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Algo sobre mí

Algo sobre mí

Empleado de banca jubilado, amante de la música y la literatura, la naturaleza y las humanidades. Nacido en Guadalajara y conocedor ferviente de la provincia. Actualmente con residencia en Madrid, después de un largo peregrinar por diversas ciudades en razón a mi profesión; que ahora con ilusión trato de vivir esta nueva aventura, pues siempre he creído que la providencia nos ha dado el sueño y la esperanza como compensación a los cuidados de la vida.

21 febrero 2021

GUADALAJARA Y SUS TRADICIONES

 


Después de haber pasado varios meses sin realizar sus habituales salidas por Guadalajara y las comarcas de su amplio territorio, consideradas entre las de mayor extensión del País, nuestros dos personajes ahora habían proyectado nuevo viaje, pues  la pandemia vivida les había privado de seguir visitando poblaciones, conocer a sus gentes y disfrutar de la fabulosa obra de la Naturaleza que está inscrita en diversos lugares de encanto de aquellas tierras poco conocidas hasta no hace mucho, pues ya dijo nuestro nobel Camilo José Cela: La Alcarria es un hermoso país al que la gente no le da la gana de ir.  

Octavio y su nieto Cesar, decidieron visitar  los núcleos que guardan una interesante tradición, que se celebra todos los veranos en una importante comarca del Señorío de Molina en el Alto Tajo. Se trata de una fiesta declarada de interés regional, que  desea recordar anualmente con especial interés a los hombres intrépidos que representaron un oficio ya desaparecido. La primera villa que decidieron visitar era Peralejos de las Truchas, situada en la parte oriental de la provincia, en pleno Parque Natural del Alto Tajo, que forma parte del recientemente declarado Geoparque Global de la Unesco de la Comarca de Molina-Alto Tajo. Es el más grande de España con unos  4300 kilómetros cuadrados de extensión y 77 núcleos de población.

Cesar tenía que preparar una tesina de fin de curso en la facultad de Alcalá/Guadalajara, Campus de Guadalajara, Grado Turismo, y había recomendado a su abuelo que le acompañara en ese viaje tan especial, pues deseaba ampliar conocimientos y tomar buena nota de cuanto pudiera escuchar en persona, especialmente, sobre unos personajes que hicieron historia, pues estaba muy interesado del trabajo que realizaron verdaderos titanes, por su destreza, arrastrando muchos peligros, llegando a perder la vida o quedar gravemente lisiados.

-Abuelo creo  que conoces la historia de unos hombres intrépidos, que desde el siglo XVI y hasta mediados del XIX, fueron fundamentales para el transporte de troncos de madera procedentes de la tala de bosques de pinos. A lo largo del río Tajo que transcurre por diversas villas del Señorío de Molina, donde  grandes bosques de pinos se prodigan por aquella comarca, estos hombres a los que llamaban gancheros, por utilizar largo palo rematado por un gancho metálico, de sogas, y de su pericia, equilibrio y fuerza, realizaban una larga y peligrosa  travesía sobre las aguas del citado río, para transportar la madera hasta la real villa de Aranjuez, compartiendo una vida de duro trabajo durante meses.



-Cesar, claro que conozco algo de la historia de aquel oficio ya desaparecido. Tuve referencias al poco tiempo de llegar a Guadalajara procedente de mi tierra extremeña, y además alguien puso en mis manos el famoso libro “El río que nos lleva”, de José Luis Sampedro,  escrito en el año 1961, que  legaba el reflejo de un oficio que se convertía en arte. Describía a sus protagonistas como los gancheros del Tajo, hombres que no mostraban temor a los peligros que les acechaban, transportando grandes cantidades de troncos de madera de pino principalmente. En algunas maderadas iban hasta veinte y treinta mil troncos con destino a la industria de la madera, que prosperó en la comarca de Aranjuez, y muchos años antes también fue aplicada para la construcción del famoso Palacio Real de aquella villa.

-Posteriormente también sentí gran deseo de ver la película de Antonio del Real, en 1989, basada en la referida novela de Sampedro, que fue un encanto de como describía con veracidad la situación humana de sus personajes, en el largo recorrido hasta finalizar el trabajo en Aranjuez, que se realizaba a través de unos 150 kilómetros desde la villa de Peralejo de las Truchas, situado en la parte más oriental de la provincia de Guadalajara, cercana a la de Cuenca.

