costados-

Continuó su disertación Cesar: -Desde niño me enseñaste a querer a esta tierra mía donde nací y tuya de adopción; y así como dices con frecuencia, que tenemos que amar a la patria chica y aún más a la grande, no comprendo cómo hay gentes que les dé vergüenza manifestar el amor a España y a enarbolar su bandera; y algunos con intención perversa de separarse, ignorando los oscuros motivos, y esgrimen con mucha soberbia sus derechos históricos y su diferenciación sobre los demás-

Octavio contestó: -Cesar, a lo largo de la historia de la humanidad siempre ha habido individuos capaces de vender su alma al diablo, incordiando a los ciudadanos y tergiversando la verdadera historia de sus pueblos, creando situaciones límites con tal de medrar y conseguir honores y gloria-

-Y yo pregunto: ¿Por qué Guadalajara no podía pedir ese efecto diferenciador que otros proclaman, quizás con menos mérito histórico?  Nuestra ciudad en el año 2010 celebró el 550 aniversario desde que adquirió el título de ciudad, otorgado  en 1460 por el rey Enrique IV, pues era hasta entonces Villa de Guadalajara. Significando más aún, pues yo  he leído que en el año 1085, Alvar Fáñez de Minaya a las órdenes del rey Alfonso VI conquistó el reino de Toledo a los moros, y muy en particular nuestra ciudad, llevando en su escudo dicho personaje épico montado a caballo, en honor a su figura por la importancia que tuvo en la historia de Guadalajara-

-Guadalajara es una ciudad muy significativa en la historia de Castilla y de España. Ha tenido gran valor estratégico desde la más lejana antigüedad de los pueblos de la península ibérica, al estar situada en la confluencia de caminos de la España atlántica a la mediterránea. Y su fundación, como suele decirse, se pierde en la noche de los tiempos-

-Parece ser fueron los carpetanos los primeros pobladores, a orillas del río Henares con su primer asentamiento bajo el nombre de Arriaca. Posteriormente sufrió la ocupación romana, y quedó su población incorporada a la importante vía de comunicaciones del imperio romano entre Mérida y Zaragoza.-

-Después fueron los pueblos nórdicos los que la enmarcaron dentro de la Hispania visigoda, cuya capital estaba situada en los límites de la actual villa de Zorita de los Canes, en la parte suroeste de la provincia de Guadalajara. Donde existe el Parque Arqueológico de la ciudad visigoda de Recópolis-

-Y posteriormente en el siglo VIII sufrimos la invasión del dominio islámico, que dejó fuerte influencia en la capital hasta que fue liberada por el ya citado personaje Alvar Fáñez de Minaya. Han quedado algunos monumentos de ese largo tiempo de dominación: el puente sobre el río Henares, la construcción  de la actual Concatedral de Santa María,  la antigua mezquita, y restos de la muralla que bordeaba la ciudad, del alcázar y puertas de entrada.

Octavio quedó emocionado por los conocimientos de su nieto sobre  la ciudad, pues siempre había tenido predisposición por la historia en su amplio concepto, y por ese camino del conocimiento enfilaba su carrera universitaria.

Llegaron con tiempo suficiente al complejo deportivo de la Fuente de la Niña. Cesar se dirigió al lugar de la concentración y Octavio a las gradas para ver el encuentro.

Fue emocionante para nuestros personajes, pues el equipo de Cesar venció, no sin dificultades a los contrincantes.

Poco tiempo después estaban de regreso y ahora aceleraban el paso para no demorarse y llegar lo antes posible para el almuerzo.

Cesar insinuó que en la tarde tenía cita con sus amigos para ver a un conjunto musical que actuaban en una famosa discoteca de la ciudad. Su abuelo aprovechó la ocasión para comentarle: -Cesar, ya eres un mozo criado en las libertades de tu tiempo. Acostumbrado a buscar ocasiones de mucha diversión, pero no debes de olvidar los buenos principios que hacen olvidar las malas inclinaciones, ya que la mocedad trae consigo caer en ciertos vicios, y muchos pueden ser inducidos por quienes dicen ser tus amigos. Con facilidad se tropieza, y habrá muchas ocasiones que se ofrecen  en cada paso. Evita tener que preguntarte “¿Quién me ha metido en esto, cuando yo estaba feliz con una vida sencilla, caminando por el sendero del bien, querido por mi familia y sustentando mi honor ante la sociedad, con el propósito de terminar felizmente mis estudios?”

Contestó Cesar con cierta acritud: -Ya estás abuelo con tus sermones, pues no tienes que preocuparte que yo sé bien lo que hago y mis amigos son buenas personas, ya que no todos los jóvenes somos diablos-

Octavio insistió:-No te enfades conmigo, pues cuanto te recomiendo lo hago con mis mejores sentimientos hacia ti; y no ignoro que la juventud tiene la fuerza, pero tú no olvides que la senectud goza de la prudencia y de la experiencia-

Los temas quedaron zanjados y durante buen rato iban los dos pensativos y meditabundos hasta que llegaron a casa a tiempo del almuerzo.

