A
Antonio Barba, amante de su tierra murciana
Llevaban pocos días en la
provincia de Murcia pasando unas vacaciones veraniegas en La Manga del Mar
Menor. Estaba La familia al completo. Habían alquilado un apartamento situado
en primera línea de playa, con unas bonitas vistas del mar menor y a escasos
minutos del Mediterráneo, que les permitía bañarse según su preferencia en una
de las dos playas, caso original que no se aprecia en otros lugares.
Un amigo de la familia les
había recomendado el lugar donde pasar unos días felices, apartados del
mundanal ruido, que venían padeciendo desde hace tiempo al haberse convertido
su población en una ciudad dormitorio, por la corta distancia y buenas
comunicaciones desde Madrid.
Octavio era persona a la
que le gustaba mantener la ilusión de disfrutar de la vida cada día, y no
renunciaba a los valores de la infancia y del elixir de la juventud, pues con
cierta frecuencia trasmitía a sus allegados, que pensando como un viejo tenía
perdida la batalla de la vida, y que no había nada tan emocionante como empezar
algo nuevo, por ejemplo realizar un nuevo viaje. También comentaba, que nunca
se es demasiado viejo para tener otras metas u otros sueños, que ya dijo Gandhi: "El hombre no es más que el producto de sus pensamientos. Se convierte en lo que
piensa".
En el atardecer de su vida
se volvía romántico y con muchos deseos de aprovechar los escasos años que
aparentemente le quedaban, para disfrutar de las cosas mundanas, disfrutando
plenamente con su familia y sus amigos. También era un enamorado de la música
clásica, y no perdía ocasión de asistir a los espectáculos musicales del Teatro-Auditorio Buero Vallejo de la ciudad. Vivía el día a
día sin importarle gran cosa los temas monetarios, era generoso y enmarcaba sus
actuaciones sin reparar en los gastos que ello pudiera suponer. Y cualquier
momento de felicidad de su vida, era motivo de elevar una plegaria a la Divina
Providencia de forma sencilla y emotiva, agradeciendo desde el fondo de su alma
la gracia recibida.
Era el promotor de los
viajes que realizaba en compañía de su nieto Cesar, principalmente por la provincia
de Guadalajara. Y en esta ocasión sugirió a su familia pasar una quincena de
vacaciones por la costa murciana. Aportó no solo su automóvil para desplazarse,
que destinado lo tenía para su nieto, sino también el importe que costaba el
apartamento, pues con buena razón dijo a su familia, qué donde mejor gastar su
dinero que con ellos, y en esta ocasión la pensión extraordinaria del verano
que todo ciudadano español percibe con mucha ilusión. El mismo, no obstante sus
escasos conocimientos informáticos, concertó la operación por internet.
Después de unos días de
esplendido tiempo veraniego disfrutando en la playa, Cesar sugirió realizar una
excursión a Murcia capital, que su familia acepto sin dudarlo y lo llevaron a
cabo con mucha ilusión al día siguiente. Anteriormente no habían tenido
oportunidad de conocer aquella ciudad. Tenían por costumbre pasar en Benidorm y
otras playas de la costa levantina las vacaciones de verano, en razón a ser
lugares más cercanos a su domicilio alcarreño.
Iglesia de Jesús junto al Museo de Salcillo |
Tardaron menos de una hora
en recorrer la distancia hasta la ciudad. Cesar nuevamente sugirió visitar
primero el museo de Francisco Salcillo, por cuya obra sentía especial
predilección. Destacan las maravillosas esculturas religiosas destinadas para
las procesiones de Semana Santa, que se exponen en el museo que lleva su
apellido, ubicado en el Palacio Riquelme, del siglo XVI, junto a la Iglesia de
Jesús, sede de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Edificio monumental
que merece también ser visitado por la esplendidez que atesora; especialmente
por la belleza de su cúpula, así como sus capillas, con los diversos pasos que
representan las escenas de la pasión de Jesucristo.
Les impresionaron la
composición iconográfica más representativa del barroco español, especialmente
la referida a la Oración en el Huerto, maravillosa creación que deja en el
visitante un recuerdo imperecedero por el profundo realismo de los personajes.
Destaca en todas las figuras representativas de los pasos, su perfecta anatomía
y la enorme expresividad en los diversos momentos que describe la Pasión.
