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Algo sobre mí

Algo sobre mí

Empleado de banca jubilado, amante de la música y la literatura, la naturaleza y las humanidades. Nacido en Guadalajara y conocedor ferviente de la provincia. Actualmente con residencia en Madrid, después de un largo peregrinar por diversas ciudades en razón a mi profesión; que ahora con ilusión trato de vivir esta nueva aventura, pues siempre he creído que la providencia nos ha dado el sueño y la esperanza como compensación a los cuidados de la vida.

12 marzo 2020

EL TROMPETISTA DE HAMELÓN



Historia de un pequeño país llamado Hamelón, en tiempos remotos. De escasa población, pobre y caótica, donde la miseria se enseñoreaba en los suburbios, no lejanos de suntuosos palacetes y castillos de señores feudales y de subversivas tribus.

En una noche bella y sin nubes, las numerosas estrellas increíblemente nítidas, no impedían ver el inmenso universo, a un abrumado rey que, desde la torre más alta de su alcazaba, se encontraba  atribulado por las tristes noticias que recibía de su pequeño reino. Eran tiempos  de pesadumbre y penuria.

Iba cumpliendo con su ritual nocturno, en solitario, como normalmente se encuentran las personas con alta responsabilidad sobre la población y el futuro del país que gobiernan.

Voces cercanas de aparentes amigos y confidentes le iban alertando de la precaria situación de su reino. Las tribulaciones le inquietaban y sus sueños alteraban, y solo encontraba cierto alivio, aunque fuera pasajero, observando el firmamento, intentando imaginar la solución de los problemas que le acuciaban.

Pero aquella noche, como algo mágico que nacía de su imaginación, presagió una solución tan inesperada como desesperada. Ocurrió entre las tinieblas de la noche, con la única claridad del fulgor que irradiaba una luna llena en todo esplendor, como una luz que iluminaba su entendimiento.

Llamó a la guardia personal que desde lejos vigilaba su seguridad, ordenando que llamasen a palacio a las personas de su gobierno y a su secretario personal. Aunque deseaba evitar que por absolutista le tuvieran, en los momentos de importancia para la seguridad de su reino y de sus gentes, cuya vida y porvenir dependían de los actos que fuera a sentenciar de forma colectiva, era el rey quien tomaba la decisión final.                                                                                                                                                                                                                         
Quería terminar con los problemas de la población que se sentía acosada por abusos de las tribus y sus caciques; de los impuestos que les imponían unos y otros; de los míseros precios de sus cosechas, y los salarios que se les imponía. De las corrupciones que alteraban la vida ciudadana, teniendo que intervenir los soldados del reino para evitar conatos de rebelión, en un país antaño pacífico, heredado de sus antepasados.

En aquel pequeño país, también existían pícaros buscavidas  y valentones, que con facilidad sacaban la espada, el florete o el puñal para robar o saciar venganzas; corruptos de la corte real sin olvidar los recaudadores de impuestos, y otras joyas de la historia humana. Pululaba la envidia, la incompetencia, las rencillas y rencores, y la avaricia de muchos que no tenían en cuenta que todo en la vida se tiene a título de depósito temporal, convirtiendo la convivencia en un bebedero de patos. Difícil de conseguir la armonía entre las diversas tribus, aumentando el desconcierto del atribulado rey, que gozaba de buenos principios, pero carecía de energía para afrontar con severidad los problemas de su país, por lo que temía perder su autoridad, pese al entusiasmo que recibía de los más  beneficiados de su  pueblo.

No obstante mantenía la esperanza  de encontrar soluciones para que su país fuese feliz, y también por salvar su pellejo y el de su familia.

Reunidos estaban los convocados y el rey les expuso su idea para resolver los problemas en cuestión, y de esta forma les dijo:

-Observo no tener respuesta positiva de vuestra parte dar solución a los delicados momentos que vive nuestro país, por lo que propongo llamar al famoso trompetista Goethe, que con la magia de su palabra y la armonía de sus baladas musicales  en otros países ha conseguido apaciguar la furia de las gentes. Vuestro rey comparte la insatisfacción del pueblo de Hamelón, y deseo castigar a quienes  les aflige y hacen daño y se aprovechan de sus debilidades, siendo mi intención de luchar por su futuro, y recuperar los decaídos valores humanos de nuestro reino-

Los convocados quedaron asombrados por la proposición real, pero para no alterar su relación con el rey, dócilmente asumieron lo que entendían se trataba de una descabellada forma de dar respuesta al deterioro del país, aunque ellos mismos fuesen incapaces de resolverlo.

