Después de haber pasado varios meses sin
realizar sus habituales salidas por Guadalajara y las comarcas de su amplio
territorio, consideradas entre las de mayor extensión del País, nuestros dos
personajes ahora habían proyectado nuevo viaje, pues la pandemia vivida les había privado de seguir
visitando poblaciones, conocer a sus gentes y disfrutar de la fabulosa obra de
la Naturaleza que está inscrita en diversos lugares de encanto de aquellas
tierras poco conocidas hasta no hace mucho, pues ya dijo nuestro nobel Camilo
José Cela: La Alcarria es un hermoso país al que la gente no le da la gana de
ir.
Octavio y su nieto Cesar,
decidieron visitar los núcleos que
guardan una interesante tradición, que se celebra todos los veranos en una
importante comarca del Señorío de Molina en el Alto Tajo. Se trata de una
fiesta declarada de interés regional, que desea recordar anualmente con especial interés
a los hombres intrépidos que representaron un oficio ya desaparecido. La
primera villa que decidieron visitar era Peralejos de las Truchas, situada en
la parte oriental de la provincia, en pleno Parque Natural del Alto Tajo, que
forma parte del recientemente declarado Geoparque Global de la Unesco de la
Comarca de Molina-Alto Tajo. Es el más grande de España con unos 4300 kilómetros cuadrados de extensión y 77
núcleos de población.
Cesar tenía que preparar
una tesina de fin de curso en la facultad de Alcalá/Guadalajara, Campus de
Guadalajara, Grado Turismo, y había recomendado a su abuelo que le acompañara
en ese viaje tan especial, pues deseaba ampliar conocimientos y tomar buena
nota de cuanto pudiera escuchar en persona, especialmente, sobre unos
personajes que hicieron historia, pues estaba muy interesado del trabajo que
realizaron verdaderos titanes, por su destreza, arrastrando muchos peligros,
llegando a perder la vida o quedar gravemente lisiados.
-Abuelo creo que conoces la historia de unos hombres intrépidos, que desde el siglo XVI y hasta mediados del XIX, fueron fundamentales para el transporte de troncos de madera procedentes de la tala de bosques de pinos. A lo largo del río Tajo que transcurre por diversas villas del Señorío de Molina, donde grandes bosques de pinos se prodigan por aquella comarca, estos hombres a los que llamaban gancheros, por utilizar largo palo rematado por un gancho metálico, de sogas, y de su pericia, equilibrio y fuerza, realizaban una larga y peligrosa travesía sobre las aguas del citado río, para transportar la madera hasta la real villa de Aranjuez, compartiendo una vida de duro trabajo durante meses.
-Cesar, claro que conozco
algo de la historia de aquel oficio ya desaparecido. Tuve referencias al poco
tiempo de llegar a Guadalajara procedente de mi tierra extremeña, y además
alguien puso en mis manos el famoso libro “El río que nos lleva”, de José Luis
Sampedro, escrito en el año 1961, que legaba el reflejo de un oficio que se
convertía en arte. Describía a sus protagonistas como los gancheros del Tajo, hombres
que no mostraban temor a los peligros que les acechaban, transportando grandes
cantidades de troncos de madera de pino principalmente. En algunas maderadas
iban hasta veinte y treinta mil troncos con destino a la industria de la
madera, que prosperó en la comarca de Aranjuez, y muchos años antes también fue
aplicada para la construcción del famoso Palacio Real de aquella villa.
-Posteriormente también
sentí gran deseo de ver la película de Antonio del Real, en 1989, basada en la referida
novela de Sampedro, que fue un encanto de como describía con veracidad la
situación humana de sus personajes, en el largo recorrido hasta finalizar el
trabajo en Aranjuez, que se realizaba a través de unos 150 kilómetros desde la
villa de Peralejo de las Truchas, situado en la parte más oriental de la
provincia de Guadalajara, cercana a la de Cuenca.
-Cierto es abuelo, que
hasta allí llegaremos, y continuaremos
de regreso por algunas de las villas de tradición ganchera, hasta finalizar
en la de Zaorejas, donde existe un museo dedicado a la historia del citado
oficio, y conocer a fondo las costumbres
de aquellos personajes que tuvieron una
vida dura y áspera.
