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Algo sobre mí

Algo sobre mí

Empleado de banca jubilado, amante de la música y la literatura, la naturaleza y las humanidades. Nacido en Guadalajara y conocedor ferviente de la provincia. Actualmente con residencia en Madrid, después de un largo peregrinar por diversas ciudades en razón a mi profesión; que ahora con ilusión trato de vivir esta nueva aventura, pues siempre he creído que la providencia nos ha dado el sueño y la esperanza como compensación a los cuidados de la vida.

05 junio 2018

EL PALACIO DEL INFANTADO



Amaneció un día de baja temperatura en el primero del mes de mayo, después de un largo invierno. Apenas unos tibios esplendores de una primavera que los alcarreños esperaban con mucha ilusión, pero que en esta ocasión se retrasaba de forma inusitada. No obstante, estaban acostumbrados a la dureza de la variante climatología que por aquellas tierras  suele acaecer. Pero estaban contentos y así lo manifestaban sus gentes, por las importantes lluvias que se habían registrado en las últimas semanas, incrementando el embalsamiento de los pantanos situados en la provincia de Guadalajara. Ilusionados por ver recuperar la belleza paisajística a que les tenían acostumbrados en los primeros años de su inauguración en la década de 1950/60, y que suponía un importante auge turístico, perdido en gran parte por pertinaces sequías y frecuentes  trasvases de la cuenca del río Tajo a la región levantina.

Aquel día brillaba un sol espléndido, por lo que Octavio sugirió a su nieto dar un paseo por la ciudad y visitar el Palacio del Infantado, una de las joyas del arte gótico civil, situado en el lugar donde ocupaban otras propiedades de don Pedro González de Mendoza, primer duque de la dinastía alcarreña. Lo conocían por haberlo visitado en varias ocasiones, especialmente el abuelo de Cesar, con motivo de ver la realización de algunas de las reformas que se fueron realizando en el devenir de los tiempos desde su construcción, pero especialmente las llevadas a cabo en la segunda mitad del siglo XX. Ahora lo hacían por conocer, especialmente,  el nuevo Museo Provincial de Bellas Artes.


Ese palacio es la joya arquitectónica más importante y representativa que la ilustre familia de los Mendoza ha legado a la capital alcarreña, y simboliza el arte y la historia de Guadalajara, pues en el monumental palacio pusieron lo más intenso de su carga intelectual y humanística, y el más acendrado sentimiento de apego hacia su tierra alcarreña. Se construyó por voluntad del segundo duque del Infantado don Iñigo López de Mendoza a partir del año 1480, y al terminar el siglo XV lucía el monumento todo su esplendor.


Así venía a introducir brevemente el abuelo, a su nieto Cesar, la historia que él conocía. Pero su nieto más conocedor de los más de quinientos años transcurridos desde que se iniciara su construcción, quiso demostrar sus conocimientos desde que inició su carrera universitaria de Turismo, apostillando lo siguiente:

-Abuelo, no es por presumir, pero desde hace tiempo estoy muy interesado por el devenir en los tiempos del famoso palacio, que alberga el Archivo Histórico y Museo Provincial, digno de ser visto por cuanto contiene de interés, no solo a nivel provincial, sino también por el gran contenido histórico de España, por cuantos personajes pasaron por sus estancias y los importantes acontecimientos que allí acaecieron. Y está declarado Monumento Nacional desde 1914.

Decidieron dar un largo paseo desde su domicilio, trascurrido a lo largo de los Jardines de la Concordia, y después a lo largo de la calle Mayor, que se vestía de gala por la festividad que estaba preparando el mundo sindical, para celebrar la gran fiesta universal de los trabajadores.

A lo largo del paseo Cesar siguió con su charla:

-Te comento abuelo, el palacio fue trazado y dirigido por el arquitecto Juan Guas, y diversos artistas mudéjares participaron en los aspectos decorativos.  También fue autor del castillo mendocino del Real de Manzanares, así como del monasterio toledano de San Juan de los Reyes, de la Hospedería Real de Guadalupe, y realizó varias obras en la catedral toledana.

-En 1569- continuó- el quinto duque del Infantado, inició una serie de reformas que tendían a parangonar su palacio con el que el rey Felipe II levantaba en Madrid; por lo que puedes deducir la importancia del señor Duque en aquellos tiempos, así como la influencia que tuvieron sus antepasados, como el cardenal Mendoza en la época del reinado de los Reyes Católicos.