Madrid, Noviembre de 2015                                  Eugenio

                          

                                                                      

08 septiembre 2015

BIENVENIDA,IRINA


A los matrimonios que esperan adoptar niños

                                               
Desde aquella magnífica atalaya, en lo alto de un montículo, nuestros dos personajes, a los que trataremos como El y Ella, atisbaban el amanecer de un nuevo día, observando la salida del sol que emergía entre las montañas que circundaban el hotel en el que estaban hospedados. Escogidos entre anónimos matrimonios que intentan encontrar serenidad y sosiego en la larga espera de los interminables y costosos procesos de adoptar niños en España y otros países. Bello y profundo sentimiento, decisión valiente y trascendental; después de que su naturaleza les negara la posibilidad de tenerlos normalmente y agotadas otras alternativas.

Después de pasados varios años, con infinidad de aportaciones documentales y demostraciones que garantizaran la adopción solicitada, y llevando implícito importantes gastos, ahora se les presentaba la posibilidad de ver realizados sus sueños con la entrega de una niña.

Iniciaron un largo viaje en dos etapas. En una primera les había llevado a recorrer unos cuatro mil kilómetros en avión desde Madrid a Moscú, y después hasta una ciudad en el sur de Siberia, llamada Chitá, cercana a la frontera de Mongolia, por donde transcurre el ferrocarril Transiberiano, distante seis mil kilómetros aproximadamente.

Su firmeza, fuerte anhelo y la esperanza en transmitir su cariño a la que en su momento llamarían su hija, les daba una fuerza relevante para sobrellevar los avatares derivados de la maravillosa aventura que tiempo atrás habían iniciado.

En aquella lejana ciudad cercana al lago Baikal, desde donde se divisaban los bellísimos montes Yablonovi, descansaban del largo viaje, nerviosos y expectantes ante la deseada espera de llevarles al encuentro de la  que sería su hija legal, en un centro de acogida en la ciudad de Chitá

Una vez iniciado el tramo final esperado para conocer a la pequeña que deseaban adoptar, fue disipándose la tensión que habían mantenido hasta esos momentos, aflorando dulces sonrisas y sublimes pensamientos que aceleraban sus corazones, y cuando a su presencia trajeron a la niña, sintieron en sus almas como un rayo de esperanza. Se apreciaba algo pálida y delgada. Pero impresionante viveza en sus ojos. Se acercó a ellos con una dulce sonrisa y los brazos extendidos, al final con paso acelerado corrió para besarles. Pensaron que obedecía a instrucciones de su cuidadora de la casa cuna, no obstante tuvieron la sensación de un nuevo amanecer en sus vidas. Fueron instantes mágicos llenos de mucha ternura.

En aquel primer encuentro para conocer a la que llamaban ya su hija, en tan solo unas horas durante dos días de estancia, habían vivido entrañables momentos de gran ilusión y desconocidas emociones. Interesados por su forma de vida y salud; visitando el centro de acogida, comiendo y jugando con ella. Estaban encantados y pronto habían sentido un gran amor por aquella linda y cariñosa niña.

El instinto maternal y paternal se había manifestado en ellos de forma sublime, pues entendían, además, la necesidad de mejorar la existencia y el futuro que la niña tenía en aquel centro de acogida.

Finalizadas aquellas emotivas reuniones, les esperaba una segunda fase hasta conocer la decisión definitiva de la adopción. El y Ella no desconocían la dura espera que a partir de entonces les deparaba el destino. Debían volver a casa y esperar unos meses, hasta que la agencia que les estaba tramitando el proceso de adopción les avisara para realizar los mismos pasos que hicieron al principio: viaje hasta Moscú y una larga espera en su aeropuerto hasta tomar otro vuelo con destino a la citada ciudad de Chitá, situada en los lejanos lugares expuestos anteriormente. Allí se debía determinar la entrega de la niña, previo juicio exhaustivo a los padres adoptivos, para comprobar la condiciones exigidas por las autoridades y obtener la deseada sentencia positiva para ultimar la entrega a sus padres adoptivos.

Al regreso Ella sintió correr furtivas lágrimas por sus mejillas, y ambos  gran tristeza al recordar los felices momentos vividos, por no poder regresar todavía con la niña. Sintiendo también cierta desilusión y tristeza ante la crispante espera hasta la definitiva resolución por parte de aquellos burócratas, sin sensibilidad para resolver los trámites con la debida prontitud, en atención, no solo a la distancia de donde procedían las familias, sino también los importantes gastos que ello suponía para personas escasamente adineradas; pues otros matrimonios en situación similar habían tenido que recurrir a créditos bancarios para afrontar la adopción.

También sentían inquietud e inevitables dudas hasta que finalizara el desarrollo de la aventura que iniciaron con mucha ilusión hacía varios años. Ella no pudo resistir, preguntándole a Él con voz entrecortada por la emoción: ¿Crees que llegaremos felizmente al final y nos entreguen a nuestra deseada niña? El sutilmente, como bien sabía hacerlo, deseando transmitir seguridad y tranquilidad, contestó: “Después de cuanto hemos pasado por conseguir nuestro sueño de tener un niño o niña en casa para expresar todo nuestro amor, no debemos dar lugar a desesperanza alguna”. No obstante, tomando la mano de Ella, se fundieron sus sentimientos en un cálido abrazo. Después El, intentando darle ánimos a Ella, dijo: “Tengamos confianza en que todo saldrá bien, y no perdamos la fe, la más constante y viva que nos dará seguridad y esperanza firme de lo que esperamos conseguir, y dentro de un par de meses, aproximadamente, final previsto de los trámites formales, después de tantos otros que hemos venido realizando, por la crispante demora en la resolución final, tendremos en nuestro hogar a Irina”.  Nombre por la que atendía la niña y que pensaban respetar en el futuro.