-Cesar, me contaba un buen
amigo oriundo de Aranjuez, que le había narrado su padre, la expectación que se
formaba en esa real villa, cuando llegaba una maderada, como algo apoteósico, observando
con admiración a los gancheros como verdaderos personajes, a los que llamaban
héroes de la madera, por su bravía, abnegación y valentía.
-Abuelo, creo que la
madera que llegó a Toledo en época
lejana, a lomos del río Tajo, y espero me lo confirmen en este viaje, fue la
que se empleó en el Hospital de Santa Cruz, mandado levantar en aquella ciudad
por don Pedro González de Mendoza, el gran cardenal oriundo de Guadalajara, y que a partir de entonces las
maderadas se convirtieron en una industria en auge.
-Creo también, que surgió
la idea en tiempos del rey Felipe II de hacer navegable el río Tajo desde
Lisboa hasta la zona de la villa de Armallones, donde ya se aprestaba el río
con mayor caudal, creando una gran vía
de navegación tratando de abaratar los precarios transportes existentes en
aquellos tiempos, pero todo quedó en un sueño por la magnitud de la empresa.
-Pero fueron los años de
la primera mitad del siglo XX los que generaron mayor movimiento. Desde finales de Febrero y primeros de Marzo, miles
de troncos descendían a través de las aguas del Tajo, llegando a ocupar en
ocasiones hasta treinta kilómetros del
río gracias a la habilidad de aquellos intrépidos hombres, organizados en
cuadrillas de unas diez y hasta quince
personas en diversos tramos de la maderada, dirigidas por capataces y un
principal maestre de río, que tardaban en llegar a su destino en Aranjuez hasta
cuatro meses, según la importancia de cada envío de troncos.
-Para tu conocimiento
Cesar, fue muy interesante aquellas actividades, que generaron muchos puestos
de trabajo, pues en las maderadas asistían varias cuadrillas de pastores y
gancheros, sumando en ocasiones entre un total de cien y hasta trescientas
personas, quienes con sus largas pértigas iban dominando los rebaños de troncos
que descendían río abajo. Aquella actividad, junto con la riqueza que suponía
los bosques de madera y la resina que se obtenía de los pinos, convertía la
comarca del Señorío de Molina, como una de las más ricas de la provincia y de
algunas otras del País. También debes de anotar que, no obstante las
importantes talas que se hacían, fue preciso replantar en mayor medida las
zonas que se fueron talando y ampliando a otros términos limítrofes, para que se regeneraran los
bosques.
-Cesar, también te
interesará conocer, que aquellas gentes, llegada la noche, trababan los troncos
delanteros de la maderada como verdaderos artífices, con maña y mucha destreza,
paciencia y constancia que ponían en la construcción de verdaderas obras de
ingeniería, aunque fueran efímeras, para salvar los obstáculos que la
naturaleza presentaba en la frágil flotación de las piezas transportadas, con
tramos comprometidos y la propia peligrosidad de ir subidos sobre los
inestables troncos. Todo ello sin haberlo aprendido en ningún centro de
enseñanza, más bien por la experiencia transmitida por sus mayores, deteniendo
la marcha de la maderada, para pasar la velada en campamentos donde se preparaban para alimentarse y
pernoctar en el lugar escogido, especialmente cercano a poblaciones.
-Pero como toda aventura
humana está condicionada a los adelantos de todo orden, la construcción de los
pantanos de Entrepeñas y Bolarque, cuyas obras se iniciaron en la década de
1940, dieron por terminada la aventura que se había iniciado siglos pasados a
través del río Tajo. Éste quedó tranquilo en el silencio solo roto por el
transcurrir de sus aguas, unas veces de forma brava y tumultuosa entre
desfiladeros y los altos riscos, y saltando en cascadas de un escalón a otro.
Así en sus principios hasta serenarse en la llanura para adentrarse en la
provincia vecina de Madrid, llegando sin alboroto alguno hasta la ilustre y
bonita ciudad de Aranjuez.
