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Algo sobre mí

Algo sobre mí

Empleado de banca jubilado, amante de la música y la literatura, la naturaleza y las humanidades. Nacido en Guadalajara y conocedor ferviente de la provincia. Actualmente con residencia en Madrid, después de un largo peregrinar por diversas ciudades en razón a mi profesión; que ahora con ilusión trato de vivir esta nueva aventura, pues siempre he creído que la providencia nos ha dado el sueño y la esperanza como compensación a los cuidados de la vida.

16 septiembre 2021

ALCARREÑOS VERANEANDO EN EL ESCORIAL

 


Era una familia alcarreña compuesta de ocho mayores, y dos menores: una   linda y vivaz niña de once años, que por sus divertidas gracias y ocurrencias alegraba siempre la vida de los mayores. Y un niño de quince años que estaba remontando la verde colina de la juventud, de ánimo constante y ferviente deportista, que destacaba especialmente en el tenis.

Estaban llegando escalonadamente al chalet, que una encantadora señora amiga de la familia les cedía generosamente desde hacía varios años durante una semana en el mes de Julio. Allí pasaban felizmente el merecido descanso que todos necesitaban en el tiempo estival, unos por sus diversos trabajos y los mayores ya jubilados, porque se apuntaban a toda iniciativa por  estar juntos con su familia.

En la tarde noche ya habían llegado los once que componían el grupo familiar, en esta ocasión fuera de Guadalajara, en una urbanización en las cercanías de la villa de San Lorenzo de El Escorial. Se concentraban para disfrutar todos unidos de un encuentro en armoniosa hermandad. Gran riqueza, fruto de la virtud que gozaban.

También lo hacían en fin de año, los últimos en la villa de Alocén, situada en la comarca de la Alcarria, al sur de la provincia de Guadalajara, cercana al pantano de Entrepeñas,  que goza de  unas vistas extraordinarias por la belleza del paisaje.

Los decadentes rayos solares que durante el día habían atormentado con elevadas temperaturas, ahora daban una tregua a nuestros personajes, que con mucho agrado  agradecían la suave brisa que refrescaba el ambiente, fruto de la proximidad de la Sierra de Guadarrama.

Al fondo disfrutaban de la bella imagen del astro rey perdiéndose en el infinito horizonte sobre las altas cumbres del Sistema Central, destacando especialmente la majestuosa silueta del Monasterio de El Escorial, cercano a la villa que lleva su nombre, imagen que siempre les embelesa al llegar por aquellos emblemáticos lugares que rezuman importantes efemérides de la historia de España.

Una vez ubicados cada cual en sus habitaciones, según iban llegando, no tardaron en asaltar la piscina, el lugar más deseado de aquella finca, y primer interés en la inauguración de sus vacaciones iniciadas con ilusiones renovadas, después del suplicio que estaban viviendo con motivo de la pandemia que atormenta a la sociedad. En ese lugar olvidaron todo protocolo que debían cumplir en la vida cotidiana, especialmente la incómoda mascarilla, que después de más de una año y medio ya aburre al ciudadano. Sentían la ilusión de un mundo aparte, todos unidos en disfrutar de unos días dichosos plenos de felicidad familiar.


Todos apreciaban la importancia de la familia unida, y siempre sentían la imperiosa ilusión por encontrar ocasiones de encuentro. Ahora estaban felices, una vez más, por esa oportunidad que se les brindaba de estar unos días por aquel bonito entorno, por el que siempre sentían una atracción especial, tanto por el encanto del sitio donde está situado el chalet, como por los singulares alrededores.

De allí partían diversos caminos para practicar el senderismo que tanto les ilusionaba, rodeados de inmensos bosques, principalmente de encinas que se dan por aquella zona, y siempre atisbando en el horizonte la inmensa montaña y también las claras aguas del embalse de Valmayor.

Los dos primeros días los dedicaron a descansar y disfrutar de la piscina, pero ya había planificado, los andarines más atrevidos y mejor dotados, una excursión para la jornada del tercer día. Pretendían acercarse andando o corriendo, como mejor pudieran, hasta la villa de El Escorial, que distaba unos diez kilómetros.

Por la mañana de aquel día, con una brisa fresca de la montaña y después de apreciar con admiración el amanecer de un sol que aventuraba fuerte calor, un cielo azul intenso, pero sin una nube que les pudiera sombrear el camino, se aprestaron a realizar la excursión programada. Como premio final del camino y para reponer fuerzas, desayunaron chocolate con churros y otras viandas. Regresaron felices por cuanto habían disfrutado, algo cansados por el largo caminar, y el sol abrasador que les había azotado durante el trayecto de vuelta, que no obstante había sido un camino llano.

Por las noches, después de la cena en la terraza, apostados en las tumbonas de la piscina les gustaba observar el firmamento y apreciar el espectáculo maravilloso de la Creación que se ofrecía a su feliz contemplación. Grandeza que se nos oculta en la ciudad por la contaminación y sus luces.

Una vez más quedaban embelesados por cuanto observaban. Algunos más entendidos profundizaban en averiguar los nombres  y situación de los planetas, y estrellas más visibles, que resplandecen en ordenada disposición y  maravilloso esplendor. Gracias a un programa que se habían bajado en el móvil, por ese misterio de la electrónica, describían  acertadamente todos y cada uno de ellos, para mayor asombro de los demás miembros de la familia, y  con gran admiración podían exclamar lo diminuto de nuestro planeta, ante la maravilla que representa el infinito Universo.

En otros momentos a la caída de la tarde, después del obligado baño, por eso de los calores estivales, se dedicaban a realizar paseos por los alrededores, especialmente bordeando las estribaciones del citado embalse de Valmayor, que pertenece a la cuenca del río Guadarrama. Segundo en importancia de la Comunidad Madrileña, después del embalse de El Atazar, en la cuenca del Lozoya.