Aquel pequeño ser había encendido en sus corazones, en tan solo tres encuentros de unas horas, una fuerte llama de increíble cariño.

Nuevamente se hacían la pregunta, con mundano gesto de cierta indignación: ¿Cómo es posible que infinidad de parejas que desean adoptar niños, tengan que marchar a otros países para conseguirlo y esperar años de farragosos trámites burocráticos? Pensaban que las instituciones públicas de nuestro País no transmitían mensajes nítidos y convincentes a las futuras madres para que pudieran entregar el bebé no deseado, sin consecuencias legales ni formales y en cierta forma sociales y morales, evitando tantas situaciones trágicas que atentan contra el derecho a la vida del neonato o el ya nacido, por carecer de una adecuada formación e información; y facilitando la aportación económica necesaria, ya que para otros asuntos muchos dispendios se vienen produciendo, y habiendo tantos matrimonios dispuestos para la adopción.

Si esto fuera así, que a Él y a Ella les parecía una utopía, pensaban que muchas vidas se salvarían, y muchos niños tendrían la posibilidad de criarse en familias de comprobada honestidad, con el noble fin de recuperarlos como personas valiosas para la sociedad. No podían cambiar su corto y quizás triste pasado, pero sí su futuro, y allí estaban nuestros anónimos héroes, personajes como otros muchos en distintos lugares del País, para mejorar el destino de muchos niños y niñas, ofreciéndoles amplio espacio en los corazones de sus adoptantes.

Asimismo les parecía una burla a la conciencia humana, la actuación poco diligente para la adopción en determinados países, provocando mucha desesperanza por la demora en resolver asuntos tan trascendentes, y mucha incertidumbre ante la política ambigua y crispante en los trámites para la concesión de los niños.

A veces no podían evitar lamentarse de la mala suerte que habían tenido hasta los últimos momentos del proceso de adopción, sobre todo cuando veían madres con sus barrigas “hinchadas” o cuando llevaban los bebés en los cochecitos, especialmente Ella, aflorando su instinto maternal y sintiendo mucho candor al tiempo de cierta “pelusa”.

Ella era una mujer valiente y pertinaz, aunque en ocasiones sus sentimientos la rebasaran por tan larga espera; pero con la ayuda de su marido nunca dejó de sentir el arco iris de la esperanza y ver en el difuso horizonte la niña que tanto deseaba para darle el cariño que transmitía su alma. Estaban los dos convencidos que la vida merecía la pena vivirla a pesar de las adversidades, teniendo a su lado aquella niña, por quien sacrificarse hasta el final de sus días.

Nuestros personajes suscitan gran admiración al conocer su generosidad, animosidad de espíritu y valentía en su lucha por la acción emprendida para conseguir su noble fin. Su bella idea tenía cierto carácter épico, pues no hay acción más hermosa en el mundo que la que se hace por amor y cariño por el bien de un ser humano, y en razón de sus buenos sentimientos.

Escribió Séneca: “La virtud tiene querencia de los peligros y pone los ojos en el camino que lleva y no en lo que ha de sufrir, pues es parte de su gloria mucho de lo que ha de padecer”

Y este narrador añade: Que la Divina Providencia cuida de aquellos que quiere sean más valientes dándoles oportunidades de hacer algo noble y valeroso en medio de las dificultades.

La verdadera grandeza de nuestros personajes se apreciaba por su riqueza interior y humana, es decir, por su capacidad de amar, no obstante las duras pruebas a las que el destino les sometía, pasando por densos nubarrones en el transcurso del fin por el que habían apostado. Significando que si ellos y otras parejas adoptivas no hicieran tales sacrificios, muchos niños sufrirían un destino imprevisible.

Así como todo en la vida tiene su tiempo y premio; una hermosa mañana del otoño alcarreño, pues nuestros anónimos personajes residían en Guadalajara, recibieron, vía teléfono móvil, un mensaje de la agencia que les tramitaba los asuntos de la adopción, comunicándoles la buena nueva del inminente viaje que tenían que realizar, aportando documentación complementaria, una vez más, para asistir al proceso en el que un juez determinaría la adopción legal de la niña.

Sintieron como una armoniosa sinfonía de luz en su alma, con un esperanzado horizonte y un viento fresco que les traía amplias ilusiones, en un precioso amanecer al final de la larga espera, pues tenían dichosos augurios y  signos de buenaventura y  felicidad.

Pasadas unas semanas estaban de regreso a su hogar en compañía de Irina. Les parecía un sueño, pero ahora un sueño hecho realidad y podían gloriarse de lo que con mucho esfuerzo habían conseguido.