-Abuelo, la verdad es que aquel oficio debió ser muy duro, entre los más duros y peligrosos que ha venido realizando la humanidad, y que ha debido de marcar, en muchos sentidos, la vida de los vecinos de las serranías que vamos a visitar, y por ello no me extraña que la gente en la actualidad quieran rememorar tiempos pasados en sus fiestas tradicionales, recreando las maderadas por el río Tajo, y todos los años, en el mes de agosto o principios de septiembre, se dan cita en sus riberas para ver como imitan las pericias que realizaron aquellos intrépidos gancheros, turnándose cada año los pueblos que conforman la Asociación de Municipios Gancheros del Alto Tajo, reflejando las vivencias de aquel lejano oficio.
Nuestros personajes tardaron
unas dos horas en realizar los 177 kilómetros que separa la capital de la
provincia con la villa de Peralejos de las Truchas. Habían parado para
desayunar en el Área 103 de la A-2.
Ya en la citada villa lo
primero que hicieron fue acercarse al ayuntamiento para informarse de cuanto necesitaba Cesar
para completar el temario que llevaba escrito con sus dudas y aclaraciones
relacionado con el asunto que les había llevado hasta aquella comarca. También
tuvieron contactos con personas de avanzada edad que pudieran atestiguar sobre
el tema en cuestión, por añadir el aspecto humano de aquel oficio.
Después se dedicaron a pasear por la bonita villa destacando un bello conjunto de clásica arquitectura popular, con interesantes casonas, algunas de antigüedad del siglo XVI. Destaca la Iglesia Parroquial dedicada a San Mateo, obra del siglo XVII, con torre de campanas, y contiene cuadros interesantes, y una magnífica serie de lienzos de apóstoles.
También se acercaron a
extramuros de la villa para observar el encanto de sus alrededores, pues la
naturaleza en estado puro la rodea
abrazando con sus altos riscos entre los que transcurre sinuosamente y con
bravura el río Tajo. Apreciaron un paisaje idílico que embelesa al visitante
con los sistemas de cañones y hoces, que ya habían observado durante el viaje,
pero que en el final del recorrido nuestros personajes se admiraban de cuanto
su vista contemplaba, y en más de una ocasión decidieron parar para deleitarse
y obtener varias fotos para su recuerdo y exponer a la familia a su regreso.
Por todo ello no es
extraño que el turismo se prodigue por aquella comarca, muchos por hacer
deportes acuáticos sobre el Tajo, la pesca, y
por la infinidad de rutas que se pueden realizar por los alrededores.
A la hora del almuerzo decidieron reponer fuerzas en un restaurante donde habían reservado mesa. Degustaron los platos típicos de la zona y quedaron encantados de la abundancia y calidad.
Al poco tiempo, nuestros personajes decidieron realizar el regreso hasta la siguiente villa de Poveda de la Sierra, para llevar a cabo su proyecto de hacer la ruta por algunas villas por las que transcurría el río Tajo, y que históricamente hicieron los gancheros a través de sus aguas. Allí, también, como en Peralejos, pasearon por sus calles y en el camino se encontraron con un amable vecino que se identificaba como Herme, al que interesaron nuestros personajes sobre el tema en cuestión. Aquella amable persona, que resultó ser muy conocedor de la historia de los gancheros, pues parecía estar muy bien informado de aquel mundo sobre las gentes que intervinieron en las maderadas, les informaron de cuanto querían conocer y era claro ejemplo de quienes valoran la simpatía y agrado hacia los visitantes, por la importancia que representa el turismo por aquella comarca.
La villa, con una población de unos 115 habitantes, está enclavada en el corazón del Parque Natural del Alto Tajo, y goza de un entorno privilegiado, con enormes masas arbóreas de pinos. Destaca el famoso salto de la Poveda, con espectacular caída de unos 20 metros de altura. Se trata de una de las villas que también rememoran el viejo oficio del ganchero, al que tienen dedicado un monumento en la entrada de la villa.
Nuestros personajes dedicaron la tarde, aprovechando que les brindaba la climatología con un espléndido día de sol radiante, para recorrer las inmediaciones de aquella bonita villa situada en un enclave idílico. Se les hizo tarde para afrontar el viaje a la siguiente de la ruta establecida y decidieron reponer fuerzas con una buena cena y pernoctar en Poveda.
