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Algo sobre mí

Algo sobre mí

Empleado de banca jubilado, amante de la música y la literatura, la naturaleza y las humanidades. Nacido en Guadalajara y conocedor ferviente de la provincia. Actualmente con residencia en Madrid, después de un largo peregrinar por diversas ciudades en razón a mi profesión; que ahora con ilusión trato de vivir esta nueva aventura, pues siempre he creído que la providencia nos ha dado el sueño y la esperanza como compensación a los cuidados de la vida.

14 septiembre 2025

BUSTARES. VERANEANDO EN LA SIERRA NORTE DE GUADALAJARA

 

La familia es la unidad social más básica de la sociedad humana, y nuevamente tenemos que considerar que la verdadera emoción y felicidad se siente cuando está la familia hermanada en la aventura de la vida. Todos unidos por amor mutuo sin rencores ni cortapisas, y único afán de permanecer siempre unidos con la pasión latente hasta el final de nuestros días.

Aquella familia alcarreña defendía con entusiasmo su derecho natural de buscar momentos felices de encuentro de todos sus componentes, y formaba la sustancia esencial de su forma de vivir, especialmente viajando por casas rurales,  en particular por la provincia de Guadalajara y también por provincias limítrofes.

Entre sus componentes destacaba una niña quinceañera, que estaba remontando la verde colina de la juventud. Gozaba de bellos ojos que reflejaban una vivacidad exultante, y acentuaban el carácter primaveral y tierno de la hermosura de su floreciente juventud. Su linda cabellera de color castaño con reflejos dorados como pintada de oro, se deslizaba sobre su espalda con simétricas ondulaciones resaltando la hermosa lozanía de su figura estilizada, que con frecuencia atusaba con actitud coqueta sus rizos.

Poseía un encanto especial, que alegraba al resto de la familia, pues por virtud tenía ser agradable y cariñosa con todos.

En aquella ocasión habían proyectado pasar una semana de vacaciones en la segunda mitad del mes de agosto. Solamente estarían nueve de los once componentes de la unidad familiar, ya que los dos restantes tenían compromisos que les impedían asistir.

Su destino sería la Sierra Norte de la provincia de Guadalajara, donde su relieve es muy accidentado, y en él se encuentran las cumbres más altas de toda Castilla La Mancha: el Pico del Lobo, el Cerrón, la Peña Cebollera, el Pico Ocejón. Se aposentarían en una casa rural de la villa de Bustares, en la comarca de los pueblos de la arquitectura negra popular, que ofrece naturaleza en estado puro. También tenían intención de conocer los alrededores de aquella zona montañosa, bordeada al oeste por la comunidad de Madrid, al norte por las provincias de Segovia y Soria, al este por la comarca de Molina de Aragón/Alto Tajo y al sur por la Alcarria. Se trata de un extenso territorio de altas montañas y profundos valles por los que serpentean ríos de aguas cristalinas: Sorbe, Jarama, Jaramilla, Bornoba, Cañamares y Pelagallinas, que conforman embalses: el Vado, Alcorlo, Pálmaces, Beleña y Pozo de Ramos.



Valles y laderas cercanas a ríos y arroyos donde los nativos se asentaron y formaron pequeñas poblaciones utilizando el material que les ofrecía la tierra que genera un mimetismo con el entorno: la pizarra de los pueblos de la arquitectura negra: (Majalrayo, Campillo de Ranas Roblelacasa, Almiruete, Valverde de los Arroyos, Umbralejo), y los de la arquitectura dorada: Aldeanueva de Atienza, Bustares, Villares de Jadraque, Las Navas de Jadraque, Hiendelaencina, Prádena de Atienza, Gascueña de Bornova).



La Sierra Norte de Guadalajara ofrece naturaleza de singular belleza, arquitectura popular y civil e industrial, religiosidad, tradiciones y fiestas ancestrales (las famosas botargas y mascarillas) y una rica gastronomía basada en los productos que regala la tierra.


Su riqueza paisajística hace de la zona una de las grandes joyas de la biodiversidad castellana. Una exclusiva muestra es el nuevo Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara que ocupa una extensión de 125,000 hectáreas. En él se ubica el Hayedo de la Tejera Negra, que está considerado Zona de Especial Protección e incluida por la Unesco en la lista de Patrimonio Mundial.