Escribió San Agustín: “Encontraron la paz que es un bien tal que no puede apetecerse otro mejor, ni poseerse otro más provechoso"
Eugenio

Madrid, 8 de Septiembre del 2015
Festividad de la Virgen de la Antigua, Patrona de la ciudad de Guadalajara.

 



14 julio 2015

Reflexiones


Octavio y Felipe eran buenos amigos desde un día que coincidieron en el centro de mayores de su barrio.

El primero, extremeño de adopción, vivía en Guadalajara, ciudad a la que amaba desde que hace muchos años llegó a trabajar a una fábrica del polígono industrial del Henares. Era natural de la villa de Barcarrota, en los Llanos Olivenza, de la provincia de Badajoz. Buscando nuevos horizontes recaló en la ciudad alcarreña, donde se enamoró, se casó y tuvo una hija. Actualmente viudo vive con ella y su marido; estos tuvieron un hijo que se llama Cesar. Octavio en ocasiones realiza excursiones con su nieto por la provincia, de la que es ferviente admirador.

Felipe, nacido en Sigüenza, es persona íntegra de buenos principios y como se dice, tiene buena química con su amigo Octavio, pero polémico cuando tratan de temas políticos, pues como jubilados que son tratan de solucionar los problemas del mundo, presumiendo de la sabiduría acumulada por los años que llevan a sus espaldas. 

En el momento actual estaban desconcertados por los cambios que se iban desarrollando en nuestro país, y especialmente con motivo de las últimas elecciones celebradas para constituir comunidades y ayuntamientos.

Una soleada mañana del mes de Junio se habían citado en los jardines de la Concordia, y sentados frente a una bonita fuente situada en el centro de la avenida que lleva hasta el barrio de San Roque, les gratificaba el frescor que despedían los surtidores de agua que se elevaban hacia el cielo. Era su lugar predilecto en la época de calores veraniegos.

Inició la charla Octavio, ponderando lo bien que se estaba en aquel lugar, al tiempo de decir a su amigo: -¿Qué te parece Felipe cuanto está pasando con motivo de las últimas elecciones? 

Contestó Felipe: -Pues qué quieres qué te diga, los políticos son como los grandes amantes, su amor es ingenioso, su ternura creativa, las ideas de rica imaginación para conseguir sus fines son infinitas, y posibilitan signos de presencia continua. Los que están fuera del poder aluden, para justificar sus altisonantes discursos, a una patria y un gobierno con señales evidentes de decadencia y corrupción; y en cierta forma no les falta la razón, pero olvidan la historia de cuando ellos estaban gobernando.

-Nuestros políticos tratan de obviar sus antiguas bellaquerías que acabaron provocando infortunio y mucho descontento en este sufrido pueblo, con un cinismo amargo en muchos de estos personajes de entonces, terminando entre rejas más de uno, y provocando entre los ciudadanos un cierto humor sarcástico y sobretodo desilusión. Muchos resbalaron por la pendiente del vicio, y su picaresca no ha tenido fin hasta tiempos recientes, ya que buenos entrenadores tuvieron, de los que salieron alumnos aventajados.

Octavio, que impaciente estaba por aportar sus impresiones, empezó diciendo: -También los hay que suelen indignarse de la injusticia ajena, cuando ellos mismos llegan a pecar más de lo que se pueda imaginar en toda la historia de la picaresca española. Destacan de codicia insaciable, tienen hambre canina por amasar fortuna, y no cesan hasta que en algún momento les pillan, y entonces, con cierto cinismo se les disculpa, con la excusa de que siempre ha sido así. Por otro lado, la justicia confunde a los ciudadanos en la aplicación de la Ley, por la lentitud en aplicarse y en ocasiones provocando la sensación de que no castiga lo malo. Del mal uso de la justicia el malvado ha perdido su temor a ella, librándose en ocasiones de la merecida prisión.

-Muchos han provocado que se murmure de ellos y se sospeche por toda la vileza en que se les ha visto embarrados. No pueden presumir de haber realizado buenas obras, pues más bien parecían aves de rapiña, con mucha afición a las vanidades en los asuntos mundanos, dejando a un lado el interés del que presumieron hacia los ciudadanos, pues con malos principios es imposible tener buenos fines.

Estaban los dos hombres en su entretenida charla de buenos amigos, disfrutando de aquella soleada mañana, y haciendo una pausa en los temas que estaban tratando, Octavio sintiendo cierto atisbo de nostalgia, se dirigió a su amigo: -Amigo mío, el tiempo corre y todas las cosas mundanas van tras él. Cada día que alborea cosas nuevas aparecen y amanecemos siempre más viejos y cercanos a la muerte, cosa que algunos no quieren comprender, pues ciegos están de sus pasiones y locos en sueños de poder.