-Cierto es abuelo, que hasta allí llegaremos, y continuaremos  de regreso por algunas de las villas de tradición ganchera, hasta finalizar en la de Zaorejas, donde existe un museo dedicado a la historia del citado oficio, y conocer a fondo  las costumbres de aquellos personajes que  tuvieron una vida dura y áspera.

-Cesar, me contaba un buen amigo oriundo de Aranjuez, que le había narrado su padre, la expectación que se formaba en esa real villa, cuando llegaba una maderada, como algo apoteósico, observando con admiración a los gancheros como verdaderos personajes, a los que llamaban héroes de la madera, por su bravía, abnegación y valentía.

-Abuelo, creo que la madera que llegó a Toledo  en época lejana, a lomos del río Tajo, y espero me lo confirmen en este viaje, fue la que se empleó en el Hospital de Santa Cruz, mandado levantar en aquella ciudad por don Pedro González de Mendoza, el gran cardenal oriundo  de Guadalajara, y que a partir de entonces las maderadas se convirtieron en una industria en auge.

-Creo también, que surgió la idea en tiempos del rey Felipe II de hacer navegable el río Tajo desde Lisboa hasta la zona de la villa de Armallones, donde ya se aprestaba el río con mayor caudal, creando  una gran vía de navegación tratando de abaratar los precarios transportes existentes en aquellos tiempos, pero todo quedó en un sueño por la magnitud de la empresa.

-Pero fueron los años de la primera mitad del siglo XX los que generaron mayor movimiento. Desde  finales de Febrero y primeros de Marzo, miles de troncos descendían a través de las aguas del Tajo, llegando a ocupar en ocasiones hasta  treinta kilómetros del río gracias a la habilidad de aquellos intrépidos hombres, organizados en cuadrillas  de unas diez y hasta quince personas en diversos tramos de la maderada, dirigidas por capataces y un principal maestre de río, que tardaban en llegar a su destino en Aranjuez hasta cuatro meses, según la importancia de cada envío de troncos.

-Para tu conocimiento Cesar, fue muy interesante aquellas actividades, que generaron muchos puestos de trabajo, pues en las maderadas asistían varias cuadrillas de pastores y gancheros, sumando en ocasiones entre un total de cien y hasta trescientas personas, quienes con sus largas pértigas iban dominando los rebaños de troncos que descendían río abajo. Aquella actividad, junto con la riqueza que suponía los bosques de madera y la resina que se obtenía de los pinos, convertía la comarca del Señorío de Molina, como una de las más ricas de la provincia y de algunas otras del País. También debes de anotar que, no obstante las importantes talas que se hacían, fue preciso replantar en mayor medida las zonas que se fueron talando y ampliando a otros términos  limítrofes, para que se regeneraran los bosques.

-Cesar, también te interesará conocer, que aquellas gentes, llegada la noche, trababan los troncos delanteros de la maderada como verdaderos artífices, con maña y mucha destreza, paciencia y constancia que ponían en la construcción de verdaderas obras de ingeniería, aunque fueran efímeras, para salvar los obstáculos que la naturaleza presentaba en la frágil flotación de las piezas transportadas, con tramos comprometidos y la propia peligrosidad de ir subidos sobre los inestables troncos. Todo ello sin haberlo aprendido en ningún centro de enseñanza, más bien por la experiencia transmitida por sus mayores, deteniendo la marcha de la maderada, para pasar la velada en campamentos  donde se preparaban para alimentarse y pernoctar en el lugar escogido, especialmente cercano a poblaciones.

-Pero como toda aventura humana está condicionada a los adelantos de todo orden, la construcción de los pantanos de Entrepeñas y Bolarque, cuyas obras se iniciaron en la década de 1940, dieron por terminada la aventura que se había iniciado siglos pasados a través del río Tajo. Éste quedó tranquilo en el silencio solo roto por el transcurrir de sus aguas, unas veces de forma brava y tumultuosa entre desfiladeros y los altos riscos, y saltando en cascadas de un escalón a otro. Así en sus principios hasta serenarse en la llanura para adentrarse en la provincia vecina de Madrid, llegando sin alboroto alguno hasta la ilustre y bonita ciudad de Aranjuez.

