Es una fría mañana de invierno, ideal para estar en casa al abrigo de la mesa camilla, leyendo un libro, entrar en el ordenador para ver los emails que envían los amigos y oír música en mí compact disc.
Decido lo último, y escojo
un CD que hacía tiempo no escuchaba.
Se trata de un conjunto de
seis poemas sinfónicos, que se representa también en seis movimientos. El autor
concibió su obra en la ciudad sueca de Gótebor, donde tenía un trabajo cómodo y
bien remunerado; pero su corazón sentía la nostalgia de su Bohemia natal, en la
República Checa. Soñaba al recordar las colinas verdes, las danzas campesinas y
con los atardeceres en los pueblos de su tierra.
Transcurría el año 1874,
época en que Europa hervía, viendo nacer nuevos estados modernos sobre las
cenizas de antiguos imperios. La música se puso al servicio del ideal
patriótico de los ciudadanos, y el nacionalismo musical se extendió
sustentándose en las raíces del rico folclore de los pueblos.
El gran compositor Checo
Bedrich Smetana, se dejó incendiar por las corrientes imperantes y escribió la
inmortal serie descrita anteriormente, que tituló Mi Patria, cuyo emocionado
título lo dice todo, el lugar en que nació y que tanto añoraba desde aquellas
lejanas tierras de Suecia.
El primer poema llamado
Vysehrad, describe la ciudad medieval de ese nombre, que se eleva en una colina
cercana a Praga, que seguro recordareis los que habéis viajado a esa ciudad. La
música comienza con el sonido del arpa, que describe la voz del viejo poeta Lumir,
que cuenta la historia del legendario lugar, sede de los príncipes de Bohemia. Expresa
sus paisajes, sus fiestas y batallas, y en el rico segundo movimiento describe
el río Moldava que avanza serenamente por prados y entre grandes bosques.
Smetana detalla con
insuperable maestría musical el curso completo del río. Al principio, el agua
se mueve, rápida y juguetona, cerca del manantial. Después que se va
ensanchando hasta las grandes llanuras de Bohemia. Existen momentos de la obra
en que la música se agita al compás de los rápidos. Y el río resplandece al
pasar ante los muros de Vysehrad. También describe con un bello pasaje musical,
la historia de Sárka, una amazona del legendario castillo de Devin, cercano a
Praga, referido a su desdichado amor con el caballero Ctirad, muerto por las
amazonas cuando dormía.
Tras la dulzura inicial,
la música describe el paisaje en todas sus manifestaciones, durante todo el
recorrido del río Moldava. La obra resplandece por el apasionado dibujo musical
que Smetana concibió como la más hermosa declaración de amor a su patria.
Escuchada la música de
Smetana vuelvo a la realidad de mi Patria llamada España, con preocupación y tristeza en estos momentos de
tribulación y de incertidumbre sobre
nuestro futuro: Intentos de fractura territorial; corrupción escandalosa;
preocupante desempleo; paulatino deterioro de los valores cívicos; indignante
sectarismo sobre la triste memoria histórica, alterando la reconciliación
ciudadana; acción poco edificante de los políticos que están a la greña, etc. Y
tengo la impresión que los próximos gobernantes están mercadeando sobre nuestro
futuro, en una lucha partidista por el poder más que por el bien de los
ciudadanos. Parece un festival de vanidades y egoísmos personales poco
edificantes.
Entiendo que el pasado es
apasionante y la historia es el ama de la llave que nos abre paso al mundo de
los orígenes y al porqué de los acontecimientos posteriores. Lo dice Cervantes
en su obra inmortal El Quijote: “La historia es testigo de lo pasado, aviso de
lo presente y advertencia de lo porvenir”. Es verdad que las ideas mueven el
mundo, y también lo es el cambio de mentalidad de las personas, para bien o
para mal.
Es un proceso generalmente
largo, que en los últimos tiempos se ha acelerado influido por varios factores;
en particular el orden político que está evolucionando la vida de los países.
También por la importante influencia de la crisis económica, y muy especialmente
por la corrupción extendida a todos los niveles en las clases dirigentes, en
particular en nuestra Patria que está envenenando la convivencia de la
sociedad.
Se observa que es muy significativa
la evolución de cierta clase política emergente, con planteamientos que rozan
la utopía y la demagogia, con serios matices prepotentes y chulescos, poseídos
de un afán desmedido de subvertir todo lo establecido. Discuten sobre la
necesidad de erradicar lo que llaman castas o antigua política, pero para
imponer otra especie de casta más moderna, que persigue modelos de
incomprensible o dudosa aplicación.