Fidel le contestó: -En referencia a los pactos, creo entender que, así como la mujer que dice querer a dos hombres a ambos los engaña, de ella no se puede tener confianza. Eso mismo se puede aplicar a nuestros políticos y creo que está ocurriendo con todo lo referente a sus pactos. Y ya me contarás Octavio, el porqué de tanta quimera a la que estamos asistiendo en los últimos tiempos, pues también es cierto, querido amigo, que cuando el dinero no alcanza para cubrir las necesidades que nos hemos impuesto, todo se torna en descontento y greña, y los ciudadanos están a la caza de culpables, atribuyendo sus males a los que les gobiernan, y se echan en manos de aquellos que les prometen solución a sus problemas, sin reparar en las argucias de los seductores, que aprovechan la ocasión del desconsuelo humano para “pescar en río revuelto y medrar en beneficio propio”.

-Entiendo que ahora afloran quienes prometen lo que quizás no puedan cumplir, que intentan convencer engañando o cuando menos confundiendo a la gente, vendiendo sueños con tal de alcanzar el poder. Muchas promesas quedarán en palabras y no en las obras que prometían garantizar, quedando solo vanagloria y dejando una deuda en cumplir al servicio de los ciudadanos. Estos fingidos y arrogantes salvadores de patrias, que hacen creer que las cosas se solucionan de la noche a la mañana con poco esfuerzo, regalando derechos y ocultando obligaciones. Muchos quedarán prendados de fáciles logros, pero solo con esfuerzo se consigue prosperar y sacar un país adelante; pues acontece con frecuencia que al principio la gente no aprecia el engaño, pero pasado el tiempo descubra las verdaderas intenciones de quienes les regalaron los oídos con mucha esperanza e ilusiones de futuro.

Esperando estaba Octavio para tomar su palabra, y de esta forma dijo: --Llevas mucha razón Felipe, pero no se repara en los que prometen mejorar las cosas, pues suele suceder, pasado el tiempo, que todo siga igual o peor de lo que había. Que no es tan fácil recomponer lo que en mucho tiempo mal estaba. Aunque tenemos que reconocer, que entre los que quieren el poder hay gente joven y bien preparada con la ilusión de cambiar muchas cosas; y especialmente las actitudes humanas, que son muchos los males que aquejan a nuestra sociedad, donde la razón, el entendimiento y la honradez vienen fallando.

-Es propio del hambriento de poder no reparar en las formas y en los medios para conseguirlo, y así estamos viendo las cosas que están pasando y las que seguiremos viviendo, y esto traducido en hechos lo veremos en nuestros bolsillos, pues con tanto cambio que se pretende hacer, nos pueden acuciar con más impuestos, ya que van a ser muchos nuevos actores a comer de un mismo plato, y no repararán en gastos para satisfacer a las mesnadas que los han apoyado. No dudo que harán el bien a los menesterosos y beneficiándose de paso asimismo, práctica muy habitual usada desde hace tiempo, que muchos, mucho han trincado, y pocos, poco han devuelto.

-Dicen que vienen para perseguir a ricos y poderosos, pues les acusan de no poner arreglo en reparar injusticias y no atender a los más necesitados. Publican buenos deseos en rectificar los desmanes habidos, pero posiblemente veremos repetirse la historia, ya que al final la codicia a todos se extiende y todo volverá a ser lo mismo: los pobres iguales o más pobres, y los ricos más ricos. Harán las obras que las circunstancias les permitan, que no siempre serán las que prometieron para alcanzar el poder. Así viene siendo en todo tiempo de la gobernanza humana. Es cierto que hay buenas personas que se emplean en hacer el bien y su labor es silenciada por otros que se empeñan en hacer ver lo contrario, con flaco servicio a los ciudadanos.

Confuso y pensativo estaba Felipe, escuchando atentamente los pensamientos de Octavio, pero reaccionando dijo: -mucho de cierto en cuanto dices, y son variadas las opiniones, que un cúmulo de cosas mal hechas se deben de reparar, especialmente en lo referente a la corrupción, que ha dado lugar a reacciones de peligrosa radicalidad; con mucho riesgo para la normal convivencia y el peligro de perder lo positivo conseguido. Que en casi todo hay vicio, pero lo importante es saber contenerlo o corregirlo. Pues entiendo ha fallado: “controlar hasta el controlador”. 

-No obstante, esperemos que la Divina Providencia inspire a las personas que nos gobiernen en el futuro para evitar males mayores y desdichas no deseadas. Que impere el optimismo perdido, pues mal vamos si un pueblo pierde su alegría e ilusión por el futuro, pues como dicen por la Alcarria: “mejor será tirar al Tajo a los políticos, que poner en riesgo nuestras esperanzas”. Y también quiero recordar que: “cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”.

-Muchos estamos deseando que se arreglen las cosas, especialmente en lo referido al tema de la corrupción, enfermedad extendida como una pandemia en todos los niveles del Estado. Anhelando que el virus maligno de donde proceden los problemas se erradique totalmente, ya que un fuego mal apagado puede reavivarse con un simple soplo de viento.

Era mediodía de la soleada mañana, cuando Felipe sugirió terminar la conversación que estaban manteniendo los dos buenos amigos, y finalizó su charla diciendo: -solo me resta comentar aquello que con frecuencia se dice: “Mal haga Dios a quien mal haga su oficio”. Que una buena limpieza del modo de vida es lo que hace falta, mostrando actitudes honrosas a cara descubierta y sin engañar a nadie, que mucho farsante se ha visto en el devenir de los tiempos.