Desde uno de los miradores, habilitados para tomar viandas y bebidas, admiraban la belleza paisajística de aquellos lugares de encanto, con bonita panorámica del embalse y el admirable atardecer que se aprecia desde aquel privilegiado lugar. Allí uno de los componentes de la familia, se deleitaba en obtener instantáneas fotográficas del ocaso del sol en las sucesivas etapas hasta perderse en el infinito horizonte.

Otro día decidieron, una vez más, visitar el Real Monasterio de San Lorenzo de el Escorial, pues en cuantas ocasiones tuvieron de estar en el citado chalet, realizaban visita al maravilloso monumento declarado por la Unesco en 1984 Patrimonio de la Humanidad, siendo una de las principales atracciones turísticas de la Comunidad de Madrid, que recibe del orden de 500.000 visitantes al año.




Por sus enormes dimensiones es difícil verlo totalmente en una visita, más bien se necesitan varias para conocerlo detenidamente, tanto las zonas de interior que pueden ser visitadas, como los jardines y sus alrededores, entre ellos la silla esculpida sobre una roca en lo alto de un montículo donde se apostaba el rey Felipe II para ver como marchaba la construcción de su gran obra.

El Monasterio fue promovido por el referido rey, entre otras razones, para conmemorar su victoria en la Batalla de San Quintín, aunque principalmente estaba dedicado a San Lorenzo, por la particular devoción del rey al referido santo, cuya festividad es el 10 de agosto, fecha coincidente con la victoria en la citada batalla. En febrero de 1563 se colocó la primera piedra, nombrando arquitecto real a Juan Bautista de Toledo. Le sucedió, tras su muerte en 1567, el italiano Giovanni Battista Castello, y posteriormente su discípulo Juan de Herrera que asumió la reorganización del proyecto. Finalizaron las obras 21 años después, el 13 de Septiembre de 1584. Todo es de una gran magnitud y esplendor, que asombra a los visitantes.



Aquella familia, felizmente inmersa en sus vacaciones, también distraía el tiempo viendo películas, en la lectura de libros, y sesiones de música de particular composición de algunos de los mayores, que  interpretaban con diversos instrumentos. También se entretenían en  cosas simples que en la vida cotidiana normalmente no se repara. Por ejemplo, por las noches además del divertimento de la contemplación del firmamento, se dedicaban a observar  la naturaleza relacionada con la habilidad de las arañas  para tejer artísticas telas mortíferas para atrapar toda clase insectos. Algunas arañas de significativas dimensiones que realizaban verdaderas obras simétricas, eran la admiración de los más pequeños, que las enfocaban con sus linternas, especialmente la niña que con su viveza quedaba asombrada, no sin cierto temor. 

Así pues, una noche como despierta de un mal sueño, se levantó gritando y gimiendo. Asustados sus padres requirieron que contara el porqué de sus lamentos. Y la niña con palabras entrecortadas manifestó lo siguiente: “He soñado que una gran araña estaba tejiendo una enorme tela que envolvía la casa, cubriendo puertas y ventanas para que no pudiéramos salir, y se disponía a atrapar a la familia y yo estaba muy asustada”. Por supuesto que sus padres no tenían palabras para consolar a la afligida niña. A partir de entonces dejaron tranquilas a las arañas y se dedicaron a disfrutar de otras trivialidades.

La familia gozó del último día en aquel lugar ideal para descansar. Habían disfrutado felices a pleno campo, a cielo abierto y al aire libre, donde el ánimo se levanta y el cuerpo cobra nuevo vigor, para después mejorar en los cuidados de la vida cotidiana. También disfrutaron de la buena mesa e hicieron honor a Baco, inventor del vino, así como de otras bebidas, que embriagaron sus sentidos, pero actuando con la saludable moderación que exige la libertad controlada.

Pronto empezaron a soñar con una nueva aventura, para estar juntos en otra futura ocasión que les brindara el calendario. Pues una esperanza despierta a otra, y una ilusión llama a otra ilusión. Sabían por experiencia cuanto sudor les costaba poder disfrutar de esos placeres de días feriados, y agradecían a la fortuna, con  sincera sencillez, el favor  que recibían.

El arte de vivir, que se ha de aprender a lo largo de la vida, nuestra sencilla y feliz unidad familiar, lo había entendido, pues no dejaban que se les escapase nada de su tiempo aprovechándolo plenamente, no solo en  los momentos de descanso y  en las reuniones familiares, sino en todos los afanes de sus vidas, alcanzando alto grado de felicidad, a pesar de las  adversidades que siempre acechan a toda condición humana, y son motivo para la inquietud.

Septiembre 2021 

Eugenio                    

22 mayo 2021

HAYEDO DE TEJERA NEGRA

 

-Aligera Cesar, que hoy tenemos largo camino por recorrer, y mucho por ver.

Así comentaba su abuelo Octavio a primera hora de la mañana, en el albor de un nuevo día otoñal que se presentaba con un cielo azul y libre de nubes.

Días atrás habían visto por internet que los próximos serían de agradable temperatura y  ausencia de lluvias, que era su deseo para realizar el viaje que habían proyectado  tiempo atrás.

Tenían pensado una nueva excursión por la provincia de Guadalajara, en esta ocasión por la zona norte, que desconocía Cesar. Octavio ya estuvo por allí hacía muchos años, al poco tiempo de haber llegado a la capital procedente de su tierra extremeña.

Su intención principal era conocer y profundizar en el famoso Hayedo de Tejera Negra, situado al norte de la provincia, que limita con la de Madrid y  Segovia.



Está integrado en el Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara, que junto con el Hayedo de Montejo, en la provincia de Madrid, y el del puerto de la Quesera, en la de Segovia, conforman el conjunto de bosques de hayas más meridional del sur de Europa. Siendo el de Guadalajara el de mayor extensión de los tres.