Madrugaron la mañana siguiente, y después de desayunar partieron hacia la villa de Peñalén, que tiene larga historia, pues sus inicios se remontan al siglo XII. Su población permanente es de 45 personas, y se encuentra en el trayecto del Parque Natural del Alto Tajo. También representa en su patrimonio histórico la celebración en honor de aquellas recias y valientes personas que trabajaron en el referido oficio. Nuestros personajes primeramente se acercaron en coche hasta un puente peatonal que dista de la villa unos seis kilómetros, donde les habían recomendado iniciar un largo paseo por camino que serpentea entre abruptos riscos y desfiladeros de singular belleza. A media mañana regresaron felices a la villa. Goza de área recreativa donde se ubica un mirador en el que puede verse una de las perspectivas más bellas del cañón del río Tajo, y disfrutar con el vuelo de los buitres y de las águilas. Paisaje maravilloso, también por la vasta extensión de pinares que se extienden en el infinito horizonte.
Vigilante en lo alto de una cima se encuentra la iglesia parroquial, reconstruida al estilo románico que tenía en sus orígenes, y a sus pies se extiende la villa donde el visitante puede sentir el sosiego y la paz que se respira por aquellos lugares, y olvidarse de la rutina y el estrés de la gran ciudad. Allí encontraron el encanto acogedor de sus gentes. Informaron a nuestros personajes de cuanto interesaban, y después de un paseo por sus calles, decidieron partir hacia la próxima villa de igual tradición ganchera, llamada Taravilla.
Está asentada en pleno páramo molinés, y se encuentra rodeada de campos de cereales. Tiene un patrimonio natural a destacar por su famosa laguna, de unos once metros de profundidad, situada en un valle de montaña, lugar de singular belleza, ideal para avistar especies de aves acuáticas. En su término son muy destacables los paisajes formados por las márgenes de los ríos Tajo y Cabrillas, que conforman espectaculares gargantas. También es conocida por su tradicional Fiesta Ganchera, rememorando el viejo oficio de los gancheros.
Después de un bonito paseo por los alrededores de la laguna, decidieron partir hacia la villa de Zaorejas, quinta y última villa del recorrido proyectado, pero antes llegaron hasta el paraje que circunda al famoso y emblemático Puente de San Pedro, en la desembocadura del río Gallo en el Tajo, otro lugar más en el peregrinaje de nuestros personajes por la comarca, que ofrece rincones de enorme belleza, así como numerosas áreas recreativas y zonas de baño. Su imagen más conocida es la del pequeño salto que realiza la corriente del río, conocido como las Cascada de la Herrería.
Después de haber
disfrutado durante un rato de aquel singular sitio de esparcimiento, se
acercaron a la villa de Zaorejas. Cuenta con unos 120 habitantes, y está
considerada como la capital del Alto Tajo, por su enclave geográfico en el
centro de aquella comarca, y además es
el municipio donde se puede visitar uno de los centros de interpretación
del parque Natural del Alto Tajo. Su término municipal comprende varias
pedanías y allí se desplazaron nuestros personajes, pues Cesar estaba deseoso
de rematar sus anotaciones en ese centro, que entendía sería de mucho interés
para los fines del viaje que estaban realizando.
-Y ahora Cesar, ya es hora de regresar a casa, y creo que
podemos dar por terminado este largo recorrido, que espero haya sido fructífero
para tus propósitos.
-Desde luego que sí
abuelo, ha sido un viaje maravilloso, no solo porque me ha servido para
finalizar mis estudios, sino también por lo que hemos disfrutado en los
maravillosos lugares que hemos pasado. Y
bien puedo asegurar, que en los tiempos actuales, la Alcarria es un
hermoso país al que la gente ya si le da la gana de ir, al contrario del
comentario, que en su tiempo dijo nuestro nobel Camilo J. Cela.
Era el final de la tarde,
y ya se había puesto el sol, el viento había callado y el cielo anunciaba una
noche estrellada, agrandándose poco a poco el crepúsculo.
Eugenio Febrero 2021
1 comentario:
Muy buen artículo sobre el antiguo oficio de los cancheros y la zona del ALTO TAJO donde antes se iniciaba las maderada y ahora se rememora atraves de la asociación de municipios Gancheros del Alto Tajo
En nombre de todos ellos muchas gracias Eugenio
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