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Algo sobre mí

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Empleado de banca jubilado, amante de la música y la literatura, la naturaleza y las humanidades. Nacido en Guadalajara y conocedor ferviente de la provincia. Actualmente con residencia en Madrid, después de un largo peregrinar por diversas ciudades en razón a mi profesión; que ahora con ilusión trato de vivir esta nueva aventura, pues siempre he creído que la providencia nos ha dado el sueño y la esperanza como compensación a los cuidados de la vida.

14 diciembre 2024

TRIBULACIONES DE UNA PERSONA MAYOR Y NUEVO PASEO POR LA PROVINCIA DE GUADALAJARA

 

 

       A Irina y Alex, que remontan la  verde colina de la juventud

 

TRIBULACIONES DE UNA PERSONA MAYOR Y NUEVO PASEO POR LA PROVINCIA DE GUADALAJARA,

Octavio y su nieto Cesar habían pensado pasar aquel  fin de semana otoñal, por tierras del norte de la provincia de Guadalajara. Especialmente deseaban volver por el famoso Hayedo Tejera Negra, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el 2017, y descubrir nuevas rutas desconocidas por la gran extensión de aquel lugar idílico y de mucho encanto, especialmente en época otoñal, que alcanza el mayor esplendor, pues se cubre de unos colores rojizos, amarillos y ocres espectaculares, de las diversas especies de árboles: hayas y tejos, también de acebos, pinos silvestres, abedules y robles.

En el hayedo también pueden verse corzos, zorros y jabalíes, y otros pequeños mamíferos como ardillas, gatos monteses y jinetas,  siendo una de las mejores rutas turísticas en otoño a tan solo unos cincuenta minutos de Guadalajara, y a noventa desde Madrid capital.

Recomendado reservar plaza de aparcamiento a través de la Web: hayedotejeranegra.castillalamancha.es/ventaenlinea/indexHTN.html), debido al acceso limitado, siendo imprescindible en los periodos de mayor afluencia de visitantes (festivos y fines de semana de Octubre, Noviembre y Semana Santa). No obstante también es recomendable su visita en primavera y verano, ya que el entorno es precioso por su  encantador paisaje en cualquier época.



También es curioso que en el noroeste de la provincia de Guadalajara el adjetivo negra tenga tanta relevancia la Arquitectura Negra y el Hayedo de Tejera Negra, que son dos de los destinos turísticos más importantes de Castilla La Mancha.

Y en el trascurso del viaje, el abuelo Octavio se manifestó con ciertas tribulaciones, que rondaban en su mente y a su modo lo confesaba a su nieto.

No se explicaba o malamente lo  comprendía, que estando gobernado el mundo por la Divina Providencia, los hombres buenos estén sometidos a muchos males; que interviene en todas las cosas de nuestras vidas,  que está con nosotros y que el gran entramado del mundo no puede subsistir sin la intervención de fuerza superior a nosotros. En un firmamento con la complejidad de su inmensidad de estrellas y planetas, de constelaciones, conocidas y muchas todavía por descubrir por los astrónomos que en nuestro pequeño mundo siguen investigando el gran misterio de la Creación,  a nadie se le oculta su grandiosidad, no obstante lo poco que de ello conocemos; que nada es casual y que todo se mueve a un ritmo perfecto difícil de comprender.

Octavio comentaba a su nieto Cesar, que no era posible grandísimo orden en se mueve el Universo sea fruto de la materia errante, ni que las cosas estén unidas por azar y dispuestas con tan gran arte; asimismo que el azar sea la causa de que los mares no aumenten su capacidad, a pesar de que todos los ríos desemboquen en ellos; y también el que gérmenes pequeños engendren plantas gigantes.

Tampoco se mueven sin alguna razón esos fenómenos que con frecuencia ocurren a lo largo de la historia de la humanidad: las nubes y las lluvias que en ocasiones imprevistas provocan impresionantes torrenciales, con caídas de rayos, los temblores y convulsiones del interior de nuestro planeta, provocando terremotos y volcanes que atemorizan a los confiados humanos, recordando nuestra vulnerabilidad. Como comprender la atracción de la luna, misterioso satélite de nuestro planeta, a cuyo albedrío obedece el flujo de los mares y océanos.

Octavio intentaba transmitir a su nieto, que a pesar de las muchas dificultades que tenían que soportar en el transcurso de sus vidas, que la Providencia no consiente que las cosas buenas dañen a los buenos, que entre ella y los seres humanos existe una gran confluencia que engendra a la virtud, que exige con rigor y aspereza, como hacen los padres rigurosos con los hijos para que no se distancien de la virtud en su aventura por la vida.

Difícil admitir por la equívoca comprensión humana, que las personas justas y amigos de hacer el bien sean víctimas de tragedias  que les atosigan, y se les premia con más severa disciplina. La Divina Providencia pone a prueba al ser humano con el que no abunda en deleites, le endurece y le prepara hacia más altos fines. Afrontando serenamente los embates que le acometen, juzgando que todas las cosas adversas son una prueba y una experiencia  de su valor. Es entonces cuando la virtud llega a su grandeza, que necesita su fuerza y capacidad de resistencia.