En esta comarca su orografía es extremadamente montañosa donde se dan las cimas de mayor elevación de la provincia de Guadalajara, con cifras de hasta los 2000 metros de altitud.

Aquella familia numerosa partió en la mañana de un lunes con destino a la mencionada población de Bustares, distante de la capital en 72 kilómetros, y desde Madrid 128. Hicieron primera parada en la villa de Cogolludo, para comprar pan y los ricos dulces de la tierra. Aparcaron sus coches en la plaza principal que preside el monumental palacio de los Duques de Medinaceli, joya de la primera muestra del Renacimiento en España, gracias a la famosa familia de los Mendoza, enraizada en Guadalajara.



Cerca del medio día llegaron a Bustares. La villa es de origen  desconocido, pero tiene la misma raíz que el pueblo madrileño de Bustarviejo. Según la teoría más extendida. Bustar proviene del latín bos-stare (dehesa o pastizal de bueyes), al igual que bustar, palabra que sí aparece en el diccionario de la RAE que significa boyera. Corral o establo donde se recogen los bueyes. Pues creo tiene sus razones, ya que por aquella zona abunda el pastoreo de vacas en general.



Al final del siglo XIX, Bustares tenía una población de 134 vecinos, y en la actualidad 68, pero en esos días de fiestas, refería un nativo, que se doblaba con los visitantes.



Aquella encantadora familia una vez ubicados cada cual en sus  habitaciones, previo a los contactos con los agradables  y hacendosos dueños de la casa rural, que les atendieron con mucho afán de agradar e informar a los nuevos visitantes, se prepararon para el almuerzo.



En la tarde, una vez descansados del viaje, pasearon por calles de la villa  y conocer el ambiente que disfrutaban aquellas sencillas gentes, animadas y con cierta algarabía por tratarse del final de las fiestas que habían disfrutado desde días anteriores en honor de su santo patrón San Roque.

Las calles y balcones seguían engalanados y en la plaza principal estaban preparando una cena colectiva celebrando el colofón de sus festejos.

También les anunciaron que, para el primer sábado de septiembre, tienen una romería en la montaña llamada del Alto Rey con una altitud de 1800 metros, declarada de Interés Turístico Provincial., que supone el encuentro de habitantes y visitantes de los pueblos de alrededor, realizando una procesión en honor al Santo Alto Rey.

Además,  Bustares acoge la Feria del Libro de la Sierra que tiene lugar el sábado santo, en la que participan autores y editores.

El principal patrimonio de la villa es la monumental iglesia románica, dedicada a San Lorenzo, construida en el siglo XIII, que todavía conserva la espadaña, la portada románica y la pila bautismal. Otro elemento importante es la fuente vieja, en la que se puede apreciar que fue edificada en la época de Carlos IV.



La villa de Bustares se inscribe dentro de la ruta de la arquitectura negra, gracias  a sus construcciones populares a base de piedra tipo gneis.

Al día siguiente tenían proyectado subir a la montaña del Alto Rey, que estaba situada a pocos kilómetros de la villa de Bustares, y así lo hicieron nuestros personajes después del desayuno.



La sierra del Alto Rey está situada en las estribaciones montañosas del Sistema Central, cercana a su vecina sierra de Ayllón, tiene una altitud de 1.844 metros En ella están situadas dos instalaciones de  comunicaciones, una militar, y a unos 500 metros otra de carácter civil. Esta última es considerada desde tiempos remotos Montaña Sagrada del Santo Alto Rey, y donde está construida una ermita con el referido nombre. El Alto Rey está circundado por las poblaciones de Aldeanueva de Atienza, Bustares y Prádena de Atienza.


Panorámica desde el Alto Rey

Nuestros personajes subieron en automóvil hasta las primeras instalaciones por carretera debidamente asfaltada. Pero el tramo hasta las siguientes instalaciones, que era de tierra y piedra apisonada,  la hicieron a pie, con mayor subida que la anterior. Desde aquellas alturas pudieron observar un espectáculo impresionante, de horizontes lejanos de gran parte de la provincia de Guadalajara y de la inmensa orografía montañosa de aquella comarca.