Se trata de un gran bosque de extraordinaria belleza, especialmente en la época otoñal, por la diversidad de las entonaciones de  colores, con un cromatismo que embelesa a la vista del viajero que haya tenido la buena idea de viajar por aquella comarca.

-Querido Cesar, cuando yo, muy joven todavía, hice una excursión con unos amigos por aquella zona, la lluvia nos impidió gozar plenamente en aquel lugar de encanto, por lo que tenía una deuda pendiente de realizar otra visita por aquella comarca.

-Abuelo, pues ahora podremos disfrutar, ya que el tiempo parece que nos acompañará para los dos días de este  fin de semana que hemos proyectado para conocer, no solo el Hayedo como visita principal, sino también por algunas de las villas cercanas y otras que se encuentran en nuestro camino.

-Pues sí, Cesar, que dos días bien aprovechados, dan muchas oportunidades para para disfrutar de la Naturaleza, y del encanto de las villas que proyectamos visitar. Así que apresura, pues tenemos unos noventa kilómetros hasta la villa de Cantalojas, próxima al Hayedo,  donde tendremos nuestra parada  final para pernoctar.

Pronto se pusieron en marcha nuestros personajes hacia la nueva aventura de conocer desconocidos horizontes en la provincia de Guadalajara.

Tomaron la CM-101 dirección Fontanar-Yunquera de Henares. La CM-1001 Humanes-Cogolludo. En esta última pensaban desayunar. Después la CM-1006 hasta Galve de Sorbe, y finalmente la GU-213 hasta Cantalojas.

-Cesar, para amenizar el viaje hasta nuestro destino he recuperado un CD dedicado a la música de Beethoven, uno de mis admirados compositores clásicos, concretamente la 6ª sinfonía, llamada Pastoral, pues en esta obra el autor se propuso homenajear, en un canto musical de exaltación a la Naturaleza que tanto amaba; pues en esta obra expresa los sentimientos que experimentaba al contemplarla en sus frecuentes paseos por el campo: el trinar del ruiseñor y del cuco, el sonido del agua por el arroyo y demás secuencias. En resumen, despierta la imaginación del que la escucha, por las manifestaciones majestuosas de esta obra inmortal.

-Espero te guste y que sientas la llamada de la música que en otras ocasiones te he recomendado; porque enaltece los buenos sentimientos; enriquece el alma  de paz y serenidad y suaviza los momentos  que te afligen en la aventura de la vida.

-Esta obra la he escogido, como preámbulo de la belleza que hemos de ver por el bosque de hayas y otras especies que vamos a visitar, reflejo excepcional de como la Naturaleza se manifiesta con toda brillantez. Donde podremos ver una orquestación de contrastes naturales que se ofrecerá a nuestra feliz contemplación.

-Cesar, camino de nuestro destino por el norte de la provincia, hemos de parar en una pequeña villa que se llama Congostrina, que lleva por nombre el apellido de un buen amigo mío, y me ha recomendado, al conocer el viaje que íbamos a realizar, que pasáramos por allí, porque a pesar de tener una población de diecisiete personas, goza de mucho encanto, y siente un cariño especial, pues cree que fue cuna de sus ancestros. Está situada en un pequeño cerro a los pies de la sierra de los Lobos, cercana entre dos embalses: Alcorlo y Pálmaces.

Escuchando música todo el camino, a nuestros personajes se les hizo corto el trayecto hasta llegar a la villa de Cogolludo  para desayunar.

Aparcaron en la plaza mayor porticada, de una gran belleza arquitectónica, en la que se encuentra el famoso palacio de los Duques de Medinaceli, o Palacio Ducal de Cogolludo como se le conoce. Monumento renacentista del siglo XV, que fue mandado construir por la distinguida familia Medinaceli, y está considerado como el primer palacio renacentista de España. Es el edificio más emblemático de la villa. Ha sido conservado perfectamente y el interior remodelado en los últimos tiempos, por lo que puede ser visitado, siendo  motivo de mucho interés para el  turismo local.



-Abuelo, después de desayunar podemos pasar a visitar el palacio, aunque la belleza principal está en su magnífica e impresionante fachada, pues tengo interés en conocerlo plenamente, ya que en mis estudios de Turismo destaca este edificio, que fue construido como patrocinio de Luis de la Cerda, para residencia del joven matrimonio compuesto por su hija y el que sería Gran Cardenal Mendoza, por lo que  sentía curiosidad por este extraordinario monumento.


Ventana del Palacio Ducal

Así lo hicieron después del desayuno, y no queriendo retrasar más el viaje siguieron su camino, pero atendiendo el deseo del amigo de Octavio se desviaron unos kilómetros del itinerario para visitar la

 villa de Congostrina.

En la población todavía es posible encontrar algún edificio que conserva la arquitectura popular tradicional. Cerca de la fuente de la plaza del Ayuntamiento encontraron la Iglesia bajo la advocación de la Virgen de la Asunción.


 Bello edificio del siglo XVI, que cuenta con una distinguida espadaña y un atrio porticado.

No obstante su escasa población, que las calles parecían desiertas, al final  hallaron un varón de avanzada edad, que estaba tomando el sol a la puerta de su casa, con el que trabaron conversación, así como con dos señoras, también mayores, y nuestros personajes  les preguntaron sobre la existencia de algún vecino con el apellido del amigo  de Octavio, contestando que desconocían entre las personas que habitaban la villa.

-Cesar, como hemos dedicado buena parte de la mañana,  si te parece almorzamos en la villa de Galve de Sorbe y después seguiremos el camino para pernoctar en Cantalojas, como teníamos proyectado al salir de casa.

-Me parece bien, abuelo, pues también tengo interés en conocer esa población, que cuenta con interesante historia y un castillo digno de conocer, según mis estudios que realicé en su momento cuanto estaba en el último curso de Turismo.