-Abuelo, quiero recordar que por Guadalajara pasaron en varias ocasiones los Reyes Católicos, y una muy especial en 1487, en que se aposentaron en el palacio ducal, camino de Aragón acompañados por  su Canciller don Pedro González de Mendoza, coincidieron con su hermano Iñigo, el segundo duque del Infantado, que  estaba por entonces construyendo el palacio, ya habitable y en condiciones dignas de recibir a los reyes, quedando estos maravillados del monumento que había diseñado el referido arquitecto, a quien poco después le harían artífice de las obras reales.

-Abuelo, no quisiera aburrirte con tanta crónica relacionada con el palacio que vamos a visitar, pero es que así voy practicando por cuanto me va a demandar ejercer mis estudios de turismo. Además de considerar que el palacio tiene una larga cadena  de ilustres personajes que pasaron por él, y donde se fraguaron acontecimientos importantes de la Historia de España.

-Por ejemplo, y a modo de anécdota histórica, que después de la famosa batalla de Pavía, librada en Marzo de 1525 en las proximidades de la ciudad italiana de Pavía entre el ejército francés al mando del rey Francisco I y las tropas imperiales de Carlos V, habiendo sido derrotadas las tropas francesas, su citado rey, siendo  prisionero, pasó varias jornadas en el Palacio del Infantado, hasta que siguió su destierro en Madrid, donde fue  encerrado en la famosa  Torre de los Lujanes, situado en la plaza de la Villa.

-Abuelo, lo que no entiendo, es que el tal personaje que tanto duelo hizo a España y a su emperador, según cuenta la historia o leyenda, fuese un huésped tan bien agasajado durante las jornadas que estuvo en nuestra ciudad, y creo que la cosa continuó por la capital del reino. Así que no me extraña que nos digan que somos un poco quijotes, pues ya por entonces practicábamos.

-Querido Cesar- dijo su abuelo- estoy orgulloso de cuanto conoces de la historia de nuestro querido monumento, que es conocer una parte importante de España en este humilde rincón de la Alcarria, pues efectivamente, como bien dices, se desarrollaron importantes acontecimientos, y curiosas aventuras que vivieron personajes históricos.  Si me permites, por si no lo sabes, ocurrió una de ellas, durante el reinado de Felipe IV, real varón y  caprichoso de bellas féminas, pues parece ser que llegó a tener 34 hijos ilegítimos.

-No obstante, había tenido ocho hijos con su primera esposa Isabel de Borbón, y otros cinco con Mariana de Austria. Parecía haber nacido para procrear y menos para reinar España. Era público  y notorio que acostumbraba a frecuentar de incógnito los palcos de los teatros populares de Madrid, en busca de aventuras amorosas; en una de las cuales conoció a la que sería su favorita, la famosa actriz del Siglo de Oro, llamada María Inés Calderón, a la que apodaban “La Calderona”, circunstancia que destaco por estar relacionada con Guadalajara.

-Realizó varias salidas oficiales por tierras de Aragón, parando en el Infantado para pernoctar, y de tapadillo acercarse al monasterio benedictino de Valfermoso de las Monjas, en el valle del río Badiel, cerca de la villa principal de Jadraque, para visitar a  la referida amante, que de forma muy particular había dejado los escenarios para mantener relaciones amorosas con el rey.

-Tan amorosas que de ellas nació el infante bastardo don Juan José de Austria, único hijo ilegítimo reconocido oficialmente en vida del rey. Quiso reinar España en la época de su enfermizo hermano Carlos II “El Hechizado”. Tuvo una larga historia y muchas vicisitudes, y parece ser que su ambición le costó la vida, perdida en extrañas circunstancias.

-Cuenta la historia o leyenda que, el rey Felipe IV, para ver a su amada, llegó a saltar hasta las vallas del convento para no ser visto, algo rocambolesco, Cesar, y es que cuando un hombre pierde la cabeza por una mujer, suele hacer muchas tonterías, en este caso hasta hacer tambalear su reino. Te lo cuento como aviso a navegantes, que la infidelidad tiene amargas consecuencias, así como que no hay más alta virtud que la prudencia, que aquel rey parece que la perdió entre bastidores teatrales.

-Abuelo, la verdad que no conocía esas anécdotas de aquel pintoresco rey, pues en lo  estudiado por mí me lo describían más discreto, aunque era evidente que fue un mal rey, en una época de  deterioro de la monarquía y por ende la decadencia de España.