Por la tarde se acercaron  a observar algunas de las casas de un pequeño caserío medieval deshabitado, cercano a la villa de Bustares donde vivieron los ancestros de los habitantes actuales de esta referida villa.

El segundo día visitaron la población de Hiendelaencina, especialmente para conocer una de las minas de plata que existieron, actualmente fuera de servicio, y el museo sobre aquella antigua explotación del referido mineral, que fue uno de los más importantes de España. Esta población se encuentra a medio camino entre Cogolludo y Atienza. Y es la puerta de entrada al Parque Natural de la Sierra Norte.



Su historia está ligada a las minas de plata que le dieron fama y riqueza en el siglo XIX. El centro de interpretación de la minería de la plata es el punto de partida de las rutas y parada obligada para entender la transformación de este pueblo serrano tan peculiar.

En la tarde fueron a visitar la villa de Congostrina, que cuenta con una población de unos 20 vecinos. Se trata de un rincón virgen que impresiona al visitante, La plaza mayor y la arquitectura popular de sus calles reúnen un encanto especial que merece ser visitadas. Al estar en el alto de un cerro y desde la iglesia parroquial del siglo XVI, es un excelente mirador sobre las sierras del Alto Rey, la vega del río Bornova y la ermita de la Soledad.



También se acercaron hasta el embalse de Alcorlo, cercano a la población anterior visitada, y que da nombre a la villa que quedó bajo las aguas de aquel inmenso pantano, el de mayor capacidad de agua de la zona norte de la provincia. Tiene una gran reserva por el cauce del río Bornova, que fue inaugurado en 1978 para la regulación de riego, y desde 1996 para el abastecimiento de varios municipios de la zona.


Embalse de Alcorlo

En la jornada siguiente, decidieron visitar  la ilustre villa medieval de Atienza, antiguo partido judicial de la provincia, con una población de 450 habitantes, el de mayor densidad de población de la comarca y uno de los lugares con más atractivo turístico. Algunos de la familia no lo conocían.



Se trata de la villa más distante de Bustares, por lo que tardarían  cerca de 40 minutos en el recorrido de 38 kilómetros, ya que la carretera se presta a ir con prudencia por sus muchas curvas.

Lo primero que hicieron fue subir a conocer el impresionante castillo ubicado en un alto cerro, visitando también la iglesia de Santa María del Rey, construida en el XII, que se encuentra al pie del castillo. El octogenario matrimonio de la familia, se quedó a esperar en una de las plazas mayores donde preside la impresionante iglesia parroquial de San Juan, que más bien se parece a una catedral, la que visitaron también el resto de la familia. Disfrutando de un espectáculo infantil que celebraban con motivo de las fiestas patronales.

Asimismo visitaron la iglesia de la Santísima Trinidad, en la que se encuentra el museo de la histórica Caballada, declarada de interés turístico nacional, regional y provincial, relacionada con hechos ocurridos en el año 1.162 en tiempos del rey Alfonso VIII, historia larga de contar, pero que en internet se describe lo interesante de aquellos momentos relevantes en el devenir de la historia de España, y en particular para Atienza.



Al día siguiente decidieron hacer una ruta por la Reserva Fluvial del  Pelagallinas, que se extiende desde su nacimiento hasta  desembocar en el río Bornova. Empezaron por una senda bien trazada a lo largo del río Pelagallinas, que discurre a una altitud de 1.400 m. Esto hace que sus aguas sean gélidas todo el año, pero son de excelente calidad biológica que generan a su alrededor un ecosistema de alto valor ecológico. Todo el largo camino abrigado por extensos bosques de pinos y verdes praderas de singular belleza, nuestros personajes pasaron momentos felices por aquellos idílicos lugares.

Por la tarde fueron hasta Aldeanueva de Atienza, pequeña población de 36 vecinos. Situada al píe de la Sierra del Alto Rey, donde pudieron observar una moderna iglesia construida  bajo el nombre de la Asunción de Nuestra Señora, sobre cimientos de la anterior que fue destruida en nuestra Guerra Civil. También visitaron el original Ayuntamiento.