-Esa villa pertenecía al antiguo partido judicial de Atienza. La población, que cuenta con unos cien habitantes, aparece nombrada en documentos que datan del siglo XII, y su nombre deriva de un general árabe. El castillo, del siglo XV, construido sobre los restos de una fortaleza árabe, en principio defendía la frontera del Califato de Córdoba con el Reino de Castilla.



-Ha sido propiedad de sucesivos personajes relevantes de la historia de España, y es uno de los que jalonan las atractivas encrucijadas naturales de la provincia, testigo mudo de la densa y rica historia de España, de la que Guadalajara fue protagonista excepcional.

-Querido Cesar, ya estamos llegando a la villa de Galve de Sorbe, después de las enormes extensiones de pinares y del macizo de Ayllón, con una bella panorámica de este entorno privilegiado. Su castillo construido en un elevado promontorio e icono importante de ésta población, nos da la bienvenida.



-También goza de ricos pastizales, amplias praderas y dehesas idóneos para la cría de ganado vacuno, de corderos y cabritos de excelente calidad, por lo que el asado de estos inocentes animalillos conforta uno de los principales platos de la comarca, con múltiples formas de guisarlos, por lo que nuestro almuerzo lo celebraremos con rico plato de asado, y también podemos acompañar el menú  con setas, por la ocasional abundancia de diversas variedades que facilitan su degustación en esta época otoñal del año.


Después del delicioso almuerzo, la tarde la dedicaron a pasear por las calles de la villa, amplias y enmarcadas por grandes casonas. Con plazoletas y rincones llenos de encanto, y como lugar característico de la villa, es su plaza mayor, con su Ayuntamiento, pintoresca fuente y su picota gótica del siglo XVI, declarada Bien de Interés Cultural. También se distinguen  cuatro ermitas en su término municipal, que dan testimonio del fervor religioso de su población.



Nuestros personajes se acercaron hasta al emblemático castillo, que solo puede ser visto en su extensión exterior, pues la casa de Alba, último dueño, pasado el tiempo, lo cedió al Estado hasta que en 1972  fue subastado y pasó a manos privadas.

-Cesar, cierto es, que tripas llevan pies, después de lo bien que hemos almorzado, pero ya siento el cansancio del ajetreado viaje desde que salimos de casa, así que finalicemos nuestro paseo por esta bonita villa y sus alrededores, y sigamos el camino hasta Cantalojas, donde pernoctaremos.

-Me parece bien, abuelo, espera que haga las últimas fotos del castillo y regresemos.

Avanzada la tarde y con un sol decadente, próximo el crepúsculo en esas fechas otoñales, en poco tiempo estaban entrando en la villa que se encuentra dentro del Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara. En su término está el Parque Natural del Hayedo de Tejera Negra, declarado Parque Natural en Noviembre de 1978, siendo el primer espacio protegido de la provincia de Guadalajara, que cuenta con una extensión de 1.641 hectáreas. Situado a unos kilómetros de distancia de la villa de Cantalojas, que tiene una población de unos 150 habitantes.  


En la arquitectura tradicional de Cantalojas destaca el uso de la pizarra negra, por lo que se puede considerar incluido entre las poblaciones de la llamada arquitectura negra, característica de la sierra norte de la provincia de Guadalajara.

Pozas de Cantalojas

Su medio de vida es, principalmente, la ganadería vacuna y lanar, que facilitan sus abundantes pastos, y el turismo, atraídos por el famoso hayedo.

Su principal monumento es la majestuosa Iglesia de San Julián, de estilo románico de una sola planta, construido entre los siglos XVI/XVII, que tuvo importantes reformas en el XIX.



También destaca de esta villa su feria de ganado, considerada la más importante de la provincia.

-Cesar, no obstante dar una vuelta por la villa, y dejar los macutos en el hostal donde tenemos reserva para cenar y pernoctar, no tardaremos en recogernos para descansar, que mañana tenemos el plato fuerte de la  excursión programada. Habrá mucho que andar para conocer en su máxima extensión el Hayedo de Tejera Negra, según nos permitan nuestras fuerzas, especialmente las mías, ya que el vigor de tu juventud está fuera de toda duda, y dejémonos seducir por el encanto de las diversas rutas que se pueden recorrer.

Amaneció el día siguiente, y asomados desde el mirador de su habitación,  tuvieron la sensación de ser los primeros en ver la luz de una mañana con un cielo azul sin nubes, y apreciar en el horizonte los primeros rayos de un bello sol naciente.  Un amanecer perfecto, y que acudían a una cita hermosa con la Naturaleza mostrando todo su esplendor, que les brindaría lugares de encanto, parajes agrestes e inmaculados: montaña, corrientes de agua cristalina, flora y bosques infinitos. Y ya veían aves navegando por el cielo en las primeras luces del alba.  

Nuestros personajes hacía tiempo que tenían reservada la entrada al parque y al aparcamiento de coches, por tratarse de fin de semana, ya que el acceso al parque es  limitado, por lo que no tuvieron dificultad para cumplir con la ilusión que hasta allí les habían llevado y descubrir  rincones idílicos.



El bosque crece entre dos valles flanqueados por altas y afiladas crestas rocosas, y allí están esas hayas desde hace siglos, que en el macizo de Ayllón encontraron  su maceta ideal, por las características del suelo, el clima y las abundantes lluvias que tanto le convienen. Y es en el otoño la estación en que el hayedo ofrece su máxima belleza, y donde también se dan robles y pinos, tejos, acebos y abedules, proliferando  infinidad de variedades de setas y hongos.

Iniciaron la ruta recomendada llamada Senda del Robledal, que parte del Centro de Interpretación situado a 2.5 kilómetros por pista asfaltada desde la villa de Cantalojas.

