Han pasado siete años
desde aquel día emocionante, cuando en el aeropuerto de Barajas los familiares
más cercanos esperaban a Irina y sus padres adoptivos, después de un largo
viaje desde un lejano país.
Larga había sido la espera
de aquel atribulado matrimonio alcarreño que había emprendido la maravillosa
aventura, desde hacía varios años, para
conseguir la adopción de un niño o niña en remotos lugares, pese a los
problemas y dificultades que padecieron, pues nunca cejaron en su empeño en
conseguir lo que con tanta ilusión iniciaron.
Quizás recordaron la frase
de Dante Alighieri, en su famosa obra La
Divina Comedia: “A la mitad del viaje de nuestra vida, me encontré en
una selva oscura apartado del camino recto…Pero al llegar al pie de una cuesta,
donde terminaba el valle que me había llenado de miedo el corazón, miré hacia
arriba y vi su cima revestida ya de los rayos del planeta que nos guía con
seguridad por todos los senderos”.
Pues es reconocido que todo
en la vida tiene su tiempo y premio a toda noble aventura, y que aquel
matrimonio sintió al recibir en sus alados brazos aquella niña de radiante
encanto. Y son felices porque en su vida manifiestan la sencillez, el cariño y
la bondad, dejando marcado el camino por donde su querida Irina pueda caminar.
Y han aprendido que lo
difícil no solo es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir, y mantener la
ilusión cada día sobre un futuro conseguido con ciertos sacrificios, y mantener
lo mejor de cada uno que existe en el interior de las personas, y así brillarán las estrellas
en la clara noche y reinará el esplendor lleno de la luna en las vidas de esa
gran familia que se ha formado desde la
llegada de su hija. Pues la ternura que están viviendo con su niña, es la
fuerza y la valentía que expresa el amor que por ella sienten y representa la
ilusión de sus vidas; que así esperaron y se arriesgaron a sufrir con muchos
días de incertidumbre hasta el momento sublime de conseguir su ansiado premio.
Habían entendido que la
vida no es algo que se pueda desaprovechar, a pesar de los inconvenientes y
sinsabores que de su aventura acaecieron.
Se dice que “cada niño
nace con su pan debajo del brazo”. Es una popular frase que significa que cada
bebé que llega al mundo, trae consigo fortuna y bienestar a su familia, y que
pase lo que pase, nunca le faltará la provisión para ser criado.
Puede ser que no en todos
los casos se corresponda la frase con la realidad, pero cierto es que los niños
al nacer son como las estrellas que alumbran en el basto firmamento. Y esta
historia ha sido una realidad evidente,
que desde el principio de la adopción por sus padres, han vivido toda una
sinfonía de amor y ternura.
Pues no solo a sus padres sino al resto de los
familiares, que desde la encantada mochila que la niña traía desde aquellos
remotos horizontes y hasta los momentos actuales que viene remontando la dulce
y verde colina de la niñez, ha repartido
cariño y dulzura, quizás, las sensaciones que venía necesitando desde que vino
al mundo.
Irina es un manantial de
momentos felices, enriqueciendo la unión de la familia en general, por la que
siente inmensa pasión y es ferviente
animadora de encuentros frecuentes con todos los que representan, desde el
principio, su especial adoración y gloria.
Todos en la familia se han
sentido agraciados de esa alegre niña
que ha evolucionado felizmente en su físico y conocimientos, que goza de mucha
viveza y les hace disfrutar de venturosos momentos de armonía e inmensa felicidad.
También están jubilosos por haber conseguido liberarla de un futuro
incierto, sin familia en el momento que saliera de su centro de infancia, para
atenderla en las necesidades naturales, en un mundo de posibles incertidumbres,
carente del afecto y cariño tan necesarios de recibir una persona en su
aventura por la vida, tal como lo está recibiendo Irina en los últimos siete
años con su nueva familia.
Y ella con esos padres ha
encontrado cariño, paz y sosiego, y especialmente la libertad que le brinda el
mundo nuevo en el que se encuentra, pues como dijo Cervantes en su famoso libro
Don Quijote de la Mancha: “La libertad es uno de los más preciosos dones que a
los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que
encierran la tierra y el mar”.
Eugenio
Octubre de 2022
3 comentarios:
Ay nuestra Irina!, qué haríamos sin ella. Qué contenta se pondrá cuando lo lea. Gracias padre.Nuria
He leído tu blog me ha gustado mucho, gracias por el blog y por todo abuelo, te amo y lo sabes muy bien, yo te quiero muchísimo eres el mejor abuelo, padre y hijo y todos te amammos.
IRINA
Que bonitas palabras tío para tu nieta, enhorabuena por tener esa personita tan especial en vuestras vidas, mil besos tío de tu sobrina, Beatriz
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