Considerando el rey que callando sus ministros otorgaban la decisión de aplicar su idea, ordenó llamaran al trompetista para que se presentara en el castillo.
Llegado a presencia del rey aquel mágico músico y  de reconocida oratoria, de esta forma le propuso actuar por todos los lugares del reino:

-Después de tus bellas baladas musicales, hablarás al pueblo en mi nombre en todas las tribus y aldeas, con lenguaje sencillo, pero contundente, con razonadas pláticas para el convencimiento de las gentes, también con el auxilio de tu imaginación y  la energía de tu experiencia. Especialmente a sus caciques, a los nobles y señores feudales que habitan en sus castillos y palacios, y a todos aquellos que se consideran por encima de los más humildes, para que les respeten y no humillen, y no se aprovechen de los vasallos y lacayos, y de los laboriosos hombres y mujeres que cultivan la tierra que nos alimenta, así como de los pescadores que se juegan la vida por nosotros en la mar bravía-

-A los afanados alfareros, caldereros, toneleros,  curtidores, herreros y otros oficios y gremios dignos de considerar, tan necesarios unos y otros para el engrandecimiento de nuestro reino. Insistirás que se valore la honradez de todos, la lealtad y el honor, la dignidad y el comportamiento humanitario hacia  los más débiles curtidos en el infortunio y el sufrimiento-

-Destacando que todos han de respetar  las leyes del reino, que de no ser cumplidas, serán castigados severamente-

-Informarás a tu rey en un tiempo prudencial, pues los problemas acucian y hemos de dar cumplida respuesta conforme hayas actuado, que de ser positivos los resultados,  serás bien remunerado y elevado a la categoría de músico de la corte real. En esa empresa importante te acompañará mi secretario personal y varios soldados para tu seguridad-

Pronto partieron expectantes y gozosos en cuanto a la excepcional empresa que les aguardaba, especialmente el trompetista y poeta, que ilusionado estaba por haber contado con la confianza de aquel rey iluminado, que les alentaba por el éxito de la acción histórica que iban a realizar por el bien del reino de Hamelón.

Pasaron días y días sin tener noticias del trompetista y sus acompañantes, y el rey ya estaba intranquilo por conocer si estaba solucionada la infección de los males de su reino, esperanzado de que aquel mágico personaje lo lograría. Pero de sus informadores recibía noticias poco alentadoras.

Al atardecer de un día soleado y limpio el horizonte,  se encontraba el rey en la torre del homenaje, donde con frecuencia se situaba desde hacía días a la espera de noticias, observó que regresaba  solo una persona de cuantas había enviado para tan alto cometido, que cabalgaba lentamente sobre un caballo y que no pudo distinguir bien hasta estar cerca del castillo. Se trataba de su secretario personal que  aparecía maltrecho y a duras penas se sostenía sobre su corcel. Rápido bajó a las estancias inferiores para recibir a su secretario, y al verle tan abatido y a punto de desfallecer, los malos augurios le hicieron sospechar lo peor.

Aquel pobre hombre, apenas  balbuceando, comenzó a contarle como grupos de reconocidos matones al servicio de los señores feudales, de las tribus y sus caciques, y otras malas hierbas, les habían apaleado, ensañándose especialmente con el trompetista, y les echaron al mar para acabar con sus vidas, más él pudo salvar la suya; pero que dándole por muerto, pudo nadar mar adentro hasta  asirse a un madero, y  muchas horas después la corriente le llevó a la orilla agotado y desfallecido. En una aldea le atendieron, y recuperado en parte, continuó su camino.

Asombrado el rey del espectáculo, mandó que llevaran  a su secretario a los aposentos reales para reponerse de su trágica aventura y tranquilizar sus ánimos, para que después  le pudiera contar la historia de lo sucedido. Una vez recuperado de su convalecencia, al cuidado del médico real, el rey  decidió visitar a su secretario, para interrogarle y saber los motivos de tan extrañas circunstancias.

-Majestad- dijo el secretario, todavía atemorizado por los hechos que había vivido -nuestro reino está perdido. Se han sublevado varias de las tribus a la órdenes de sus  caciques más levantiscos y también gran parte de los señores feudales, además de otras gentes a las que han intoxicado con sus proclamas sediciosas, que no asumen las diatribas que vuestra majestad recomendó al famoso trompetista, quien con mucho ardor y entusiasmo trató de convencer a las gentes en general de las bondades para la felicidad del reino-

-Pero me cuesta mucho confesar a vuestra majestad que, su amado pueblo, en el que tenía puesta toda esperanza por conseguir su felicidad, al no ver realizados sus sueños y vanas las promesas recibidas, se ha rebelado  contra su rey, junto a bellacos tabernarios, malandrines aventureros y gentes de malvivir, además de los bufones de palacio. Creo que el sentimiento de reparación personal o colectiva está en el instinto natural de las personas, que surge cuando el rey y su gobierno son incapaces de resolver sus problemas, la miseria de sus vidas, y se ven traicionados por promesas incumplidas, y frustradas las  esperanzas que tenían en su rey-

-Majestad, cierto desorden se va extendiendo por el país, y hasta los soldados, que hasta no hace mucho tiempo velaban por su custodia, ahora hacen causa común al lado de los rebeldes. Creo que es el precio de la vida y del oficio del rey, que contentar a todos es de suma dificultad. Confieso, que un pueblo donde el sufrimiento no es algo que considere extraordinario, pues su miseria y dolor le es tan natural como la vida y la muerte, en un momento indescriptible, se rebela contra el que entiende no soluciona sus males-

-Las intenciones de su pueblo son las de asaltar el castillo, destronarle, respetando su vida y la de su familia, pero a su majestad le condenan a cabalgar sobre un simple jumento, como alma errante por todo el país, para que conozcan de verdad la realidad de su pueblo hasta el final de sus días-
                                                                                                     P.D.:”Quienes buscan la verdad, merecen el castigo de encontrarla”  S.Rusiñol

Eugenio

Marzo de 2020