Ahora se tenía que marchar a realizar algunas labores de atenciones sociales, “en favor de sus gentes”, como solía decir. Era persona alegre, generosa y comprometida por hacer el bien. En los últimos tiempos su ánimo se había deteriorado, y tenía ciertas reservas de las cosas mundanas, acercándose más a todo aquello de ámbito espiritual, volcando su sensibilidad por el dolor ajeno; así pues había decidido colaborar en los asuntos humanitarios de la Iglesia Católica: “atenciones a los más necesitados de la ciudad, llevándoles en invierno comida caliente, colaborando en los centros de acogida y otros asuntos que requiriesen su colaboración”.

Pero por costumbre tenían, al final de sus encuentros, tomarse unas copas del rico vino de la comarca de Mondéjar, en un bar próximo al parque, brindando por su amistad y por un mundo mejor. Después se despidieron felices por el rato que habían disfrutado juntos en aquel agradable lugar.

Madrid, Julio 2015 Eugenio


22 mayo 2015

LIBERTAD


 

 

Alboreaba un nuevo día en el verano de 1933, con la previsión de un cielo azul y sol radiante, augurando momentos felices para una familia de una destacada villa en la provincia de Guadalajara.

No obstante aquella mañana todos querían olvidar  los momentos convulsos que se vivían, no solo por aquella comarca, sino en toda España, desde que en la primavera del 31 cambió el sistema constitucional, con la proclamación de la segunda república, en sustitución de la monarquía de Alfonso XIII; que produjo mucho júbilo entre la mayoría de los ciudadanos, pero que pasado no mucho tiempo se tornó en desilusión generalizada. En el primer bienio (1931/1933)  se llevaron a cabo diversas reformas que pretendían modernizar el País, y hubo gran cantidad de reivindicaciones de libertades, que a la postre se perdieron por diversas razones, largas de enumerar. 

En el transcurso del citado periodo, en el que aconteció la historia que pretendo narrar lo más fielmente que la memoria me permita recordar, ocurrieron acontecimientos tan graves, que convulsionaron la convivencia de la mayoría de los ciudadanos en general: Intentos de golpes de estado, huelgas generales, insurrecciones, expropiaciones de tierras, reformas socio-laborales que hostigaban a las clases medias provocando crisis económica y paro. Los poderosos vieron en peligro sus propias vidas y sus haciendas; y el común de los mortales, pasaron a vivir situaciones de inseguridad, penuria y mucha inquietud.

El referido bienio fue el preámbulo de la revolución del 34, que en Asturias provocó una auténtica convulsión social, sofocada sangrientamente por el ejército; y sucesivas situaciones posteriores a cual más desafortunadas, que alteraron la convivencia pacífica, siendo los gobernantes incapaces de evitar la trágica contienda bélica que padeció este sufrido País entre 1936 y 1939.

Pero volvamos a nuestra historia, referida a un matrimonio de los de carta cabal, como por la Alcarria se decía, de buenas personas. Fueron prolíficos en su vida matrimonial, pues ocho hijos tuvieron, el último una niña a la que pretendían bautizar el día 16 de Julio, coincidiendo con la festividad de la Virgen del Carmen, patrona de los marineros y de muchas ciudades y pueblos de España.

La modestia de aquella familia se manifestaba en los momentos más corrientes de la vida. Gozaban de buenos signos de amor por los demás, practicando la ayuda a los más necesitados, sin que ello significase que tuvieran sobrada fortuna. El cabeza de familia gozaba de humilde salario en su calidad de médico rural; ayudada su economía con las rentas del cultivo de algunas tierras heredadas de sus antepasados. Esquivaron siempre en entremeterse en las vidas ajenas salvo cuando requerían de su colaboración o ayuda; y eran admirados por su notable prudencia y paciencia; singularidades de una vida feliz; se distinguían haciendo el bien y por su gran pasión por lo bueno y bello de acciones encomiables, resultado de la pureza de sus almas.

El amor, que es un vocablo que hechiza al espíritu humano, revela lo más profundo de nosotros, así pensaba aquel buen padre y  esposo, que de hecho en cierta ocasión estuvo a punto de perder la vida por un amigo, que es la manifestación más grande de amor que se puede dar: en los primeros momentos de nuestra desgraciada guerra civil, acogió en su casa a un perseguido por las fuerzas republicanas que pretendían liquidarle, con el consiguiente peligro para el matrimonio y su familia, hasta la liberación de la población alcarreña por el bando nacional. Tiempo después, algunos pensaron que fue una temeridad.

Pero estas personas que son tan buenas, como santos dirían algunos, también adolecen a veces de ciertos signos de terquedad a la ahora de manifestar sus particulares ideales.

Se ignora el origen de un pensamiento que aquellos buenos cristianos llevaban tiempo fraguando para el bautizo de su última hija, en particular el esposo que supo ejercer influencia en su compañera. Quizá también cierta influencia debió tener  la situación que se vivía en aquellos tiempos de  carencias, más que por razones ideológicas, que tan exasperadamente fluían en aquella sociedad convulsa, que se sumía precipitadamente hacia un desagradable destino.

