Hacía una hermosa mañana
primaveral, con sol espléndido y un cielo azul profundo. Anunciaban los
meteorólogos que se llegaría a los 25 grados. Los primeros días de mayo habían
sido muy variables, alternando días frescos, por sucesivas borrascas que
entraban por el Atlántico, y días calurosos por anticiclones, propios de las
fechas próximas a la entrada del verano.
Las fiestas de San Isidro,
Patrón de la capital del Reino, estuvieron muy lucidas y vividas con toda
solemnidad, haciendo honor al refrán: San Isidro quita el agua y saca
el sol. Hubo una exaltación de gozo de los madrileños y visitantes, y también
en los negocios en general, facilitando toda clase de diversiones.
Un día de la última semana
de mayo, como venía siendo costumbre todas las semanas del año, a excepción de los meses de verano, un grupo de
antiguos compañeros y buenos amigos se reunían para desayunar en una conocida
cafetería-churrería. Ezequiel, el más joven de ellos, había llegado el primero
y tomando asiento esperó la llegada de los demás concurrentes.
Esperaba pacientemente sin
tomar refrigerio alguno, pues normalmente se le indicaba al camarero, sea quien
fuere el que llegara primero, retrasara el servicio hasta llegar los demás.
Ezequiel, era un hombre
prudente y sincero, amigo fiel de sus amigos, para el que la amistad era virtud
inquebrantable. En ocasiones recordaba: que los amigos son como las estrellas,
que no hablas con ellas, pero tú sabes que siempre están allí; que un amigo es
un hermano que elegimos, y más aún, que su amistad es de los mejores regalos
que la vida te puede dar.
Desde hace años, después
de la jubilación, hubo buen número de compañeros afines que decidieron reunirse
con el fin de hacer la vida lo más agradable posible, hablando de todo un poco
y contando anécdotas de sus vivencias personales. Con el paso del tiempo, los
inevitables procesos de enfermedades y fallecimientos, quedaron unos pocos y ahora
tan solo son cuatro, y de vez en cuando otro más, al que llaman el Guadiana,
que aparece y desaparece con relativa frecuencia, pero su verdadero nombre es
Armando. Persona afable y educada, que le gusta
comentar coloquialmente con los demás amigos cualesquiera que sean los
temas que se traten.
Armando también es
persona de buenos conocimientos musicales, asistiendo con frecuencia a los
conciertos que se celebran en el Auditorio Nacional de Música y a las óperas
que se representan en el Teatro Real.
También Ezequiel es buen aficionado a la música, asistiendo gran parte de los jueves en la temporada de los ensayos de la Orquesta de la RTVE en el Teatro Monumental de Madrid, acompañado de otros buenos amigos.
También Ezequiel es buen aficionado a la música, asistiendo gran parte de los jueves en la temporada de los ensayos de la Orquesta de la RTVE en el Teatro Monumental de Madrid, acompañado de otros buenos amigos.
A Ezequiel le gusta
escuchar, dando preferencia a los demás, pues cree que sus experiencias no
tienen el relieve de sus contertulios, aunque su recorrido por la vida ha sido
largo, pero estima que los demás tienen más escuela, como se suele decir, o más
experiencia, no solo por ser algo más mayores, sino porque entendía que el
destino de ellos había sido más
dinámico; no obstante aprovechaba el momento oportuno para emitir sus
impresiones de aquello que conociese sin lugar a dudas, entrando al trapo como
dicen los taurinos, sin ningún reparo y le sale la chispa de su humilde sabiduría.
Es un observador nato,
prestando especial atención a las muchas cosas que desconocía, especialmente lo
relacionado con el amplio mundo taurino, que tanto demostraba conocer Samuel.
También buen conocedor del tema por parte de Lázaro, y de lo relacionado con el
vino, oriundo de una de las comarcas vinícolas de España. Y qué decir del
maravilloso firmamento del arte pictórico que representa Jónatan, en el que ha
vivido y lo lleva en lo más profundo de sus entrañas, presentando sus obras en
infinidad de exposiciones, una última no hace mucho tiempo.