En el término se encuentra la cumbre del Mojón Cimero de 1.589 m. Nuestros personajes, desde un mirador que les habían informado, en estado salvaje,  pudieron observar un espectáculo  encantador de un extenso y profundo barranco y valles que se perdían en  lejano horizonte



Otro día visitaron la villa de Prádena de Atienza, con una población de 50 vecinos. Situado en la ladera de una pequeña montaña, por lo que tiene cuestas bastante empinadas, pero también de una belleza que enamora al visitante, pues parece sacada de una postal por la belleza que la rodea de grandes bosques de robles y pinos que la abrigan, y sus casas van a dar al valle donde se encuentra también el final de la Reserva Fluvial del  Pelagallinas, cuyo cauce es salvado por un pequeño puente que comunica con la citada villa


Aquella andariega familia también hizo una ruta siguiendo el curso del referido río, y en determinados momentos aprovecharon para refrescarse en los remansos de sus frías aguas.

Los dos mayores octogenarios, pensaron que mejor quedarse  en la villa, visitando algunas de sus empinadas calles hasta que sus fuerzas resistieran. Al poco tiempo descansaban en un banco de la calle principal, donde estaba un paisano del lugar, de edad similar a nuestros personajes, de humilde y sencilla apariencia, como habían comprobado con quienes habían conversado en las salidas anteriores.



Comentaba la preocupación que tenían en su pueblo con motivo de los fuegos que estaban asolando diversos lugares de España, pues corroboraba lo que habían observado en las sucesivas salidas por aquellos frondosos bosques, que estaban olvidados de su conservación, más en los último tiempos por la despoblación y olvidados los pueblos de la comarca.

Lamentaba que las leyes no les permitía tocar ni una rama de aquellos bosques, dejando que las hierbas tan exuberantes en primavera, ahora en verano secas, con matojos, ramas caídas y aboles arrancados por las inclemencias naturales, permanecen perennes en el tiempo sin que nadie los recoja, lo que supone que un posible fuego se reproduzca con mayor intensidad.

Después de la ruta realizada, todos fueron a tomar unos refrescos en el único bar que había como centro de reunión de los paisanos de la villa.

El último día de las vacaciones de aquella familia,  lo vivieron realizando una ruta por un camino forestal que discurría  por un bosque llamado de las estatuas, situado en el término del municipio de Condemios de Arriba. Pequeña joya natural para los amantes del senderismo y la naturaleza, así como para los que admiran el arte y la talla en madera sobre los troncos de los árboles en pleno bosque. Lo integran  un total de 22 estatuas de singular belleza y originalidad. Una demostración fehaciente de que arte, naturaleza y turismo pueden ir de la mano en un paraje espectacular.





Se preparaban para viajar de regreso a sus hogares, en la tarde aquel domingo que anunciaban mucho calor en la capital. Distinto al que dejaban en aquellos lugares donde habían vivido momentos felices y de buen recuerdo.

Hacían sus maletas y diversos bultos con acentuada rapidez, después de una corta siesta para recuperar las energías gastadas en la última salida. Querían ponerse en marcha antes del crepúsculo, pues los decadentes rayos solares se iban diluyendo entre aquellos enormes cerros circundantes de la villa de Bustares.

 

Septiembre 2025

Eugenio


12 julio 2025

LA TRAGEDIA



Desplegadas sus velas, Iberia, la magnífica e histórica nave, asombro de mil hazañas por los mares del mundo, lucía su bello aparejo e imponente armazón, y una vez más ante nueva aventura empezó a deslizarse lentamente por la bahía enfilando su proa hacia el temeroso océano.

La bahía lucía coloreada de pintorescas embarcaciones y con gentes gozosas despidiendo efusivamente a los navegantes que partían, deseándoles eficaz y pronto regreso a puerto con buenas nuevas con las que alimentar sus estómagos, sueños y pasiones.

Los aleccionados marineros de la distinguida nave, confiados en su capitán y oficiales, estaban eufóricos y expectantes ante los misterios y peligros que conlleva toda aventura en la mar. Todos la afrontaban con desmesurado optimismo y empeño en que el viaje tendría un final feliz, pues en ello les iba su prestigio y credibilidad, y en sus manos estaba el destino de cuantos creyeron por el éxito de aquellos aventureros e intrépidos navegantes.