-Lo que sí parece es que hubo cierto paralelismo con el otro bastardo hermano del rey Felipe II, Juan de Austria, engendrado por el emperador Carlos V fuera de su matrimonio real. Pero aunque ambos bastardos fueron buenos soldados e ilustres marineros, nunca alcanzó el hijo de “La Calderona”, el talento militar de don Juan de Austria, vencedor de la famosa batalla de Lepanto.

-Querido abuelo, creo que uno de los acontecimientos más importantes que se desarrollaron en nuestro Palacio, fue con la llegada de la que sería la tercera esposa del rey Felipe II, Isabel de Valois, hija de Enrique II, rey de Francia y de Catalina de Médicis. Fue efímera su vida, ya que murió de parto del tercer hijo a los ocho años de su boda, celebrada el 2 de febrero de 1560, y era la primera vez que se veían cara a cara.

-Contaban los cronistas de la ciudad de Guadalajara, que la población les recibió con todos los honores y estaban felices por el insólito acontecimiento que estaban viviendo; y hasta el rey se había vestido íntegramente de blanco, inusual en él,  manifestando su alegría y esperanza en su tercer matrimonio. Fueron frustradas sus ilusiones, por la muerte de la reina a los 22 años de edad.

-También pasó por nuestra ciudad el efímero rey Carlos II, que se aposentó en el Palacio; pero parece ser que no fue muy sonado su recibimiento.

-Tuvo como escenario el encuentro del rey Felipe V con su segunda esposa Isabel de Farnesio, por motivo de ratificar su boda por poderes. Y también en plena guerra de sucesión, de regreso victorioso después de la batalla de Villaviciosa, acaecida cerca de la villa de Brihuega, tras proclamarse rey frente a las aspiraciones del archiduque Carlos de Austria.

-Sobre la estancia y aposento de los Borbones en el Palacio del Infantado, existen varias historias. Por ejemplo Isabel II, la de los tristes destinos, que gustaba de enamorar con una sucesión de amantes, después del fracasado matrimonio con su primo carnal Francisco de Asís de Borbón, hasta la revolución de 1868, al ser destronada y exiliada a Francia. Venía de vez en cuando a Guadalajara para visitar a su amiga íntima Sor Patrocinio, conocida como la “Monja de las Llagas”, religiosa de la Orden de la Inmaculada Concepción. Fundadora de varios conventos, murió y fue enterrada en el Convento del Carmen de Guadalajara en 1891, y actualmente en proceso de beatificación. Parece ser que tuvo mucha influencia sobre la reina, por lo que llego a ser desterrada también a Francia con motivo  de la citada revolución.

Nuestros personajes, antes de pasar a visitar el Palacio y su museo, pararon ante la impresionante fachada, considerada de las mejores entre los palacios renacentistas españoles; destacando la puerta de entrada, con un arco gótico coronado por el escudo de la familia Mendoza, con dos faunos salvajes a los lados, y la parte superior que tiene una preciosa galería abierta.


-Te cuento abuelo, que en el siglo XIX, el alcarreño Palacio del Infantado, señera mansión de los Mendoza pasó a propiedad del Estado, que lo destinó a colegio de huérfanas de la última guerra carlista, y durante nuestra desgraciada Guerra Civil sufrió grave deterioro, especialmente en los techos de artesonado mudéjar, por lo que los trabajos de restauración han sido importantes, mejorándolo constantemente hasta en los tiempos actuales.


Abuelo y nieto pasaron al interior del Palacio donde, entre otras maravillas, se alberga el magnífico Patio de los Leones, en dos niveles con arcos sobre columnas retorcidas. En los arcos hay abundante decoración con animales fantásticos, como leones y grifos. Escoltando las figuras simbólicas están los escudos de la familia de los Mendoza, así como frases recordando la grandeza de los arquitectos que construyeron el palacio.


-Abuelo, el conjunto histórico artístico del patrimonio del museo está dividido en tres secciones: Bellas Artes, Etnografía y Arqueología. Lo más notable entre su colección son unos cincuenta cuadros de la escuela hispano-flamenca, destacando entre otros ilustres creadores, lienzos de Alonso Cano, Carreño de Miranda, Alonso del Arco y José de Ribera; y los grupos escultóricos de Luisa Roldán.