También visitaron otras
obras inmortales creadas por Salcillo, y de otros autores de la escuela del
genial maestro, que fueron objeto de admiración de nuestros personajes.
Belén |
Se encuentran en el belén
amplia diversidad de tipos humanos de la época, increíblemente realistas pese
al pequeño tamaño de las figuras. Fue realizado en la última etapa de la vida
del escultor.
Cuentan que Salcillo daba cobijo a mendigos en su casa, a cambio de
que posaran para sus creaciones, por lo que sus esculturas son un espejo de las
costumbres y temperamentos de su tiempo. Fue prolífico escultor, pero en
nuestra desgraciada Guerra Civil se perdieron muchas de sus creaciones de
carácter religioso.
Después de estas visitas decidieron conocer la catedral, la que llaman Santa Iglesia Catedral de Murcia, que fue consagrada en el año 1467. Tuvo diversas reformas en el devenir de los tiempos, principalmente en los siglos XVI y XVIII. Desde la conquista de la ciudad por Jaime I el Conquistador en 1266, la que fuera antigua mezquita fue dedicada al culto cristiano y convertida en catedral años después. En sucesivos siglos y reinados hasta la citada consagración acaecieron importantes transformaciones hasta los tiempos actuales, que ofrece un espectacular conjunto arquitectónico, y de especial belleza en sus capillas, destacando la Capilla Mayor, en la que se encuentra el sepulcro del rey Alfonso X el Sabio; la riqueza de sus puertas, la sacristía, el órgano y la sillería del coro.
Después de estas visitas decidieron conocer la catedral, la que llaman Santa Iglesia Catedral de Murcia, que fue consagrada en el año 1467. Tuvo diversas reformas en el devenir de los tiempos, principalmente en los siglos XVI y XVIII. Desde la conquista de la ciudad por Jaime I el Conquistador en 1266, la que fuera antigua mezquita fue dedicada al culto cristiano y convertida en catedral años después. En sucesivos siglos y reinados hasta la citada consagración acaecieron importantes transformaciones hasta los tiempos actuales, que ofrece un espectacular conjunto arquitectónico, y de especial belleza en sus capillas, destacando la Capilla Mayor, en la que se encuentra el sepulcro del rey Alfonso X el Sabio; la riqueza de sus puertas, la sacristía, el órgano y la sillería del coro.
Admiraron su hermosísima
torre de noventa metros de altura, que goza de tener el campanario más alto de
España. Con sus veinte campanas, cuando repican, es todo un alarde de
sonoridad. Se trata de un destacado elemento patrimonial de la catedral y por
ende de la ciudad.
Cesar no cesaba de tomar
nota para enriquecer su agenda dedicada a los viajes que venía realizando,
desde que determinó dedicar su futuro universitario en la Escuela de Turismo en
Guadalajara. Tenía mucha ilusión por ampliar sus conocimientos en este bello
universo del turismo en el que tenía puesta todas sus ilusiones, teniendo a su
abuelo como un ferviente cómplice para que las viera realizadas.
Dedicaron en las citadas
visitas buena parte de la mañana, por lo que decidieron pasear por las calles y avenidas de la ciudad
hasta la hora del almuerzo. El joven estudiante de Turismo, comentaba a su
familia que Murcia era una gran ciudad, que se abre a los sueños del visitante que desea conocer nuevos horizontes. Con mucha historia y grandes
tradiciones. Tierra de fronteras. Encrucijada de civilizaciones y cruce de
caminos, y que se trataba de la séptima
capital de España.
Partieron de la Plaza del
Cardenal Belluga, en la que se encontraban al salir de la catedral, centro
histórico de la ciudad, que preside junto al Palacio Episcopal, el Ayuntamiento
y la estatua del cardenal que lleva por nombre la plaza, cuyo personaje fue
destacado benefactor de la ciudad.
Palacio Episcopal |
Dejando atrás la catedral,
dedicaron una mirada más a su bellísima fachada barroca; a los monumentales
edificios que enriquecen la citada plaza, y a las espléndidas construcciones
civiles de los alrededores, obteniendo infinidad de fotografías por parte de
Cesar, fotógrafo oficial de la familia.