Estando todos presentes a la espera de la llegada del cura párroco que presidiría el acto religioso, el clérigo dispuso los términos para atender sus obligaciones. Todos los presentes estaban silenciosos y atentos a la ceremonia que transcurría normalmente. El padre de la criatura sintió penetrar en su alma un sentimiento de veneración y dulce respeto, frente al orgullo que le abatía por manifestar su pensamiento.

Llegado el momento de preguntar por el nombre que tenían intención de poner a aquella angelical criatura, el padre, antes de que su querida esposa pudiera emitir su deseo, con mirada grave, pero con voz firme dijo sin más dilación: Libertad deseo poner por nombre a esta niña.

Hubo mucho asombro entre  los asistentes, solo la madre, que conocía las intenciones de su esposo, que quedó cabizbaja y ruborizada por los murmullos de la familia y demás congregados, pero especialmente la que esperaba del señor cura párroco.

Había que ver la expresión turbada en el rostro de aquel celebrante al escuchar tal nombre. Al poco tiempo se impuso un solemne silencio, roto en unos instantes con una expresión serena llena de cierta animosidad e invitación a la comprensión hacia los padres, les interpeló: ¿No os parece mejor poner a esta niña el nombre de Carmen, por el que se conoce este bonito día de celebración de la patrona de los mares del mundo, tan venerada por los marineros, pues no me negareis que es más lindo y hermoso que el que pretendéis imponerle a esta bonita niña, o por lo menos María, o más precioso todavía, María del Carmen? Lo dijo mirando directamente a los ojos del padre, tratando de convencerle.

Pero nuestro personaje, no estaba decidido a ceder en su idea, e insistía que fuese Libertad el nombre de su hija, argumentando que con su humilde intención pretendía que la niña representase la libertad que en aquellos momentos tanto escaseaba en el país.

No obstante su orgullo, el argumento del párroco le abatía, pero su terquedad se imponía y volvió a insistir en poner aquel singular nombre a su hija, añadiendo que era su voluntad y entendiendo que se debía respetar.

Pensativo estaba el oficiante: ¿Quién es capaz de conocer las finalidades del ser humano? ¿Debo de  aceptar la proposición de este hombre tan terco? Pues no, no puedo ir en contra de mis sagrados principios y los de la Santa Iglesia. Parecía pensar aquel atribulado cura. Pues observando lo que pasaba le producía confusión.

Después de unos instantes fijó su mirada en los padres que esperaban atónitos la reacción del celebrante. Tomando entre sus manos aquella inocente criatura, la extendió hacia sus padres y con voz grave les dijo: Esta niña ha sido bautizada en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y aquí os entrego la que desde estos momentos se llamará Carmen. Y ahora haced lo que queráis con ella “Os la quedáis o la tiráis”

Los padres reaccionaron rápidamente dando un paso al frente para tomar entre sus brazos a la niña que en esos momentos empezaba a llorar desconsoladamente, pues temían que aquella forma tan expeditiva del cura podía hacerla caer al suelo.

Aquel cura párroco ortodoxo en extremo y aguafiestas de aquella ocasión, pero reconocido como buena persona por otros comportamientos, bendiciendo a los presentes, dio por terminada la ceremonia con un “En el nombre de Dios os bendigo a todos, y que la Divina Providencia os inspire buenos propósitos”.

Todos pensaron que insistir en el tema era empresa desesperada, así es que decidieron callar y el silencio se impuso hasta el final de la ceremonia, pensando en las alegrías que la niña les había proporcionado con su nacimiento, y en el buen ágape que tenían preparado para saciar el apetito de los comensales.

La historia de nuestros personajes continuará más adelante, complicándose sus vidas dentro del contexto social en que estaba sumida la sociedad de entonces, con un clima  creciente de reivindicación de libertades,  y  derechos de los trabajadores, tasas de desempleo crecientes, frecuentes enfrentamientos callejeros, huelgas revolucionarias y asesinatos. La agitación política llegaría a extremos de gran dureza, y la Iglesia fue objetivo de persecución y quema de sus monumentos.

Por todo ello, no era extraño el comportamiento irracional de los ciudadanos de todo porte, provocando con cierta frecuencia estar a la greña entre los dos bandos tan diferentes que  habían surgido en aquella sociedad.

Al  tiempo  de contar trozos de nuestra historia patria, hasta donde permite la brevedad; deseo hacer honor a la verdad sobre la vida de nuestros personajes, destacando la reputación de aquel matrimonio de buenas  y  trabajadoras personas, a quienes las circunstancias les exigían mucho esfuerzo para sacar adelante a su extensa familia; suscitando también  mucha admiración por su caridad al curar y beneficiar a los más necesitados.

Pero tres años después, en el verano de 1936, la buena fama que tenía aquel matrimonio entre sus vecinos, no les libró de la envidia de algunos más levantiscos, y fueron acusados de estar en connivencia con los que se habían levantado contra el gobierno de la República, y el furor, la confusión y el desenfreno reinante, aumentó en la medida de  las noticias que se recibían de los comportamientos de las fuerzas nacionales, en aquellos primeros momentos del levantamiento militar.