Al poco tiempo de iniciar la ruta apreciaron el majestuoso vuelo de varias águilas imperiales cerca de los impresionantes roqueros, y siguiendo el camino también observaron milanos y azores, buitres y quebrantahuesos. Les habían advertido del silencio que debían de observar en todo el recorrido que hiciesen, pues podían contemplar corzos, zorros y gatos monteses, garduñas y tejones, comadrejas y jabalíes.



Cruzaron por lugares increíblemente bellos, donde la paz es solo alterada por el dulce trinar de las aves y el rumor de las aguas saltarinas, que en el transcurso de la ruta se encontraron con dos ríos y diversos arroyuelos. En un ambiente de cuento donde el suelo está alfombrado por el musgo y las hojas de los árboles, de diversas tonalidades, predominando en general por el bosque el color ocre y rojo, verde y amarillo, con un valor paisajístico de belleza increíble.



Al final de la ruta, después de varios kilómetros de recorrido, llegando al Centro de donde habían partido. Cesar comentó a su abuelo: –No me extraña que la Unesco, en el año 2017,  declarase Patrimonio de la Humanidad, la maravilla que encierra estos parajes, por la magnitud y de la diversidad ecológica de lo que es el Hayedo. Y que asistir a este bello lugar no solo disfrutas de la excelente Naturaleza que nos rodea, que también nos ayuda a comprender la importancia de la conservación de estos paraísos naturales, que se nos brinda para la feliz contemplación de los visitantes  y se perpetúe para las generaciones venideras.



Regresaron tarde al almuerzo, pero la amabilidad y buen trato de aquellos lugareños que viven el turismo como razón de ser de buena parte de su economía, les atendieron con esmero y buena comida, aderezada con una ración de exquisitos boletus.

Llegaron ya de noche a su hogar, pues al regreso pararon en los dos pueblos que también tenían proyectado en el viaje, Condemios de Arriba y de Abajo, pero que por razones tiempo no pudieron hacerlo. Ahora lo harían, pero brevemente, aunque también eran villas de singular encanto y muchas cosas bellas por ver, pero se lo prometieron para otra excursión.

Mayo 2021

Eugenio

 


01 abril 2021

RECORDANDO A MI AMIGO JOSÉ MUÑOZ BLANCO

 

Bien es cierto que no hay nada eterno y pocas cosas duraderas, y que todo lo que tuvo un principio ha de tener su fin, que es la ley inexorable de la naturaleza y que la padeceremos todos; pero es inevitable que esa igualdad mitigue la crueldad del destino, cuando un ser querido se nos va, como ha ocurrido con mi querido amigo Pepe. Desenlace que ha desolado a familiares y a los amigos que tuvimos la suerte de conocerle.

Persona que gozó de buenos principios religiosos y morales, y fue agraciado de considerable talento, con fama de agradable y fino sentido del humor.

Pese a importantes enfermedades que desde hacía tiempo le afligían, y ponía a prueba su fortaleza, fue feliz con su familia que le arropaba con ternura, y escapó a su condición de mortal hasta avanzada edad, pero la tragedia por la muerte inesperada de una hija, le sumió en amarga tristeza, menoscabando sus fuerzas hacia un irreversible final.

Gozaba de agudo ingenio y fina pluma como buen narrador, especialmente desde su jubilación, por más tiempo disponible, que se dedicó al noble oficio de la escritura, ejercido con mucha afición y sabiduría, lo que le servía de mucho entretenimiento, con resultado de interesantes obras, la mayoría sin editar, contando historias y cuentos, vivencias y anécdotas acaecidas en su larga vida y experiencia profesional, plasmados en dieciséis cuadernos, especialmente  destinados a su extensa familia y amigos, que siempre me honraba con la entrega de cada uno cuando los iba terminando.

Todos eran dignos de ser editados, pero dos más vieron su publicación. Uno con el título: Catedral de Toledo-Pasado y Presente, editado en 2008; y el segundo el Condestable de Castilla y Maestre de Santiago Don Álvaro de Luna, editado en 2011. Ediciones limitadas también para su familia y los amigos.

Interesante también destacar, que después de haber estudiado Magisterio se dedicó durante corto espacio de tiempo a la enseñanza en una villa toledana, pasando después a trabajar en importante entidad bancaria durante el resto de su vida profesional  hasta su jubilación.

Pero destacaré su fortaleza de ánimo y tesón en superar conocimientos, que no obstante tener consolidada su posición en la entidad bancaria, se dedicó a estudiar la carrera de Derecho, considerando la circunstancia que se  brindaba a los mayores poder estudiar a distancia y que realizó favorablemente, licenciándose con gran esfuerzo, robando horas al sueño y en los pocos ratos que su profesión le permitía.  

Multitudinaria fue la despedida de mi querido amigo para rendirle sincero homenaje, y le echaremos de menos en honor y alabanza de su bien hacer, por ser un hombre bueno, y por la brillante estela que ha dejado en el transcurso de su vida, con alta estimación y creo que libre de envidias conforme su forma de ser, y  que pocas veces sucede.

Admirable porque no vivía sujeto a las riquezas y vanidades de este mundo, solo conformado en lo necesario para atender a su familia, por la que sentía especial cariño y de la que disfrutaba con mucho gozo, especialmente al verlos todos reunidos en  diversas fechas notables de la vida familiar.

Me honra haber  mantenido amistad con Pepe durante más de medio siglo, y que fue digno, como anécdota entre buenos amigos, de haberle considerado como mi cuarto hermano. Nos conocimos en un lugar de la Alcarria en la provincia de Guadalajara por razones de común profesión, que ya desde entonces le consideré persona de buenas inclinaciones y por su admirable forma de ser. Asimismo extendimos la amistad mutua entre las dos familias hasta los momentos actuales.

Fue el afecto mutuo que se inició, como el río que nace de un simple manantial, y en el transcurrir de su recorrido natural agranda el caudal, y así nuestra amistad, que por la fuerza del implacable destino el amigo continuó hacia  el apacible océano de la eternidad, donde nos espera hasta el encuentro final.