Veremos el futuro de estos
ambiciosos aspirantes a gobernantes de la nación, que se erigen en guardianes
de la libertad y la felicidad pública. El tiempo será el que les juzgue si son
respetables sus hechos y cumplidas las promesas de las que alardean; pues el
tiempo es el único que fragua la reputación de las personas, y hace respetable
sus promesas con hechos evidentes.
Parece indudable que la
mejora de la situación política está supeditada a un cambio radical de la
actitud ética. Todo lo que hay de mal y desenfreno en el presente se puede
atribuir a la educación corrompida del pueblo y de sus dirigentes, por obra del
poder.
Desde hace tiempo venimos
viendo, en muchos de los que controlan
los resortes del gobierno de España, que no obran con mucha previsión, ni
tienen una vida de moderación y de justicia, y ponen su ambición en beneficio
propio y detrimento de los demás, en lugar de transmitir a sus descendientes un
país feliz y dejar un recuerdo inmortal de su virtud.
También es justo decir que
nuestra Patria tiene ciudadanos mejores, que los hay, pero parecen
desaparecidos, ocultos entre la mala hierba, como el buen trigo entre la cizaña.
Desgraciadamente la naturaleza tiene la facultad de hacer peores a muchos de
los que están en el poder. Ahora se dice que el pueblo ha inducido con su voto
diversos modelos para aplicar pactos en la formación de gobierno. Difícil de
argumentar seriamente, pues lo analizan de forma sectaria los que aspiran al
poder. Toman nuestro voto subastándolo a su libre albedrío, y actúan bajo el
imperio de su propia ambición y del partido que les sustenta.
Pero observo que los que
anhelan el poder, aunque gocen de buena fama, cuando se topan con él y lo
ocupan, no se diferencian de los que ya lo ocuparon, sino que, como es propio
de quienes están afectados por las mismas pasiones humanas, emprenderán
idénticas acciones, se abandonarán a errores
parecidos y, finalmente, caerán en desgracias idénticas de las que
venimos padeciendo los ciudadanos.
Los que ahora quieren
gobernar no parece que sepan aclararnos cómo nos van a liberar de los males
presentes y alegrarnos el futuro. Entiendo que nada se puede conseguir sin
persuadir a los ciudadanos con sentido común y no contar con medios realistas, y
sin confundir con imprevisibles novedades de dudosa realización, que nos hagan
recordar el cuento de la lechera.
Quieren aplicar nuevas
formas políticas e ideales contradictorios, porque así son algunos de los partidos que quieren llevar a cabo la acción
de gobierno, dando prioridad a sus propias ambiciones para alcanzar al poder, más que el deseo del
bien común de todos los españoles.
Bien es cierto que a la
lamentable situación actual, se ha llegado, especialmente, por la codicia de gente golfa, que han corrompido
las instituciones, uno de los principales problemas a erradicar, ya que los
gobernantes hasta ahora no han sabido controlar a quienes encaminaban sus
acciones por caminos equivocados de mísera moral.
Pero intentando no caer en
el pesimismo absoluto, aunque parezca una utopía, deseo pensar que a partir de
ahora quienes nos gobiernen cultiven destacadas virtudes, eviten los vicios
padecidos y promuevan razones éticas que deben presidir los actos de todo buen
gobernante; poniendo medios para corregir la corrupción, aplicando la sensatez
y el sentido común para el engrandecimiento de nuestra Patria, y mejora de la
convivencia ciudadana. Impulsando políticas soportables para que la honradez sea el principal motivo
de la acción de gobierno.
Alguien dijo: “Que el
poder solo sabe acallar con sangre lo que él mismo incuba, y que el pueblo se
alza contra los impuestos que hunden el país, y ante las injusticias de sus
gobernantes. Que el hambre crece entre los ciudadanos y el aire se envenena. Se
sufren mentiras e injusticias, y al final se atacan los fundamentos
inconmovibles del Estado”.
El filósofo Tales de
Mileto escribió: “Que lo más constante es la esperanza del ser humano, que
permanece en él después de que lo ha perdido todo; y lo mejor de todo es la
virtud, porque sin ella no existiría nada bueno; y que la necesidad de las
cosas es por lo que las personas se enfrentan a todos los peligros de la vida”.
Febrero de 2016
Eugenio
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