-Toda la grandeza que encierra el monumento en el que estamos, sería arduo detallar, por lo que vamos a acudir a la tienda del Museo donde podremos adquirir un libro sobre la historia del Palacio para regalárselo a mis padres, ya que ellos no han tenido la oportunidad de acompañarnos en la visita, y así en casa lo tendremos para más amplia información de su glorioso pasado.


Después de la visita al Palacio, nuestros personajes decidieron dar un paseo por los bonitos y muy cuidados jardines anejos del monumento; el torreón de Alvarfañez de Minaya, recordando a este ilustre personaje, uno de los principales capitanes del rey Alfonso VI de León, que a principios del siglo XII reconquistó a los musulmanes la ciudad de Guadalajara, al que se le honra en el escudo de nuestra ciudad.




Una vez más abuelo y nieto, hermanados en sus salidas por Guadalajara y su provincia, estaban felices de haber pasado una mañana dichosa, aprendiendo y recordando una pequeña parte de la larga historia de la ciudad que amaban.

El amor, la voluntad de aprender y de conocer; el trabajo y la pasión por cumplir los sueños, son alas del espíritu de las grandes hazañas. El querer lo es todo. Todos tenemos que enseñar a los demás por poco doctos que sean, y todos tenemos que aprender de los demás por muy entendido que te creas.

“Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito, repitiendo todos los días los mismos senderos, quien no cambia de rutina, quien no lee, no viaja, no escucha música, no puede hallar encanto de sí mismo” Pablo Neruda.

Junio de 2018                                     Eugenio





19 marzo 2018

MISCELANEA



Susana y Alfredo, con 21 años ella y 23 años él, ambos oriundos de la bonita ciudad de Ronda, se habían conocido hacía poco tiempo y estaban muy enamorados. Ella era una linda muchacha de cabellos de oro y las mejillas como rosas, con dos bellos ojos  de mirada profunda, y gozaba de buenos sentimientos. Mujer amable y prudente, de la que se enamoró Alfredo apasionadamente, siendo correspondido por ella en la misma medida. Alfredo gozaba de ser hombre de aspecto atlético, ancho de hombros y fuertes brazos, que demostraba gran agilidad de movimientos, conseguida su fortaleza en razón a los rudos trabajos que hasta el momento había desarrollado.

A los pocos meses de haberse conocido decidieron contraer matrimonio, pero las circunstancias laborales no les eran propicias para emprender tan importante empresa.

Un paisano y amigo de Alfredo, que había emigrado a la provincia de Guadalajara, estando de vacaciones por Ronda, y conociendo la situación en la que se encontraba su paisano, le informó que tenía posibilidades de  encontrar trabajo en las obras de construcción de la presa del pantano de Entrepeñas, situado a pocos kilómetros de la villa de Sacedón, que se venían realizando desde principios de la década de 1.950.

Al poco tiempo allí estaban los dos amigos trabajando, en duras condiciones, pero económicamente muy favorables, lo que sería positivo para Alfredo para conseguir sus ilusiones de desposar a su novia.

Al segundo año de estancia por tierras alcarreñas, aprovechando unas vacaciones,  Alfredo sugirió a su novia que podían casarse con los ahorros obtenidos y así poder vivir juntos en una casa que pensaba alquilar en Sacedón, donde vivirían hasta que terminaran las obras de la referida presa. La inauguración, prevista para el verano de 1958, la realizaría el Jefe del Estado Francisco Franco. Después pensaban comprarse una casita en la ciudad de ambos con los ahorros que habían calculado.

Susana quedó emocionada por tan esperada noticia, que pronto comunicó a su familia. El manifestaba que no podía estar tanto tiempo sin verla y le confesaba con sinceridad su amor incondicional por ella; al oírle a ella le brillaron sus bonitos ojos y le abrazó y besó con pasión olvidándose de todo recelo y prejuicio.  Se prometieron amor eterno.

Fue dura la espera hasta que llegara aquel momento en el que tenían puestas sus ilusiones y mucha esperanza. Alfredo ya había decidido buscar la vivienda que había comentado y comunicó a su novia que se casarían en las vacaciones del próximo verano. Fueron días de mucho gozo pensando en el feliz porvenir que tanto ilusionaban.