Otros, en contra, apuestan por su fracaso, advirtiéndoles de los peligros del viaje, por sus erróneas cartas de navegación y adversas previsiones del tiempo en la mar, pues negros nubarrones ya se atisbaban por lontananza, que la elemental prudencia de todo buen marinero debe ser regla de conducta antes de partir para toda aventura por los océanos.

No obstante, ellos desatendieron cuantos consejos y observaciones recibieron de los viejos lobos de mar curtidos en los océanos de la vida, continuando en la proyección de sus fantásticos sueños, para no desilusionar a los marineros que quedaban en tierra, que les vitoreaban con fervor y no menos pasión, estimulando la peligrosa aventura con lisonjas y halagos desmedidos.

Otros, los que querían seguir en un mundo de ficción, en sus cómodas poltronas, con sus silencios apostaban por el éxito de la aventura, aunque dudaban del buen fin del viaje, agradeciendo prebendas recibidas, y recordaban que a veces el silencio es la mejor respuesta, creando cierto estupor en los demás, pero nada hacían ni aportaban, solo esperaban, no querían molestar a la mano amiga.

También estaban buscando oportunidades los distraídos en sus propias aventuras, jugando a espías y policías, destruyéndose por ver cual más daño se hacía. Les perdía sus vanidades y afanes de poder. Discutían entre si son galgos o podencos, sin comprender que el destino podía devorarlos.

Asimismo había vistosas y distinguidas embarcaciones de prebostes agradecidos llegados desde los más recónditos lugares, engalanadas desde la borda a los palos, vergas, jarcias y velas, en un alarde de visible ostentación y derroche, causando la indignación y vergüenza de las demás.

Toda la marinería estaba representada en aquel abanico multicolor de la inmensa bahía, que esperaban la solución de sus problemas con el buen fin de la magna aventura de unos ilusos, pero aguerridos marineros. Todos deseaban que sus hijos siguieran viniendo al mundo con un pan bajo el brazo, en lugar de un lote de deuda que tendrían que atender en el curso de su vida por el coste de la aventura.
Muchos deseaban mantener sus privilegios sin realizar ellos mismos cambio o esfuerzo alguno, proyectando la sensación de cambiar para que todo continuara igual. Con los mismos derroches, igual ostentación y misma falta de moderación en los fastos. Languidecidos y adormecidos en el pesebre de la mano generosa.










Entre las múltiples embarcaciones, estaba una que se distinguía por sus enormes dimensiones, espartana arboladura y escasa pomposidad. Sus marineros tristes, melancólicos y escépticos ante la oscura incertidumbre y futuro de sus vidas, sólo ilusionados por ocupar un lugar donde laborar en la gran nave que se perdía ante sus ojos, navegando entre las brumas de la gélida mañana.

Y todos en general esperaban, cual peregrino a centro espiritual, que un milagro les resolviera sus problemas, con escasa confianza en sus intenciones y menos en el esfuerzo de sus cuerpos.

El capitán de la nave, estaba convencido de haber nacido para realizar grandes gestas, y nadie dudaba de que sus fines fuesen buenos, sino irrealizables, pues el falso optimismo le inducía a continuar en su empeño. Después de un tiempo de navegación no supo atisbar que las furias de Neptuno en forma de murallón de nubes con gran desarrollo vertical, fueron adquiriendo un aspecto abigarrado y caótico que se les venía encima.

El capitán y sus oficiales comprendían que estaban navegando entre la prudencia del que no quiere desatar el pánico y el realismo del que ve la situación tal como es, creando desasosiego entre la marinería ante la falta de capacidad de resolución y valía para afrontar los peligros que acechaba una mar revuelta, momentos en los que se prueba el temple de los héroes, no vacilando ante la misión encomendada y estar a la altura de las circunstancias, pues sobre una mar en calma cualquier marinero sale airoso.

El cielo empezó a oscurecer y con aspecto amenazante, lo que parecía un fuerte temporal terminó en grado de galerna, poniendo en serio aprieto a la nave, que quedaba a merced del fuerte oleaje siendo empujada hacia la costa de la adversidad. Los gobernantes de la formidable embarcación observaron con inquietud la gravedad de la situación y prestos se pusieron a pedir socorro en todas las formas, maldiciendo su destino y culpando a todos de su desgraciada situación.