Ahora su usencia me causa cierta indignación, porque no hay nada tan difícil como hallar palabras justas por un dolor profundo que ocasiona el arrebato de la muerte, no obstante reconocer que el destino de las personas es duro e inexorable, y que las lágrimas que afloran en nuestros sentidos son signos pasajeros, que solo el recuerdo del ser querido perdura en nuestros corazones, aunque el llanto sea lo primero desde que nacemos y así pasamos nuestra existencia hasta el final del recorrido en la aventura de la vida por los sinsabores acaecidos.

Mi consuelo es, creo, haber agradado al amigo con mi amistad imperecedera, especialmente en los últimos tiempos cuando más necesitaba de distracción y consuelo; y asumir que no perdió la luz con su muerte, sino que alcanzó otra más pura, y que no nos dejó, sino que se nos anticipó. Y que ahora como alivio evoco la memoria de los momentos  pasados y revivirlos con nostalgia,  pero con mucha emoción, recordando que fue muy placentero haber tenido un amigo excelente.

Día de Jueves Santo del 2021

Eugenio          

 

21 febrero 2021

GUADALAJARA Y SUS TRADICIONES

 


Después de haber pasado varios meses sin realizar sus habituales salidas por Guadalajara y las comarcas de su amplio territorio, consideradas entre las de mayor extensión del País, nuestros dos personajes ahora habían proyectado nuevo viaje, pues  la pandemia vivida les había privado de seguir visitando poblaciones, conocer a sus gentes y disfrutar de la fabulosa obra de la Naturaleza que está inscrita en diversos lugares de encanto de aquellas tierras poco conocidas hasta no hace mucho, pues ya dijo nuestro nobel Camilo José Cela: La Alcarria es un hermoso país al que la gente no le da la gana de ir.  

Octavio y su nieto Cesar, decidieron visitar  los núcleos que guardan una interesante tradición, que se celebra todos los veranos en una importante comarca del Señorío de Molina en el Alto Tajo. Se trata de una fiesta declarada de interés regional, que  desea recordar anualmente con especial interés a los hombres intrépidos que representaron un oficio ya desaparecido. La primera villa que decidieron visitar era Peralejos de las Truchas, situada en la parte oriental de la provincia, en pleno Parque Natural del Alto Tajo, que forma parte del recientemente declarado Geoparque Global de la Unesco de la Comarca de Molina-Alto Tajo. Es el más grande de España con unos  4300 kilómetros cuadrados de extensión y 77 núcleos de población.

Cesar tenía que preparar una tesina de fin de curso en la facultad de Alcalá/Guadalajara, Campus de Guadalajara, Grado Turismo, y había recomendado a su abuelo que le acompañara en ese viaje tan especial, pues deseaba ampliar conocimientos y tomar buena nota de cuanto pudiera escuchar en persona, especialmente, sobre unos personajes que hicieron historia, pues estaba muy interesado del trabajo que realizaron verdaderos titanes, por su destreza, arrastrando muchos peligros, llegando a perder la vida o quedar gravemente lisiados.

-Abuelo creo  que conoces la historia de unos hombres intrépidos, que desde el siglo XVI y hasta mediados del XIX, fueron fundamentales para el transporte de troncos de madera procedentes de la tala de bosques de pinos. A lo largo del río Tajo que transcurre por diversas villas del Señorío de Molina, donde  grandes bosques de pinos se prodigan por aquella comarca, estos hombres a los que llamaban gancheros, por utilizar largo palo rematado por un gancho metálico, de sogas, y de su pericia, equilibrio y fuerza, realizaban una larga y peligrosa  travesía sobre las aguas del citado río, para transportar la madera hasta la real villa de Aranjuez, compartiendo una vida de duro trabajo durante meses.



-Cesar, claro que conozco algo de la historia de aquel oficio ya desaparecido. Tuve referencias al poco tiempo de llegar a Guadalajara procedente de mi tierra extremeña, y además alguien puso en mis manos el famoso libro “El río que nos lleva”, de José Luis Sampedro,  escrito en el año 1961, que  legaba el reflejo de un oficio que se convertía en arte. Describía a sus protagonistas como los gancheros del Tajo, hombres que no mostraban temor a los peligros que les acechaban, transportando grandes cantidades de troncos de madera de pino principalmente. En algunas maderadas iban hasta veinte y treinta mil troncos con destino a la industria de la madera, que prosperó en la comarca de Aranjuez, y muchos años antes también fue aplicada para la construcción del famoso Palacio Real de aquella villa.

-Posteriormente también sentí gran deseo de ver la película de Antonio del Real, en 1989, basada en la referida novela de Sampedro, que fue un encanto de como describía con veracidad la situación humana de sus personajes, en el largo recorrido hasta finalizar el trabajo en Aranjuez, que se realizaba a través de unos 150 kilómetros desde la villa de Peralejo de las Truchas, situado en la parte más oriental de la provincia de Guadalajara, cercana a la de Cuenca.

-Cierto es abuelo, que hasta allí llegaremos, y continuaremos  de regreso por algunas de las villas de tradición ganchera, hasta finalizar en la de Zaorejas, donde existe un museo dedicado a la historia del citado oficio, y conocer a fondo  las costumbres de aquellos personajes que  tuvieron una vida dura y áspera.

-Cesar, me contaba un buen amigo oriundo de Aranjuez, que le había narrado su padre, la expectación que se formaba en esa real villa, cuando llegaba una maderada, como algo apoteósico, observando con admiración a los gancheros como verdaderos personajes, a los que llamaban héroes de la madera, por su bravía, abnegación y valentía.