Al regreso Alfredo lo celebró con sus compañeros de trabajo en alegría compartida, exteriorizando la emoción que sentían por el enamorado compañero;  entre bromas y chanzas burlescas sobre el nuevo estado que el compañero iba a vivir, disfrutaron además de un ágape regado de bebidas de todo tipo por el feliz acontecimiento. Reinaba buen humor y con ánimos algo encendidos por el alcohol ingerido, se dieron en hacer apuestas por ver cuál de ellos era el más rápido en cruzar la presa sobre ambos muros, a derecha e izquierda de la calzada por la que en su momento pasaría el tráfico rodado y las personas.

Alfredo lo hizo por un lado y su amigo y paisano por el otro, que después lo harían los demás de la cuadrilla que formaban. En ello iban sin reparar el peligro que asumían. Al aproximarse al centro de la presa donde se retranqueaba el muro para formar un mirador, Alfredo tropezando en un saliente de la obra todavía no terminada, perdió el equilibro cayendo al agua desde una altura cercana a los veinte metros. La desgracia se acrecentó al no saber nadar. Ante la atónita mirada de sus compañeros nada pudieron hacer para salvarle. Tardaron varias horas en recuperar el cuerpo del desgraciado joven, cuando llegaron los servicios de socorro y en una barca le sacaron ahogado.

Los compañeros estaban aterrorizados y no acertaban a comprender, de qué forma tan estúpida habían perdido a un compañero que, minutos antes, estaba tan ilusionado por ver realizados sus sueños.

Comunicaron la desgracia a su familia y a su novia, pero a ésta no la encontraron. Sólo vieron una nota que había dejado en la mesa de su dormitorio: “No puedo soportar su muerte, deseo que me enterréis en la misma sepultura junto a Alfredo”.

Al poco tiempo corrió la noticia por la ciudad que una joven se había tirado al vacío desde el famoso puente que corona Ronda.

Doble tragedia que puso en luto a la bonita ciudad. Las dos familias decidieron cumplir con los deseos de aquella joven enamorada, unirlos en una misma sepultura, juntos toda la eternidad.

No hay barricadas que detengan la fuerza del amor…

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Sucedió en una villa alcarreña, donde un matrimonio poco avenido y mucho en discrepancias, teniendo libre una parcela  de tierra después de la sementera para el cereal de su sustento, y de los animales que utilizaban para la labranza, y también para los que servían de alimento, decidieron cada uno sembrar por su cuenta: El hombre sin decirle nada a la mujer, plantó escarolas y lechugas. La mujer, sin decir nada a su marido, plantó garbanzos y judías.

Cuando ambas semillas empezaron a brotar, la mujer arrancó los brotes de lo que había sembrado el marido, pensando que eran malas hierbas. Asimismo hizo el marido con lo que había sembrado su esposa, llevado por el mismo error.

Así no creció nada de cuanto habían sembrado.

El escaso diálogo, que en ocasiones acompaña también el desmedido amor propio o desamor, vanidad y soberbia, como ocurre en muchas de las aventuras humanas, se olvida la sencilla y humilde comprensión que debe prevalecer en las personas con buenos sentimientos, amantes de la paz, de la concordia y del mutuo entendimiento.

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Cuentan de Santa Teresa de Calcuta, ejemplo de virtudes, que estando invitada a la apertura de un congreso eucarístico internacional en la ciudad de Bombay, presidida por el Papa Pablo VI; por el camino hacia aquél acto, se encontró a dos moribundos, que parecía un matrimonio, que estaba junto al abrigo de un árbol. Representaban el mal fruto de la miseria en la que vive gran parte de nuestro mundo, y especialmente las gentes de aquél lejano país en el que se encuentran grandes contrastes en la vida de sus ciudadanos.

Aquella Santa mujer que vivió hasta su muerte en favor de los más necesitados, se detuvo para atenderles cuanto pudiera en lo que aquellas pobres personas necesitasen. Poco pudo hacer por aquél el hombre que en sus brazos murió. La mujer que sobrevivía casi sin aliento, que solo era un manojo de huesos, a duras penas la cargó sobre sus hombros, con la ayuda de una compañera, la llevaron a un centro de su congregación donde la atendieron salvando su vida, una más de cuantas hubo en su larga historia.

Después siguió su camino, pero ya entonces la ceremonia había concluido. Se justificó ante su Santidad, que no había podido asistir por atender cosas importantes, salvando una vida humana, pero que estaba triste por no haber podido salvar a otra vida que también lo merecía.