Poco tiempo tuvo que
esperar, pues a lo lejos venían como inseparables en el tiempo, desde que se conocieron
muchos años atrás, Jónatan y Samuel. El primero andaba pausadamente, pues
últimamente se le apreciaba problemas en las articulaciones inferiores, pues no
en balde sentía el peso de los años, aunque en ningún momento perdía su buen
sentido del humor, y siempre tenía una gracia ingeniosa, especialmente hacia
las camareras que les atendían. Se aprecia en él que en su juventud debió de
ser un buen galante. Es una persona creativa para el arte pictórico y poético,
y de un talento incalculable, quizás no reconocido suficientemente por el
amplio mundo de las bellas artes; pero sobre todo se trata de una buena persona digna de toda
admiración. Todos los amigos se sentían orgullosos de estar a su lado y le
tienen alta estima.
Samuel, que aparecía con
paso firme y recto como era su forma de andar, aunque ahora más lento para
acompasar el paso al de su amigo Jónatan, al que le tenía especial afecto, no
obstante discutieran por el arte pictórico de éste, que no reconocía como bueno
cuando en sus cuadros no expresara las formas sencillas del clásico realismo,
al que su autor llamaba cariñosamente “sus marujas”, por ser estilo más
entendible por el común de los mortales. Le contestaba afeándole su falta de
entendimiento del arte que expresaba en sus diversas formas cromáticas,
concepciones creativas más próximas al impresionismo.
Samuel era una persona de
fuerte carácter, hecho asimismo desde su temprana edad. En ocasiones
manifestaba una simpatía visible por la suerte afortunada de un hombre nacido
en lo bajo, viviendo momentos difíciles, pero acertando por la congregación
religiosa en la que forjó las bases de su futuro. Sentía un profundo agradecimiento
por las consideraciones que recibió, en
lo que se refería a los procedimientos pedagógicos, a su inicial cristianismo y
a la situación personal durante su juventud, que fueron fuertes cimientos para
el devenir de su futuro. Sentía cierto
orgullo por haber superado las dificultades en el transcurrir de su vida, que superó con gran tesón y fuerza de voluntad
dignas de admiración. A veces su emoción le embarga, especialmente, en el recuerdo
de su querida madre, por la que sentía especial devoción, y en sus sonrojados
ojos se aprecia una furtiva lágrima.
Tiene una memoria especial
que le sirve para recordar un rico anecdotario de sus momentos profesionales en
particular, que sirve para entretener a los contertulios amigos y ameniza el
tiempo que pasan juntos. Como ya se dijo, es buen aficionado a los toros y del
mundo que lo rodea, que de ello es buen conocedor, y que a Ezequiel le encanta conocer ese
fascinante espectáculo, tan repudiado por algunos, pero querido por los más en
toda España. También en buen amante de la ópera, a cuyo espectáculo ha asistido
con mucha frecuencia.
Lázaro tardó algo más en
llegar, pues tenía sesión de fisioterapia, que como casi todos los amigos algún
problema muscular adolecían. Es una excelente persona, ahora preocupado por
serios problemas de salud de la esposa, que lo supera en parte por su fuerte
personalidad y en algo colaboraban sus amigos al estar en la tertulia
distrayendo sus problemas. Pero en particular todos aprendían sobre el universo
vitivinícola, en el que está muy entendido, que de buena tierra de viñedos
venía: Extremadura.
De aquella tierra buen
recuerdo tenía Ezequiel, que según contaba con emoción, en otros tiempos por
allí paso de joven visitando a su familia, viajando con una moto-Vespa. ¡Qué
valor había que tener! y hasta acercarse a visitar la tierra de María Santísima
entrando ileso por el Puente de Triana, donde le esperaba su novia, la que
después sería su compañera y hasta la fecha. En otras ocasiones lo haría
directamente desde Guadalajara, recorriendo cerca de seiscientos kilómetros.
¡Locuras de amor!
Ya estaban los cuatro que
con más frecuencia asistían. Al tiempo que pedían sus consumiciones, se
lamentaban de la climatología tan alterada por las sucesivas borrascas,
lamentándose de que les estaban robando la primavera. Pero con cierta razón
asentían que todavía vendrían bellos días primaverales hasta llegar el
sofocante calor del verano.
Al rato llegó Armando,
disculpándose en esta ocasión, por sus citas en sesiones de terapia deportiva:
natación y otros medios sanativos. Además cultiva el elitista deporte del golf,
juego de origen escocés que consiste en meter una pelota en hoyos sucesivos, en
cuyo juego o deporte están poco o nada
cultos los demás tertulianos, por lo que de ese tema se comenta de tarde en
tarde. Lo poco que sabe Ezequiel es que los hoyos suelen ser 18, y que se
utilizan varios palos para pegar a la pelota. Al final de aquella jornada,
cuando ya marchaban a tomar el vino, le sugirió a Armando que algún día tendría que ilustrar a
los demás amigos sobre este desconocido deporte.