Las personas buenas no deben temer a los contratiempos ni dificultades, y no quejarse de su suerte, pues tengan por buenos cuanto les suceda, pues conviene recordar con que diferente cariño tratan los padres a sus hijos, que hacen se levanten pronto para que se dediquen a sus estudios y no les consienten ociosidad alguna, ni siquiera en los días festivos, ni en otras horas libres hasta hacerles sudar y en ocasiones derramar lágrimas, para hacerlos verdaderamente fuertes y cultos.

Comentaba Octavio a su nieto, que la felicidad que no ha sido sometida a pruebas, no sabe sufrir golpe alguno, pues quien ha sufrido contrariedades y obstáculos no se rinde a los infortunios.

También le comentaba sobre él mismo, que en el atardecer de su vida sufrió cierta tribulación en los momentos que sentía la necesidad de conocer el futuro que el destino le tenía reservado. A veces se sentía cansado y agobiado por la simplicidad de su vida.

Reconocía que era común a muchas personas que avanzan hacia el final de la vida, tener cierto pesimismo y mermadas las ilusiones, y que decir de la esperanza, como cuerpo celeste lejano de alcanzar.

Octavio se resistía a claudicar en esa batalla cruenta contra las enfermedades propias de la edad madura, y que en ocasiones disminuyen las posibilidades de acción activa, y actuaba con optimismo para animar a su familia y amigos y hacerles comprender que la vida es bella hasta el final pese a las dificultades, que dependía de la animosidad de espíritu de cada uno y sacar la parte positiva de las cosas.

Junto con algunos de sus amigos, había conseguido acercarse al mundo de la música, asistiendo a los conciertos que se celebraban en la ciudad, y hasta les convencía hacer salidas a otras poblaciones limítrofes siguiendo huellas musicales.

El caso era moverse y no ser “culos a sillones pegados”, que no traen buenas consecuencias, pues  les hacía moverse a pesar de los afligidos lumbagos, protestonas rodillas, e inclementes días de mal tiempo. Pues había que rendir batalla cada día sin pensar mucho en el mañana que ya era en el que estaban.

Un día visitaron a un amigo amante de la música, que postrado estaba en cama en malas condiciones de salud, lo que siendo una obra de caridad, que es la de visitar a los enfermos, les sirvió para darse cuenta de lo efímera que es la existencia humana, y por tanto hemos de hacerla bella en todo momento que podamos disfrutarla, sin reparar en medios, viviéndola cuanto mejor podamos. Que nunca se es demasiado mayor para tener otra meta u otro sueño, que la vida merece ser vivida con todo entusiasmo y alegría, por ser el don más preciado que se nos ha dado.

-Así pues, te recomiendo Cesar, que siempre lleves en tu corazón paz y entusiasmo, potencies la fortaleza de espíritu y la prudencia, y pidas al amanecer de cada día que te regale lucidez y sabiduría; que al alcanzar tu mayoría  estés satisfecho de cuanto bien hayas podido  realizar por tu prójimo y feliz con tu conciencia.

Cesar no contestaba a las manifestaciones de su abuelo, pero si asentía levemente con movimientos suaves de cabeza. Solo habló cuando ya estaban cerca de su destino.

-Abuelo, ya estamos cerca la población de Cantalojas, donde tomaremos,  la pista asfaltada que nos conduce al Centro de Interpretación del Parque Hayedo de Tejera Negra, situado a unos 2.5 kilómetros, y después del tramo asfaltado, que ya conocemos, hasta el puente que pasa a ser de tierra hasta llegar al aparcamiento situado a unos ocho kilómetros. Y gracias a tener reserva, que la solicitamos hace tiempo para poder aparcar en esta época otoñal tan concurrida de visitantes.

En esta ocasión nuestros andarines personajes habían decidido llevar el avituallamiento necesario para pasar el día en el parque, sin tener que reservar mesa para el almuerzo, dedicando más tiempo a disfrutar de aquellos lugares hasta la caída de la tarde. También fueron precavidos de ir correctamente equipados, pues es una zona en la que suele haber bajas temperaturas y posibles nevadas por esa época del año, lo que puede complicar la visita turística, aunque en esta ocasión se anunciaba tiempo agradable. También llevaron bastones que mucho ayudan en estas salidas de largo recorrido.



Habían atendido las sugerencias que les dieron en el Centro de Interpretación,  de explorar una nueva ruta de unos seis kilómetros, atravesado por el río Lillas y sus arroyos, por donde el hayedo conserva importante cantidad de hayas, que también se mezclan con robles, tejos, pinos, acebos y abedules, disfrutando de unos bosques impresionantes creando un espectáculo visual inolvidable.



La senda escogida ofrecía un recorrido fascinante, con encantadores puntos de interés, como miradores naturales y cascadas, con un nivel de dificultad moderado, para que nuestros personajes, especialmente  Octavio por razones de su edad, disfrutaran de una jornada de plena desconexión del mundanal ruido de las ciudades, en una naturaleza idílica con bellos contrastes de colores, especialmente en la época otoñal que habían escogido. Disfrutaron largo rato,  especialmente en la cascada  de La Zarza, donde descansaron degustando de las viandas que les había preparado su familia.



Respetando como siempre lo hacían,  las diversas medidas de protección que buscan salvaguardar la integridad del Parque y su valor patrimonial, promocionando un turismo responsable que respete el entorno natural. Su conservación es esencial para garantizar su legado para las generaciones venideras.

A la caída de la tarde regresaron de su largo paseo turístico hasta el aparcamiento donde tenían su automóvil.

Eugenio

Diciembre de 2024

   

 

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