Cuando llegaron los auxilios la nave estaba medio desarbolada y a la deriva, y durante mucho tiempo se dejaron sentir las lamentaciones y en las almas de todos los marineros quedó la huella de aquella frustrada aventura.

Pasado el tiempo la gran nave aún se repone de los estragos sufridos en aquella monumental tragedia, y en la inmensa bahía todos esperan, pasmados y horrorizados unos, complacientes e indolentes otros; y los que la dirigían, aturdidos y atolondrados soñando con nuevas aventuras que mejoren sus hazañas en el tumultuoso océano, y les permita recuperar la confianza y credibilidad perdidas, y revivir los días de gloria a los que estaba acostumbrada la magnífica nave.

Dicen que la civilización es el progreso histórico del hombre desde el estado de salvajismo a la perfección del ser civilizado. Pero Rousseau ya expresó sus ideas contrarias a la civilización, exaltando el buen salvaje y el estado natural de la humanidad, haciendo responsable a la civilización de la regresión moral de los pueblos.

También escribía Indro Montanelli, en su Historia de Roma: “Que como todos los grandes imperios, el romano, no fue abatido por el enemigo exterior, sino roído por sus males internos”.

julio 2025

Eugenio

18 junio 2025

NUEVO VIAJE POR LOS PUEBLOS DE LA ARQUITECTURA NEGRA DE LA PROVINCIA DE GUADALAJARA


 

Aquel jueves de florida y radiante primavera en la ciudad de Guadalajara,  estrenaban por la tarde un interesante evento artístico en los jardines del emblemático Palacio del Infantado, importante icono de aquella ciudad alcarreña.



Nuestros dos personajes, el abuelo Octavio y su nieto Cesar, habían decidido no perder la oportunidad de asistir, por lo que habían reservado su asistencia por internet, para ellos dos y habían invitado a los padres de Cesar, después de haber almorzado los cuatro en un distinguido restaurante de la ciudad, celebrando el aniversario de la boda de los referidos ancestros.

Una vez más no cesaron de admirar el edificio más hermoso de la capital, el Palacio de los Duques del Infantado, como uno de los más bellos en su género,  peculiar muestra del arte universal.


Fue construido por el arquitecto Juan Gaus a instancias del II Duque del Infantado hacia 1480, concretamente del Duque Iñigo de Mendoza, que mandó erigirlo como muestra de su poder y su posición. Todo en el edificio se aprecia esplendor, destacando la fachada y la decoración interior.

Cristianos y musulmanes colaboraron en su construcción, dirigido por el citado arquitecto, razón por la que están presentes elementos góticos, decoraciones mudéjares y un espíritu principal renacentista. Su magnificencia es tal que los reyes Felipe II y Felipe V, lo eligieron para celebrar allí sus bodas.

La espectacular fachada, merecedora de admirar con detenimiento está labrada en caliza traída especialmente de canteras situadas en la villa de Tamajón, localidad situada a unos 50 kilómetros de la capital.

Otro punto para la confluencia es la portada, inspirada en los esquemas utilizados en los palacios mudéjares del siglo XIV. Y en el interior, el patio de los Leones está resuelto bajo esquemas góticos, destacando figuras de leones y grifos, una iconografía extraída de la tradición islámica.

Igualmente es novedosa la creación de un extenso jardín. Hasta entonces, este tipo de espacios de recreo eran exclusivos de los palacios de Al-Ándalus o de los monasterios que utilizaba la monarquía castellana como residencia eventual.

En la actualidad el Museo de Guadalajara, ocupa la totalidad del edificio. En la planta baja se conservan algunas de las salas de honor en las que se exponen decoración de pintura mural del siglo XVI salas para exposiciones eventuales, y la permanente del Museo en el que se interpreta el Palacio del Infantado y el linaje que lo ordenó construir: la poderosa familia Mendoza.