Charlando de todo un poco,
de lo humano y de lo divino, y algunas veces de las divinas féminas de
escultural belleza que pasaban por la acera, enfrente de ellos, como si de una
pasarela se tratara, felizmente disfrutaban la mañana.
Narraban vivencias
profesionales y anécdotas simpáticas. También estaba presente, y como no, la
salud y los problemas que ocasionan en la aventura de sus vidas, pero no era el
motivo principal de sus charlas, pues evitaban entrar en una competición
perniciosa que suele resultar ridícula, cuando entre los mayores entran en esas
discusiones, contagiosas y perjudiciales para cualquiera que tenga animosidad
de espíritu dinámico. Hacían alusiones pasajeras resistiendo cada uno con sus
problemas, como simples soplos naturales que zarandean sus longevos cuerpos,
por el paso de los muchos años vividos, que asumían con valentía y naturalidad
envidiable, agradeciendo a la Divina Providencia que les permitía haber llegado
felizmente a esa etapa jubilosa de la que estaban orgullosos.
Todos ellos son espíritus
despiertos, con inquietudes literarias, musicales y pictóricas, sobre asuntos
políticos de actualidad que tanto inquieta al común de los mortales de este país.
No olvidan que su tiempo está limitado, pero lo aprovechan sabia y
racionalmente, conciliando sus afectos familiares con los de sus amigos, y las
aficiones de cada uno.
Son felices a pesar de sus
limitaciones, y en el ocaso de sus vidas se comportan con tenacidad y humildad,
y se esfuerzan en corresponder de una manera humana con la mirada tranquila en
el devenir de su aventura por este mundo. Se complacían en plantear cuestiones sobre lo efímero de las cosas
mundanas y de la teología sobre la inmortalidad del alma; sobre las creencias
religiosas y sus pasiones, temas elevados que les suscitan controversias sin
fin.
Después de tomar su
desayuno y del buen rato de amena charla, en otros lugares no muy lejos del
lugar donde están no desaprovechan la ocasión de tomar un vino y aperitivo, que
anima sus espíritus, y en ocasiones se quedan a almorzar. Siempre con ánimo
dinámico y nunca dan motivo para que se rompa su sólida amistad.
Pero aquella mañana
estaban aún más felices, unos por los acontecimientos que se habían
desarrollado, y otros en marcha para deleite y satisfacción de los sentimientos
propios que les afectaba: Que el Real Madrid nuevamente campeón de liga, y que
próximamente jugará la final de la Liga de Campeones, jugando contra el Juventus,
en la ciudad de Cardiff, en Inglaterra, a por la l2. Que el Atlético de Madrid,
que ha quedado tercero en la liga de Primera División jugará campeonato en liga
europea. Que el Real Murcia, el segundo en Segunda División B, juega la Play-Off
para la Segunda Adelante, y asimismo el Club Deportivo Guadalajara, en Tercera
División, también aspira a pasar a la Segunda División B. Que el gran torero
peruano Roca Rey sigue saliendo triunfante en las plazas españolas. Que se
anunciaba en el Teatro Real la famosa obra de Bellini: I Puritani. Y una
primicia muy interesante, que Jónatan tiene proyectada otra exposición con
desconocidas obras, y con intención de presentar también su inédito y muy
esperado libro multifacético enriquecido con la inserción de fotografías de sus
lienzos.
La verdadera amistad que
no puede ni debe ser sospechosa de nada, normalmente se acrecienta aún más en
el crepúsculo de la vida de las buenas personas, cuando sus almas son crisoles
de los más limpios sentimientos, y la misericordia brilla más que la justicia,
y el horizonte es más puro y libre de tibiezas.
Ezequiel recordaba a sus
amigos una frase de Montalbán: -Cuando Sancho propone a Don Quijote continuar
la aventura, es porque sabe que si Don Quijote no existiera también él dejaría
de existir.
Y terminó diciendo a sus
amigos: -Sigamos pues con nuestra aventura.
Eugenio 1 de Junio de 2017
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