-Abuelo, creo que la madera que llegó a Toledo  en época lejana, a lomos del río Tajo, y espero me lo confirmen en este viaje, fue la que se empleó en el Hospital de Santa Cruz, mandado levantar en aquella ciudad por don Pedro González de Mendoza, el gran cardenal oriundo  de Guadalajara, y que a partir de entonces las maderadas se convirtieron en una industria en auge.

-Creo también, que surgió la idea en tiempos del rey Felipe II de hacer navegable el río Tajo desde Lisboa hasta la zona de la villa de Armallones, donde ya se aprestaba el río con mayor caudal, creando  una gran vía de navegación tratando de abaratar los precarios transportes existentes en aquellos tiempos, pero todo quedó en un sueño por la magnitud de la empresa.

-Pero fueron los años de la primera mitad del siglo XX los que generaron mayor movimiento. Desde  finales de Febrero y primeros de Marzo, miles de troncos descendían a través de las aguas del Tajo, llegando a ocupar en ocasiones hasta  treinta kilómetros del río gracias a la habilidad de aquellos intrépidos hombres, organizados en cuadrillas  de unas diez y hasta quince personas en diversos tramos de la maderada, dirigidas por capataces y un principal maestre de río, que tardaban en llegar a su destino en Aranjuez hasta cuatro meses, según la importancia de cada envío de troncos.

-Para tu conocimiento Cesar, fue muy interesante aquellas actividades, que generaron muchos puestos de trabajo, pues en las maderadas asistían varias cuadrillas de pastores y gancheros, sumando en ocasiones entre un total de cien y hasta trescientas personas, quienes con sus largas pértigas iban dominando los rebaños de troncos que descendían río abajo. Aquella actividad, junto con la riqueza que suponía los bosques de madera y la resina que se obtenía de los pinos, convertía la comarca del Señorío de Molina, como una de las más ricas de la provincia y de algunas otras del País. También debes de anotar que, no obstante las importantes talas que se hacían, fue preciso replantar en mayor medida las zonas que se fueron talando y ampliando a otros términos  limítrofes, para que se regeneraran los bosques.

-Cesar, también te interesará conocer, que aquellas gentes, llegada la noche, trababan los troncos delanteros de la maderada como verdaderos artífices, con maña y mucha destreza, paciencia y constancia que ponían en la construcción de verdaderas obras de ingeniería, aunque fueran efímeras, para salvar los obstáculos que la naturaleza presentaba en la frágil flotación de las piezas transportadas, con tramos comprometidos y la propia peligrosidad de ir subidos sobre los inestables troncos. Todo ello sin haberlo aprendido en ningún centro de enseñanza, más bien por la experiencia transmitida por sus mayores, deteniendo la marcha de la maderada, para pasar la velada en campamentos  donde se preparaban para alimentarse y pernoctar en el lugar escogido, especialmente cercano a poblaciones.

-Pero como toda aventura humana está condicionada a los adelantos de todo orden, la construcción de los pantanos de Entrepeñas y Bolarque, cuyas obras se iniciaron en la década de 1940, dieron por terminada la aventura que se había iniciado siglos pasados a través del río Tajo. Éste quedó tranquilo en el silencio solo roto por el transcurrir de sus aguas, unas veces de forma brava y tumultuosa entre desfiladeros y los altos riscos, y saltando en cascadas de un escalón a otro. Así en sus principios hasta serenarse en la llanura para adentrarse en la provincia vecina de Madrid, llegando sin alboroto alguno hasta la ilustre y bonita ciudad de Aranjuez.

-Abuelo, la verdad es que aquel oficio debió ser muy duro, entre los más duros y peligrosos que ha venido realizando la humanidad, y que ha debido de marcar, en muchos sentidos, la vida de los vecinos de las serranías que vamos a visitar, y por ello no me extraña que la gente en la actualidad quieran rememorar tiempos pasados en sus fiestas tradicionales, recreando las maderadas por el río Tajo, y todos los años, en el mes de agosto o principios de septiembre, se dan cita en sus riberas  para ver como imitan las pericias que realizaron aquellos intrépidos gancheros, turnándose cada año los pueblos que conforman la Asociación de Municipios Gancheros del Alto Tajo,  reflejando las vivencias de aquel lejano oficio.



Nuestros personajes tardaron unas dos horas en realizar los 177 kilómetros que separa la capital de la provincia con la villa de Peralejos de las Truchas. Habían parado para desayunar en el Área 103 de la A-2.

Ya en la citada villa lo primero que hicieron fue acercarse al ayuntamiento  para informarse de cuanto necesitaba Cesar para completar el temario que llevaba escrito con sus dudas y aclaraciones relacionado con el asunto que les había llevado hasta aquella comarca. También tuvieron contactos con personas de avanzada edad que pudieran atestiguar sobre el tema en cuestión, por añadir el aspecto humano de aquel oficio.

Después se dedicaron a pasear por la bonita villa destacando un bello conjunto de clásica arquitectura popular, con interesantes casonas, algunas de antigüedad del siglo XVI. Destaca la Iglesia Parroquial dedicada a San Mateo, obra del siglo XVII, con torre de campanas, y contiene  cuadros interesantes, y una magnífica serie de lienzos de apóstoles.



También se acercaron a extramuros de la villa para observar el encanto de sus alrededores, pues la naturaleza en estado puro la  rodea abrazando con sus altos riscos entre los que transcurre sinuosamente y con bravura el río Tajo. Apreciaron un paisaje idílico que embelesa al visitante con los sistemas de cañones y hoces, que ya habían observado durante el viaje, pero que en el final del recorrido nuestros personajes se admiraban de cuanto su vista contemplaba, y en más de una ocasión decidieron parar para deleitarse y obtener varias fotos para su recuerdo y exponer a la familia a su regreso.

Por todo ello no es extraño que el turismo se prodigue por aquella comarca, muchos por hacer deportes acuáticos sobre el Tajo, la pesca, y  por la infinidad de rutas que se pueden realizar por los alrededores.