Al anochecer de aquella feliz jornada, nuestros personajes y su familia regresaron a casa. En el camino, que   realizaron a pie, comentaron sobre la idea de realizar el fin de semana una excursión por la sierra norte de la provincia  y terminar de visitar los pueblos que todavía desconocían relacionados con la histórica arquitectura negra o de construcción  a base de pizarra negra

Poblaciones menores que las que ya conocían por aquella zona, pero no por ello carentes de  encanto, tanto por su original construcción como por  los lugares de extraordinaria belleza donde están enclavados.

Habían decidido salir tempano el próximo sábado, siendo su primera parada en la villa de Cogolludo donde comienza una de las entradas más orientales hacía los referidos pueblos negros.




-Conocías abuelo, comentaba Cesar su nieto, que la bonita población de Cogolludo que vamos a visitar sirvió de retiro al ilustre escritor Francisco de Quevedo, uno de los grandes genios del Siglo de Oro, como es bien sabido, y que fue para él el mejor sitio para encontrar la paz, y que allí pasó largas temporadas de su vida junto a unos grandes amigos.

-Pero lo que quizás no se sepa, es que mantuvo una gran amistad con el VII Duque de Medinaceli, lo que le llevó a pasar largas temporadas de su vida en Cogolludo.

-Abuelo, parece ser que el escritor y duque comenzaron su relación a finales de 1629. Y que Quevedo solía calificar al noble como uno de los hombres más sabios, insignes y generosos de la época, e incluso que era una persona ilustrada, ya que fue doctor en ciencias y en letras, erudito profundo que dominaba el latín, el griego y el hebreo, además de ser una autoridad como teólogo.

-Tal era su apego, que el duque le invitó en varias ocasiones a su lujoso palacio que es el icono de la villa de Cogolludo, anteriormente partido judicial de Guadalajara.

-En definitiva, que para el escritor el municipio alcarreño fue el mejor lugar para encontrar la paz.

-Y como final, para no cansarte, abuelo, Quevedo murió el 9 de noviembre de 1645 en Villanueva de los Infantes, de Ciudad Real, y es uno de los grandes personajes históricos que tienen relación con Cogolludo y los Duques de Medinaceli. Conocer el palacio y la referida historia  es uno de los atractivos de las visitas turísticas a la referida villa, donde además se recitan las más famosas poesías del inolvidable escritor.

-También de Cogolludo escribió, que fue donde pasó los mejores momentos, describiéndolo como un maravilloso lugar  de retiro, no lejos de Madrid, para permanecer olvidado y ver las cosas con la cabeza en calma. En definitiva, el municipio alcarreño fue para el escritor el mejor lugar para la paz,  y pasear por los alrededores de la población.

 -Cesar maravillado quedo por tus conocimientos sobre esta agradable historia que desconocía, no obstante haber estado por Cogolludo en otras ocasiones.

En unos 90 minutos estaban en aquella encantadora plaza principal de la villa de Cogolludo. Aparcaron frente al Palacio de Medinaceli, y en un restaurante cercano desayunaron felizmente.

Después visitaron nuevamente el magnífico edificio, pues no obstante conocerlo de otra ocasión, les habían informado que habían reformado alguna de sus instalaciones para adaptarlo a ciertas exposiciones y demostraciones culturales.

-Cesar, ahora vamos a visitar la primera de las pequeñas poblaciones de la arquitectura negra, llamado Almiruete. Pero de camino pararemos para apreciar la situación del embalse de Pozo de Ramos, que con las frecuentes lluvias caídas creo que se encuentra en su límite.



Así lo hicieron, observando con cierta alegría ver el referido embalse situado en el cauce del río Sorbe, enclavado entre la sierra de Ayllón y la del Alto Rey, inaugurado en 1972 para derivar el agua del río Sorbe al canal del Jarama, junto al embalse de El Vado, para el uso por el Canal de Isabel II y abastecimiento de agua a Madrid.

Este monumento hidráulico es uno de los cinco que goza la zona norte de la provincia de Guadalajara: El Vado,  Alcorlo,  Beleña y de Pálmaces.

Después de hacer una pequeña ruta por los alrededores del embalse, siguieron el camino en dirección a la población de Almiruete, otra más de las despobladas de la provincia.