-Abuelo, la verdad es que aquel oficio debió ser muy duro, entre los más duros y peligrosos que ha venido realizando la humanidad, y que ha debido de marcar, en muchos sentidos, la vida de los vecinos de las serranías que vamos a visitar, y por ello no me extraña que la gente en la actualidad quieran rememorar tiempos pasados en sus fiestas tradicionales, recreando las maderadas por el río Tajo, y todos los años, en el mes de agosto o principios de septiembre, se dan cita en sus riberas  para ver como imitan las pericias que realizaron aquellos intrépidos gancheros, turnándose cada año los pueblos que conforman la Asociación de Municipios Gancheros del Alto Tajo,  reflejando las vivencias de aquel lejano oficio.



Nuestros personajes tardaron unas dos horas en realizar los 177 kilómetros que separa la capital de la provincia con la villa de Peralejos de las Truchas. Habían parado para desayunar en el Área 103 de la A-2.

Ya en la citada villa lo primero que hicieron fue acercarse al ayuntamiento  para informarse de cuanto necesitaba Cesar para completar el temario que llevaba escrito con sus dudas y aclaraciones relacionado con el asunto que les había llevado hasta aquella comarca. También tuvieron contactos con personas de avanzada edad que pudieran atestiguar sobre el tema en cuestión, por añadir el aspecto humano de aquel oficio.

Después se dedicaron a pasear por la bonita villa destacando un bello conjunto de clásica arquitectura popular, con interesantes casonas, algunas de antigüedad del siglo XVI. Destaca la Iglesia Parroquial dedicada a San Mateo, obra del siglo XVII, con torre de campanas, y contiene  cuadros interesantes, y una magnífica serie de lienzos de apóstoles.



También se acercaron a extramuros de la villa para observar el encanto de sus alrededores, pues la naturaleza en estado puro la  rodea abrazando con sus altos riscos entre los que transcurre sinuosamente y con bravura el río Tajo. Apreciaron un paisaje idílico que embelesa al visitante con los sistemas de cañones y hoces, que ya habían observado durante el viaje, pero que en el final del recorrido nuestros personajes se admiraban de cuanto su vista contemplaba, y en más de una ocasión decidieron parar para deleitarse y obtener varias fotos para su recuerdo y exponer a la familia a su regreso.

Por todo ello no es extraño que el turismo se prodigue por aquella comarca, muchos por hacer deportes acuáticos sobre el Tajo, la pesca, y  por la infinidad de rutas que se pueden realizar por los alrededores.

A la hora del almuerzo decidieron reponer fuerzas en un restaurante donde habían reservado mesa. Degustaron los platos típicos de la zona y quedaron encantados de  la abundancia y calidad.



Al poco tiempo, nuestros personajes decidieron realizar el regreso hasta la siguiente villa de Poveda de la Sierra, para llevar a cabo su proyecto de hacer la ruta por algunas villas por las que transcurría el río Tajo, y que históricamente hicieron los gancheros a través de sus aguas. Allí, también, como en Peralejos, pasearon por sus calles y en el camino se encontraron con un amable vecino que se identificaba como Herme, al que interesaron nuestros personajes sobre el tema en cuestión. Aquella amable persona, que resultó ser muy conocedor de la historia de los gancheros, pues parecía estar muy bien informado de aquel mundo sobre las gentes que intervinieron en las maderadas, les informaron de cuanto querían conocer y era  claro ejemplo de quienes valoran la simpatía y agrado hacia los visitantes, por la importancia que representa el turismo por aquella comarca.



La villa, con una población de unos 115 habitantes, está enclavada en el corazón del Parque Natural del Alto Tajo, y goza de un entorno privilegiado, con enormes masas arbóreas de pinos. Destaca el famoso salto de la Poveda, con espectacular caída de unos 20 metros de altura. Se trata de una de las villas que también rememoran el viejo oficio del ganchero, al que tienen dedicado un monumento en la entrada de la villa.