A la hora del almuerzo decidieron reponer fuerzas en un restaurante donde habían reservado mesa. Degustaron los platos típicos de la zona y quedaron encantados de  la abundancia y calidad.



Al poco tiempo, nuestros personajes decidieron realizar el regreso hasta la siguiente villa de Poveda de la Sierra, para llevar a cabo su proyecto de hacer la ruta por algunas villas por las que transcurría el río Tajo, y que históricamente hicieron los gancheros a través de sus aguas. Allí, también, como en Peralejos, pasearon por sus calles y en el camino se encontraron con un amable vecino que se identificaba como Herme, al que interesaron nuestros personajes sobre el tema en cuestión. Aquella amable persona, que resultó ser muy conocedor de la historia de los gancheros, pues parecía estar muy bien informado de aquel mundo sobre las gentes que intervinieron en las maderadas, les informaron de cuanto querían conocer y era  claro ejemplo de quienes valoran la simpatía y agrado hacia los visitantes, por la importancia que representa el turismo por aquella comarca.



La villa, con una población de unos 115 habitantes, está enclavada en el corazón del Parque Natural del Alto Tajo, y goza de un entorno privilegiado, con enormes masas arbóreas de pinos. Destaca el famoso salto de la Poveda, con espectacular caída de unos 20 metros de altura. Se trata de una de las villas que también rememoran el viejo oficio del ganchero, al que tienen dedicado un monumento en la entrada de la villa.


Nuestros personajes dedicaron la tarde, aprovechando que les brindaba la climatología con un espléndido día de sol radiante,  para  recorrer las inmediaciones de aquella bonita villa situada en un enclave idílico.  Se les hizo tarde para afrontar el viaje a la siguiente  de la ruta establecida y decidieron reponer fuerzas con una buena cena y pernoctar en Poveda.



Madrugaron la mañana siguiente, y después de desayunar partieron hacia la villa de Peñalén, que tiene larga historia, pues sus inicios se remontan al siglo XII. Su población permanente es de 45 personas, y se encuentra en el trayecto del Parque Natural del Alto Tajo. También representa en su patrimonio histórico la celebración en honor de aquellas recias y valientes personas que trabajaron en el referido oficio. Nuestros personajes primeramente se acercaron en coche hasta un puente peatonal que dista de la villa unos seis kilómetros, donde les habían recomendado  iniciar  un largo paseo por camino que serpentea entre abruptos riscos y desfiladeros de singular belleza. A media mañana regresaron felices a la villa. Goza de área recreativa donde se ubica un mirador en el que puede verse una de las perspectivas más bellas del cañón del río Tajo, y disfrutar con el vuelo de los buitres y de las águilas. Paisaje maravilloso, también por la vasta extensión de pinares que se extienden en el infinito horizonte.





Vigilante en lo alto de una cima se encuentra la iglesia parroquial, reconstruida al estilo románico que tenía en sus orígenes, y a sus pies se extiende la villa donde el visitante puede sentir el sosiego y la paz que se respira por aquellos lugares, y olvidarse de la rutina y el estrés de la gran ciudad. Allí encontraron  el encanto  acogedor de sus gentes. Informaron a nuestros personajes de cuanto interesaban, y después de un paseo por sus calles, decidieron partir hacia la próxima villa de igual tradición ganchera, llamada Taravilla.



Está asentada en pleno páramo molinés, y se encuentra rodeada de campos de cereales. Tiene un patrimonio natural a destacar por su famosa laguna, de unos once metros de profundidad, situada en un valle de montaña, lugar de singular belleza, ideal para avistar especies de aves acuáticas. En su término son muy destacables los paisajes formados por las márgenes de los ríos Tajo y Cabrillas, que conforman espectaculares gargantas. También  es conocida por su tradicional Fiesta Ganchera, rememorando el viejo oficio de los gancheros.



Después de un bonito paseo por los alrededores de la laguna, decidieron partir hacia la villa de Zaorejas, quinta y última villa del recorrido proyectado, pero antes llegaron hasta el paraje que circunda al famoso y emblemático Puente de San Pedro, en la desembocadura del río Gallo en el Tajo, otro lugar más en el peregrinaje de nuestros personajes por la comarca, que ofrece rincones de enorme belleza, así como numerosas áreas recreativas y zonas de baño. Su imagen más conocida es la del pequeño salto que realiza la corriente del río, conocido como las Cascada de la Herrería.



Después de haber disfrutado durante un rato de aquel singular sitio de esparcimiento, se acercaron a la villa de Zaorejas. Cuenta con unos 120 habitantes, y está considerada como la capital del Alto Tajo, por su enclave geográfico en el centro de aquella comarca, y además es  el municipio donde se puede visitar uno de los centros de interpretación del parque Natural del Alto Tajo. Su término municipal comprende varias pedanías y allí se desplazaron nuestros personajes, pues Cesar estaba deseoso de rematar sus anotaciones en ese centro, que entendía sería de mucho interés para los fines del viaje que estaban realizando.

-Y ahora Cesar,  ya es hora de regresar a casa, y creo que podemos dar por terminado este largo recorrido, que espero haya sido fructífero para tus propósitos.

-Desde luego que sí abuelo, ha sido un viaje maravilloso, no solo porque me ha servido para finalizar mis estudios, sino también por lo que hemos disfrutado en los maravillosos lugares que hemos pasado. Y  bien puedo asegurar, que en los tiempos actuales, la Alcarria es un hermoso país al que la gente ya si le da la gana de ir, al contrario del comentario, que en su tiempo dijo nuestro nobel Camilo J. Cela.

Era el final de la tarde, y ya se había puesto el sol, el viento había callado y el cielo anunciaba una noche estrellada, agrandándose poco a poco el crepúsculo.

Eugenio   Febrero 2021