Situada en la sierra de Ayllón, en la falda sur de la Peña del Reloj, subsidiario del pico de Ocejón, a 1087 metros de altitud sobre el nivel del mar,  y cercano a las hoces del río Sorbe. Enclavada en el Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara, cerca del Hayedo de Tejera Negra y en plena ruta de la arquitectura negra.



La población alcanzó su apogeo en 1881 con 328 habitantes. Desapareció en 1970, al ser incorporado, junto con los de Muriel y Palancares al de Tamajón, cuando solo contaba con cinco vecinos. Ahora con 15 aún conserva su fisonomía de siempre, y es un ejemplo de la arquitectura negra propia de la zona, y sobre ella están edificados todos sus edificios, entre los que se encuentra la Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora, de estilo románico.


Han recuperado la fiesta de botargas y mascarillas, que la sitúan a más de 1000 años de antigüedad, por lo que está declarada de Interés Turístico Provincial, desde 1985, que celebran en carnaval, y se ha creado un pequeño museo que conservan máscaras y atuendos de varios siglos.



Nuestros personajes hicieron una ruta corta por el sabinar de Almiruete, y después ascendieron al mirador llamado Pico Cabeza de Almiruete, desde donde observaron unas  impresionantes vistas del entorno de la sierra.

Después continuaron visitando otras localidades menores de la arquitectura negra, pero fijaron la villa de Campillo de Ranas para almorzar ese día y pernoctar, ya que las siguientes poblaciones no gozaban de la infraestructura necesaria para las referidas necesidades.



Considerando que tenían muchos caminos por recorrer el domingo por la mañana, se fueron a dormir ponto después de una ligera cena, y madrugaron para continuar con su aventura turística.

La siguiente población fue Robleluengo, pedanía de Campillo de Ranas, y una población de 9 vecinos, uno más de la Guadalajara vaciada, pero rodeada de espectaculares parajes naturales. El enclave más relevante es el denominado Valle de los Robles, donde pudieron admirar un magnífico bosque de robles centenarios, con el río Jaramilla en el fondo del valle como marco de excepcional belleza. Y de su arquitectura sobresale la totalidad de sus edificaciones en pizarra negra, sobrias construcciones que se mimetizan con el entorno natural del territorio, conformando una considerable armonía.








Después se acercaron a otra población, también pedanía de Campillo de Ranas, se trataba de Roblelacasa, que a mediados del siglo XIX tenía 40 casas y unos 20 vecinos, actualmente tiene 27. En esta pequeña  población se repite un patrón muy característico de la fascinante arquitectura negra popular, y que las calles no son el eje que vertebra el urbanismo de las poblaciones, sino el agrupamiento  algo caótico de las viviendas y edificios destinados a animales y huertos, conformándose un conjunto urbanístico de inusitada belleza anárquica y asimétrica, como un laberinto de calles y callejones por los que a duras penas puede circular el tráfico rodado.








Es el reflejo de una economía humilde y autárquica donde todos los pobladores disponen de construcciones anejas dentro de la propia vivienda, donde alojan los animales que constituyen la base de su sustento vital, así como los mulos para el arado romano, los cerdos, gallinas, cabras y ovejas.



Nuestros personajes tenían pensado finalizar su original viaje turístico por otra población menor llamada Corralejo, pedanía de la villa de El Cardoso de la Sierra, que contaba con 15 habitantes, y gozaba de las características similares a las anteriores poblaciones de la arquitectura negra que habían visitado. Esta aldea cuenta con una singular ermita bajo el nombre de San Agustín, único edificio religioso. En los alrededores se encuentran los impresionantes barrancos del río Jaramilla, y el cerro de Corralejo de unos 1300 metros de altitud.



-Cesar, después de haber disfrutado este fin de semana de algunos inolvidables rincones, rebosantes de encanto en esta comarca de la  Sierra Norte de la provincia de Guadalajara, lugares  que nos trasladan a tiempos remotos de la historia, vamos a regresar a nuestra población base de Campillo de Ranas para degustar una merienda-cena, pues tarde hemos terminado nuestra aventura y esperamos algo nos puedan servir para reponer las fuerzas perdidas.

Después partieron para su hogar cuando el sol se perdía entre los altos cerros de aquel encantador paisaje.

Eugenio

Junio 2025