Recibió la bendición de Pablo VI y siguió su camino haciendo siempre el bien. Muchas como ella harían falta para que este mundo marchara mejor.

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El sainete va a empezar. Se apagan las luces. Se eleva el telón lentamente.

Por un lateral del escenario aparece Puigdemónt. Detrás le siguen sus fieles aliados en su plan de sedición. Todos vienen de negro entonando la canción Els Segadors. Después se hace un silencio sepulcral. Vienen de enterrar su particular república bananera, y el Puigdemónt empieza a parlar, otros dicen delirar: ¿Qué habremos hecho Señor para merecer este final, cuando solo pretendimos la arcadia feliz para nuestro pueblo? Y ahora estamos huidos, la Justicia nos persigue y a punto de estar presos, la mazmorra nos espera. La tristeza nos embarga, que así harán con nuestros bienes, que tanto esfuerzo costaron a cuenta del tres por ciento, que a buen recaudo por Andorra se enviaron con mucho tiento. Por Bélgica no quieren ni vernos, y Europa nos da la espalda por más que intentamos  quererlos.

Nosotros que alcanzamos la conciencia de la verdad universal, ahora nos hacen adjurar de nuestro sabio ideal. Y yo como gran líder que soy, conducir quiero a mi pueblo hacia horizontes de ensueño, liberándole de las cadenas del Estado que nos roba y nos subyuga.

En el otro lateral del escenario, aparece entre barrotes un hombre gordito que parece ser bizco, que en su afán nacionalista ha seguido a su jefe hasta el final, y en una cárcel se encuentra redimiendo lo que muchos empezaron y unos pocos terminaron la locura de su empresa, que por bien pensado tenían y malamente terminaron.

Traidor y cobarde le llama con voz altisonante al que fuera su presidente, y añade: “Aquí postrado estoy mientras tú de libertad disfrutas, tus afines con lisonjas y aplausos te tienen y hasta admirado por algunos infelices te sostienen. Tus numerosas simplezas me hacen sospechar que la cárcel eludes, aunque por iluso te tienen y cuentan que el sentido común perdido lo tienes”

Un espectador comenta con su vecino de butaca: Y aquel compañero de mirada extraña, que entre barrotes se explaya con diatribas vanas, veremos qué pronto sale con una ligera fianza, pues todos al final adjuran, reniegan de sus malsanas intenciones sobre la fantasmal república, aunque falsamente sea.

Por el centro del escenario aparece un mago que representa al Gran Solucionador, que pausadamente se dirige a Puigdemónt: “Deja de dar paseos por las calles y platós de la Bélgica luterana, que en tiempos pasados dominaron nuestros tercios, y entrégate a la Justicia de España, y verás que bien te trata; pues aquél tu compañero que entre barrotes platica, pronto estará en libertad  por una ligera fianza, pues todos los implicados en tan fantasmagórica misión estarán pronto en casa, a pesar de haber convertido aquella bonita región en El Patio de Monipodio. Y tu infeliz preboste que juegas con tu destino y el de muchos de tus paisanos, a qué esperas si todo lo tienes perdido, que lo que ha empezado en sainete, ha terminado en ridículo, burlesco y extravagante.

Entre largos aplausos, baja el telón, que el primer acto ha terminado, pero la función sigue, que el decorado y los actores se renuevan.

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Aquella mañana primaveral Octavio había convencido a su nieto Cesar, para dar un paseo por los jardines de la Concordia y los de San Roque, lugares muy frecuentados por la población alcarreña, disfrutando del frescor que por ellos se sentía, y contemplando los densos arbolados y armoniosos jardines de singular belleza, que irradiaban serenidad y gozo su contemplación.

Llegaron hasta el final del parque que lleva su nombre en razón a la ermita construida hace muchos años en honor a San Roque. A este Santo se le conoce en la tradición cristiana, junto a San Cristóbal y San Rafael, como patronos de quienes realizan peregrinaje. Nació en Montpellier, Francia, entre los siglos XIII y XIV.

Parece ser que pertenecía a familia adinerada, quedando huérfano en su juventud. Influido por la cita del evangelista Mateo, vendió su herencia para dársela a los pobres, con el deseo de seguir una vida de pobreza, enseñar la fe cristiana y servir a los enfermos. Fue peregrino desplazándose a Roma, recorriendo otras ciudades de Italia, atendiendo a los más necesitados, especialmente a los afectados en su época por la peste.