Pasearon por el cercano
puente sobre el río Segura para observar sus serenas y escasas aguas en su
saneado cauce. Río del que mucho anhelan los murcianos que goce de abundantes
aguas para satisfacer las necesidades de las sedientas tierras de su rica
comarca. Desde hace muchos años el Segura viene necesitando la generosa ayuda alcarreña por los frecuentes caudales
provenientes del río tajo, a través del
famoso trasvase Tajo-Segura, desde los pantanos de Entrepeñas y Bolarque,
situados en la provincia de Guadalajara, circunstancia que provoca mucha controversia por la escasez que tienen de agua aquellos
pantanos abastecedores; por lo que debería ser ejemplo para otras regiones del
País extender también su solidaridad hacia esta región. Pues el agua es el
vehículo de la Naturaleza que ésta nos presta para alegrar nuestras vidas.
Embelesados habían quedado
de tanta belleza, que no obstante pronto sintieron la llamada del estómago y no
dudaron en almorzar en una de las terrazas que por allí había. Debajo de un
gran toldo se resguardaron del tórrido calor que irradiaba sobre la ciudad
aquel bonito día del verano murciano, donde apreciaron gustosamente los platos
típicos de la tierra.
Después de saciado el
apetito, decidieron pasear nuevamente por calles y avenidas, descubriendo nuevos
lugares de gran riqueza arquitectónica, que volvieron a sorprenderles por los
encantos de aquella gran ciudad. Comprendieron que no podían ver en un solo día
el conjunto que la enriquecía. Llegado un momento del largo paseo, Octavio
sugirió dejar para otro día seguir con nuevas visitas, que mucho les quedaba
por ver; pero también el cansancio
rendía sus buenas intenciones de seguir adelante. No obstante atendió una
sugerencia de su hija, que gozando de acentuadas creencias religiosas, había
manifestado su deseo de visitar el Santuario de la Virgen de la Fuensanta,
patrona de Murcia, que los demás
aceptaron de buen grado.
El Santuario está situado
a unos seis kilómetros de la capital, en un paraje privilegiado de la montaña,
dominando la vega del río Segura, y rodeado de una hermosa naturaleza, con inmensos bosques
de pinos, desde donde se aprecia una bonita perspectiva de la ciudad y su
comarca. Es un lugar agraciado donde se respira mucha paz y relajación
espiritual. Su construcción se remonta al siglo XVI, sobre los restos de una
ermita medieval, y ha sido reformado en diversas épocas de su historia,
especialmente sus torres. También en nuestra guerra civil sufrió expolio y un
importante deterioro en su interior, siendo reformado posteriormente a la
contienda de acuerdo a su diseño anterior.
En el Santuario se venera
la Virgen de la Fuensanta, patrona de Murcia y sus tierras, y está al cuidado
de monjas benedictinas. Es lugar de mucha peregrinación, no solo de los devotos
murcianos, también de gentes procedentes de todo el país, por la importancia
religiosa de aquél santo lugar, que por sagrado se tiene en razón a un
manantial que originó el culto a la citada Virgen. Cuenta la leyenda que fue el
lugar donde ésta se apareció en tiempos remotos.
Después de la visita, y
antes de ponerse en camino hacia La Manga, pararon a tomar un refresco en la
terraza de un bar aledaño al monumento, desde donde pudieron apreciar las
bonitas vistas que desde allí se
apreciaban. Era la guinda que se ofrecía para su feliz contemplación, después
del día tan completo que habían pasado felizmente por Murcia.
El sol del verano se
alejaba lentamente rebasando los límites de la ciudad, y una luna llena ya
aparecía en el lejano horizonte entre tenues nubes con un fondo de azul pálido,
anunciando una plácida noche de cálida temperatura. Todavía reinaba una luz vaporosa sobre los bosques de pinos que rodean el Santuario y el Monasterio,
inspirador de buenos sentimientos. Aquel sagrado lugar donde las gentes acuden
para manifestar sus secretos sentimientos, y agradecer los dones y favores
recibidos, invocando sus sueños objetivos y espirituales de presente y futuro
Regresaron contentos de
haber pasado un feliz día, conversando en el camino de cosas humanas y divinas,
repasaban cuanto habían tenido oportunidad de ver; y proyectando la agenda para
el día siguiente.
Cesar recordó haber leído a G.A. Bécquer: "Hoy como ayer,
mañana como hoy, y siempre igual. Un cielo gris, un horizonte eterno, y andar,
andar y andar".
Eugenio
Febrero de 2018
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