El cuadro expresionista El Grito que pintó el noruego Eduard Munch en 1893, solo el autor podría describir el rostro angustioso de la persona que grita reflejada en su famosa obra. No se sabe si pretendía dejar constancia de la angustia personal del pintor o si también deseara esconder una crítica a la forma de organización socioeconómica de la época. En definitiva si Munch grita contra las injusticias sociales y las desigualdades económicas que se vivía en el momento y lugar en el que se pintó el cuadro.
Los tiempos actuales apuntan a situaciones similares a las que parece ser vivió el referido genio.
Ayer nos despertamos, un día más, como la crónica constante de un mal sueño, con la trágica noticia de las muertes de emigrantes procedentes de Africa que sueñan con arribar en las costas de la supuesta tierra de promisión, huyendo de las miserias que viven en sus países de origen. Un día más: ¡Que tragedia, nueve niños y seis adultos una vez más sacrificados en la mar! Niños, mujeres y hombres que se embarcan en miserables condiciones en pateras o cayucos, hacinados como bestias en una aventura hacia la muerte en muchos casos, y en el mejor de ellos llegar a su destino desfallecidos por el hambre y la sed, con escasas posibilidades de poder quedarse a recoger las migajas que el opulento mundo desarrollado les pueda dar, pues sobre ellos pesa la temida repatriación, para volver a empezar.
Todo ello en los momentos que la gente prepara sus vacaciones de recreo con delirio y despreocupación de lo que está ocurriendo en muchas partes del mundo.
No obstante muchos ciudadanos, a modo del grito de Munch, expresan con asombro y horror, perplejos e impotentes observando con tristeza la tragedia que viven muchas personas que apelan con desesperación para que les tengan en cuenta y puedan participar de una mayor igualdad en el reparto del bienestar que se goza en los países ricos, a pesar de que los que gobiernan las naciones vienen haciendo esfuerzos en ayudas y colaboraciones, pero con tibieza y gran hipocresía, ya que se evidencia son insuficientes por los resultados que se están viendo.
Los países poderosos están más interesados en su propio bienestar, proveerse de armas cada vez más sofisticadas para defenderse de hipotéticos enemigos y prepararse para el Apocalipsis de la guerra, con cifras enormes de sus presupuestos para la defensa, en detrimento de lo que se debería aplicar en la ayuda para los países subdesarrollados; y controlar en mejor medida el destino de los fondos de ayuda, para que sean utilizados correctamente y no vayan a parar a manos indeseadas, y también acabar con aquellos indolentes que trafican con la miseria humana.
Asimismo “enseñarles a pescar” para que obtengan el sustento por su propio esfuerzo y ayudarles para que se conozcan sus productos en el mundo desarrollado, sin cortapisas como parece ser ocurre hasta ahora.
Se ha dicho siempre que solo el hombre y la mujer entre todos los seres han sido dispuestos a la felicidad en esta vida, y esas personas a las que se mira con cierta reserva y desconfianza, con la impresión de que vienen a arrebatarnos nuestra privilegiada posición y alterarnos el bienestar social que gozamos, también tienen derecho a ser felices, pues nuestra avaricia, tibieza e hipocresía extingue en la mayoría de los seres humanos el amor hacia todo verdadero bien.
Madrid 11 de agosto de 2008
Asimismo “enseñarles a pescar” para que obtengan el sustento por su propio esfuerzo y ayudarles para que se conozcan sus productos en el mundo desarrollado, sin cortapisas como parece ser ocurre hasta ahora.
Se ha dicho siempre que solo el hombre y la mujer entre todos los seres han sido dispuestos a la felicidad en esta vida, y esas personas a las que se mira con cierta reserva y desconfianza, con la impresión de que vienen a arrebatarnos nuestra privilegiada posición y alterarnos el bienestar social que gozamos, también tienen derecho a ser felices, pues nuestra avaricia, tibieza e hipocresía extingue en la mayoría de los seres humanos el amor hacia todo verdadero bien.
Madrid 11 de agosto de 2008
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