Parece ser que en Venecia, en ocasión de la pandemia por la citada enfermedad,  fundó una cofradía dedicada al hospedaje y curación de enfermos, Por esta razón se le considera el santo protector de la peste y de otra clase de epidemias.

Es muy venerado en el citado barrio que lleva su nombre en la ciudad de Guadalajara, y se cuenta que realizó hechos extraordinarios entre los enfermos que acudían implorando su curación. Fue canonizado por la Iglesia Católica en 1584, celebrando su festividad el l6 de Agosto.

Cesar, te cuento lo referido a San Roque, cuya ermita observas está situada a extramuros de la ciudad, al final del citado barrio y de los jardines que también toman su nombre, por tratarse de uno de los grandes santos populares que ha suscitado mucha devoción en todo el mundo, por los favores que se le atribuyen a lo largo de los siglos; y así parece que ocurrió en épocas lejanas por hechos acaecidos en Guadalajara en tiempos que azotó la peste, razón por la que se le erigió la ermita que ahora contemplas.

Y ahora Cesar, te contaré un hecho extraordinario que ocurrió en esta ermita, me disculparás si ya te lo he narrado en alguna otra ocasión, que a estas alturas de la vida uno se vuelve algo desmemoriado y por ende repetitivo. Como me lo contaron te lo cuento. Corría el mes de abril de 1965 y les ocurrió a una buena mujer que habitaba en este barrio, por cuyo santo sentía especial devoción, y a su hijo, que le acompañaba. Ambos llevaban en un cochecito para bebés, a una niña, nieta e hija respectivamente de ambos personajes.

Al llegar a la ermita, el padre quedó algo desplazado contemplando la belleza del panteón icono de la ciudad, que, cercano de aquél lugar, se eleva majestuoso con su magnífica cúpula de cerámica vidriada. Goza en su cripta de impresionante grupo escultórico representando el cortejo fúnebre de la Condesa de la Vega del Pozo y Duquesa de Sevillano, impulsora de aquel monumento, considerado uno de los mejores conjuntos arquitectónicos del siglo XIX. La ilustre señora se distinguió también por su atención a los más necesitados de la ciudad de Guadalajara.

Mientras la abuela estaba orando ante San Roque, sintió un fuerte golpe sobre el cochecito donde dormía la niña, que había quedado debajo de un tejaroz, previo a la entrada de la ermita. La abuela desesperada observó como una recia viga de madera que estaba reforzando una columna que sustentaba el tejaroz del atrio, se había desprendido cayendo sobre el cochecito en el que dormía la niña. La abuela con las manos sobre su cabeza, y el padre acudió rápido con el horror que produce un funesto presagio, pues pensaron que a la niña le había pasado lo peor. La tomaron en sus brazos y rompió a llorar desconsoladamente, más por el susto que por herida alguna que se le apreciase. No obstante la llevaron al hospital que estaba cercano al barrio, donde les confirmaron que la niña se encontraba perfectamente.

La evidencia para los atribulados familiares y entre los vecinos del barrio y extendido por la ciudad, era que San Roque había salvado la vida de la niña. Otros pensaron que fue fruto de la casualidad.

Cesar, yo lo dejo a criterio de unos y de otros, como así suele ocurrir en hechos  extraordinarios. Es cuestión de fe. Pero aquella familia creo que quedó marcada para siempre, al considerar que la salvación fue fruto de la Divina Providencia llevada de la mano de este venerado Santo.

Lo que fue muy acertado es que la Hermandad de la ermita consideró que había que dejar terminados los trabajos de restauración que tenían abandonados. Como suele ocurrir en toda aventura humana, que se recurre a subsanar problemas cuando ha ocurrido una desgracia.

Creo abuelo habértelo oído en alguna otra ocasión, pero no deja de ser una historia curiosa, que se presta a diversas interpretaciones. Lo que resulta evidente, milagro o casualidad, es que aquella familia lo debió de pasar muy mal, y ellos optaron por considerar lo primero, sus creencias les llevó a ello al considerar que el hecho pudo terminar en tragedia.

Era cercana la hora del almuerzo  cuando decidieron tomar un aperitivo en un bar cercano, para retornar después a casa, que el ama de su hogar les había llamado por el móvil, para comunicarles que la paella estaba esperándoles en un rato.
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Marzo de 2018

Eugenio