Nuestros personajes dedicaron la tarde, aprovechando que les brindaba la climatología con un espléndido día de sol radiante,  para  recorrer las inmediaciones de aquella bonita villa situada en un enclave idílico.  Se les hizo tarde para afrontar el viaje a la siguiente  de la ruta establecida y decidieron reponer fuerzas con una buena cena y pernoctar en Poveda.



Madrugaron la mañana siguiente, y después de desayunar partieron hacia la villa de Peñalén, que tiene larga historia, pues sus inicios se remontan al siglo XII. Su población permanente es de 45 personas, y se encuentra en el trayecto del Parque Natural del Alto Tajo. También representa en su patrimonio histórico la celebración en honor de aquellas recias y valientes personas que trabajaron en el referido oficio. Nuestros personajes primeramente se acercaron en coche hasta un puente peatonal que dista de la villa unos seis kilómetros, donde les habían recomendado  iniciar  un largo paseo por camino que serpentea entre abruptos riscos y desfiladeros de singular belleza. A media mañana regresaron felices a la villa. Goza de área recreativa donde se ubica un mirador en el que puede verse una de las perspectivas más bellas del cañón del río Tajo, y disfrutar con el vuelo de los buitres y de las águilas. Paisaje maravilloso, también por la vasta extensión de pinares que se extienden en el infinito horizonte.





Vigilante en lo alto de una cima se encuentra la iglesia parroquial, reconstruida al estilo románico que tenía en sus orígenes, y a sus pies se extiende la villa donde el visitante puede sentir el sosiego y la paz que se respira por aquellos lugares, y olvidarse de la rutina y el estrés de la gran ciudad. Allí encontraron  el encanto  acogedor de sus gentes. Informaron a nuestros personajes de cuanto interesaban, y después de un paseo por sus calles, decidieron partir hacia la próxima villa de igual tradición ganchera, llamada Taravilla.



Está asentada en pleno páramo molinés, y se encuentra rodeada de campos de cereales. Tiene un patrimonio natural a destacar por su famosa laguna, de unos once metros de profundidad, situada en un valle de montaña, lugar de singular belleza, ideal para avistar especies de aves acuáticas. En su término son muy destacables los paisajes formados por las márgenes de los ríos Tajo y Cabrillas, que conforman espectaculares gargantas. También  es conocida por su tradicional Fiesta Ganchera, rememorando el viejo oficio de los gancheros.



Después de un bonito paseo por los alrededores de la laguna, decidieron partir hacia la villa de Zaorejas, quinta y última villa del recorrido proyectado, pero antes llegaron hasta el paraje que circunda al famoso y emblemático Puente de San Pedro, en la desembocadura del río Gallo en el Tajo, otro lugar más en el peregrinaje de nuestros personajes por la comarca, que ofrece rincones de enorme belleza, así como numerosas áreas recreativas y zonas de baño. Su imagen más conocida es la del pequeño salto que realiza la corriente del río, conocido como las Cascada de la Herrería.



Después de haber disfrutado durante un rato de aquel singular sitio de esparcimiento, se acercaron a la villa de Zaorejas. Cuenta con unos 120 habitantes, y está considerada como la capital del Alto Tajo, por su enclave geográfico en el centro de aquella comarca, y además es  el municipio donde se puede visitar uno de los centros de interpretación del parque Natural del Alto Tajo. Su término municipal comprende varias pedanías y allí se desplazaron nuestros personajes, pues Cesar estaba deseoso de rematar sus anotaciones en ese centro, que entendía sería de mucho interés para los fines del viaje que estaban realizando.

-Y ahora Cesar,  ya es hora de regresar a casa, y creo que podemos dar por terminado este largo recorrido, que espero haya sido fructífero para tus propósitos.

-Desde luego que sí abuelo, ha sido un viaje maravilloso, no solo porque me ha servido para finalizar mis estudios, sino también por lo que hemos disfrutado en los maravillosos lugares que hemos pasado. Y  bien puedo asegurar, que en los tiempos actuales, la Alcarria es un hermoso país al que la gente ya si le da la gana de ir, al contrario del comentario, que en su tiempo dijo nuestro nobel Camilo J. Cela.

Era el final de la tarde, y ya se había puesto el sol, el viento había callado y el cielo anunciaba una noche estrellada, agrandándose poco a poco el crepúsculo.

Eugenio   Febrero 2021