Era tal la desventurada e insegura situación de las personas en aquellos tiempos, que nadie se libraba de sospechas y acusaciones mutuas que se cursaban entre los vecinos de las poblaciones en general, y la villa alcarreña no se libró de la tragedia que se empezaba a vivir.

Eran frecuentes las agresiones, que en algunos momentos terminaban en muerte, como el caso del cura párroco, que una noche apareció en un descampado con un tiro en la cabeza. Aquel que ofició el bautizo de Carmencita, la niña que originó el singular bautizo comentado anteriormente.

Otros tuvieron más suerte, pues se adelantaros a los acontecimientos poniendo tierra por medio, huyendo para esconderse en lugares que entendían más seguros para salvar sus vidas.

Pocos días después del levantamiento militar, aparecieron varias personas en la casa donde residían nuestros personajes. Al frente iba un representante gubernamental con la orden de detener al cabeza de familia, acusándole de haber facilitado la muerte del alcalde de la villa.

La familia del Regidor del Ayuntamiento, le había denunciado después de haber sido tratado sin éxito de una extraña enfermedad, y también se decía,  por la inquina particular que sentía por aquella autoridad, a causa de un problema antiguo sobre la propiedad de tierras que ambas familias reivindicaban, y que tuvieron que resolver en los Juzgados de la Capital, al final con dictamen en favor de nuestros personajes.

Pronto se corrió el rumor por la villa, que posiblemente el dictamen que haría el tribunal popular que le iba a juzgar, sería el de pena capital.

Aquel buen hombre fue víctima de odios y envidias antiguas que suele acontecer entre personas y en todos los lugares, y que estando adormecida afloran cuando la desgracia acompaña en determinados momentos terribles, y la justicia y el orden se tambalean, como ocurrió en aquellos desgraciados momentos de la contienda civil.

Se ignora si nuestro personaje tenía ideas políticas o sindicales, pero si así fuese, no desmerecía en nada su personalidad, por la bondad y buen corazón que gozaba, practicando el bien en todos los momentos de su vida; y se aseguraba que aquel hombre nunca en aquella pobración alcarreña había dado ocasión de hablar mal de él.

La atribulada esposa de aquel hombre, padre de sus ocho hijos, viendo la tragedia que le venía encima, y pensando en el futuro de su familia, decidió presentarse ante el juez que presidía aquel improvisado tribunal del pueblo que iba a juzgar a su marido, invocando misericordia por la injusticia que pretendían cometer.

Así lo hizo acompañada de dos de sus ocho hijos, y ya en presencia del juez imploró: ¡Oh señor! ¿Qué puedo pretender yo, pobre de mí?  Solo rogar que su señoría trate con misericordia a mi inocente marido, él, que ha hecho tanto bien por las gentes de este pueblo, y que es incapaz de matar un simple pajarillo. ¿Cómo pueden acusarle de matar a nadie, cuando un médico solo trata de salvar vidas, que muchas han sido, y también las que por su mediación han venido a este mundo? Por favor, señoría, dejen marchar libre a mi marido para que siga haciendo el bien a los ciudadanos y también para que podamos sacar adelante a mi familia, pues sabe los hijos que tenemos que alimentar y sin mi  marido, pobrecitos, qué será de ellos ¡Pobre de mí! Y continuó suplicando hasta que sus lágrimas se lo impidieron.

Aquel juez sintió cierta compasión, pensando que las palabras de aquella mujer tenían cierta credibilidad, por lo que manifestó que sería  revisado el expediente, y así lo transmitió tratando de consolar a la apenada señora.

¡Oh señor mío, que Dios premie su misericordia! Le dijo a su señoría, con una mezcla de consuelo y agradecimiento, y lloraba desconsoladamente por la emoción de oír al juez sus palabras de aliento y de cierta ternura, y en especial por sentir la dicha de intentar la liberación de su esposo, por el que había suplicado hasta haber tocado el corazón de aquél juez que tenía en sus manos  la vida del padre de su ocho hijos.

Pocos días después fue absuelto y devuelto a su hogar. Coincidió con las noticias que tenían por la comarca del avance de las tropas nacionales que venían tomando plazas paulatinamente en  favor de su causa.

Quiero recordar, que tiempo después, una vez tomada la plaza por las tropas nacionales, aquel juez fue salvado de la muerte por la intervención en su favor de nuestro personaje, así como por la familia del alcalde, cuyo fallecimiento fue ocasionado por una grave enfermedad que no tenía curación.

P.D.  Aquella niña, años después, siendo una joven madura y de notable belleza, contrajo matrimonio con un apuesto joven madrileño, con buena estrella y brillante porvenir. Que al obtener el certificado de nacimiento, requerido para dicha unión, pudieron comprobar que, junto al nombre de Carmen, aparecía el de Libertad. Ello les produjo cariñosa sorpresa y el recuerdo amoroso de aquel buen padre, que empeñado estuvo en poner a su hija tan singular nombre. Secreto que guardó de su inscripción en el registro después del bautizo.

La pareja de enamorados, casados y felices desde entonces, tuvo varios hijos  y la dicha de encantadores nietos y biznietos, como regalo del Cielo que alegran los días en el crepúsculo de sus vidas.

Madrid, Mayo de 2015                                  Eugenio