A los matrimonios que
esperan adoptar niños
Después de pasados varios
años, con infinidad de aportaciones documentales y demostraciones que
garantizaran la adopción solicitada, y llevando implícito importantes gastos,
ahora se les presentaba la posibilidad de ver realizados sus sueños con la
entrega de una niña.
Iniciaron un largo viaje
en dos etapas. En una primera les había llevado a recorrer unos cuatro mil
kilómetros en avión desde Madrid a Moscú, y después hasta una ciudad en el sur de
Siberia, llamada Chitá, cercana a la frontera de Mongolia, por donde transcurre
el ferrocarril Transiberiano, distante seis mil kilómetros aproximadamente.
Su firmeza, fuerte anhelo
y la esperanza en transmitir su cariño a la que en su momento llamarían su hija,
les daba una fuerza relevante para sobrellevar los avatares derivados de la
maravillosa aventura que tiempo atrás habían iniciado.
En aquella lejana ciudad
cercana al lago Baikal, desde donde se divisaban los bellísimos montes
Yablonovi, descansaban del largo viaje, nerviosos y expectantes ante la deseada
espera de llevarles al encuentro de la que sería su hija legal, en un centro de
acogida en la ciudad de Chitá
Una vez iniciado el tramo
final esperado para conocer a la pequeña que deseaban adoptar, fue disipándose
la tensión que habían mantenido hasta esos momentos, aflorando dulces sonrisas
y sublimes pensamientos que aceleraban sus corazones, y cuando a su presencia
trajeron a la niña, sintieron en sus almas como un rayo de esperanza. Se
apreciaba algo pálida y delgada. Pero impresionante viveza en sus ojos. Se
acercó a ellos con una dulce sonrisa y los brazos extendidos, al final con paso
acelerado corrió para besarles. Pensaron que obedecía a instrucciones de su
cuidadora de la casa cuna, no obstante tuvieron la sensación de un nuevo
amanecer en sus vidas. Fueron instantes mágicos llenos de mucha ternura.
En aquel primer encuentro
para conocer a la que llamaban ya su hija, en tan solo unas horas durante dos
días de estancia, habían vivido entrañables momentos de gran ilusión y
desconocidas emociones. Interesados por su forma de vida y salud; visitando el
centro de acogida, comiendo y jugando con ella. Estaban encantados y pronto
habían sentido un gran amor por aquella linda y cariñosa niña.
El instinto maternal y
paternal se había manifestado en ellos de forma sublime, pues entendían, además,
la necesidad de mejorar la existencia y el futuro que la niña tenía en aquel
centro de acogida.
Finalizadas aquellas
emotivas reuniones, les esperaba una segunda fase hasta conocer la decisión
definitiva de la adopción. El y Ella no desconocían la dura espera que a partir
de entonces les deparaba el destino. Debían volver a casa y esperar unos meses,
hasta que la agencia que les estaba tramitando el proceso de adopción les
avisara para realizar los mismos pasos que hicieron al principio: viaje hasta
Moscú y una larga espera en su aeropuerto hasta tomar otro vuelo con destino a
la citada ciudad de Chitá, situada en los lejanos lugares expuestos anteriormente.
Allí se debía determinar la entrega de la niña, previo juicio exhaustivo a los
padres adoptivos, para comprobar la condiciones exigidas por las autoridades y
obtener la deseada sentencia positiva para ultimar la entrega a sus padres
adoptivos.
Al regreso Ella sintió
correr furtivas lágrimas por sus mejillas, y ambos gran tristeza al recordar los felices momentos
vividos, por no poder regresar todavía con la niña. Sintiendo también cierta
desilusión y tristeza ante la crispante espera hasta la definitiva resolución
por parte de aquellos burócratas, sin sensibilidad para resolver los trámites
con la debida prontitud, en atención, no solo a la distancia de donde procedían
las familias, sino también los importantes gastos que ello suponía para personas
escasamente adineradas; pues otros matrimonios en situación similar habían
tenido que recurrir a créditos bancarios para afrontar la adopción.
También sentían inquietud
e inevitables dudas hasta que finalizara el desarrollo de la aventura que
iniciaron con mucha ilusión hacía varios años. Ella no pudo resistir, preguntándole
a Él con voz entrecortada por la emoción: ¿Crees que llegaremos felizmente al
final y nos entreguen a nuestra deseada niña? El sutilmente, como bien sabía
hacerlo, deseando transmitir seguridad y tranquilidad, contestó: “Después de
cuanto hemos pasado por conseguir nuestro sueño de tener un niño o niña en casa
para expresar todo nuestro amor, no debemos dar lugar a desesperanza alguna”. No
obstante, tomando la mano de Ella, se fundieron sus sentimientos en un cálido
abrazo. Después El, intentando darle ánimos a Ella, dijo: “Tengamos confianza
en que todo saldrá bien, y no perdamos la fe, la más constante y viva que nos
dará seguridad y esperanza firme de lo que esperamos conseguir, y dentro de un
par de meses, aproximadamente, final previsto de los trámites formales, después
de tantos otros que hemos venido realizando, por la crispante demora en la
resolución final, tendremos en nuestro hogar a Irina”. Nombre por la que atendía la niña y que
pensaban respetar en el futuro.
Aquel pequeño ser había
encendido en sus corazones, en tan solo tres encuentros de unas horas, una
fuerte llama de increíble cariño.
Nuevamente se hacían la
pregunta, con mundano gesto de cierta indignación: ¿Cómo es posible que
infinidad de parejas que desean adoptar niños, tengan que marchar a otros
países para conseguirlo y esperar años de farragosos trámites burocráticos?
Pensaban que las instituciones públicas de nuestro País no transmitían mensajes
nítidos y convincentes a las futuras madres para que pudieran entregar el bebé
no deseado, sin consecuencias legales ni formales y en cierta forma sociales y
morales, evitando tantas situaciones trágicas que atentan contra el derecho a
la vida del neonato o el ya nacido, por carecer de una adecuada formación e
información; y facilitando la aportación económica necesaria, ya que para otros
asuntos muchos dispendios se vienen produciendo, y habiendo tantos matrimonios
dispuestos para la adopción.
Si esto fuera así, que a Él
y a Ella les parecía una utopía, pensaban que muchas vidas se salvarían, y
muchos niños tendrían la posibilidad de criarse en familias de comprobada
honestidad, con el noble fin de recuperarlos como personas valiosas para la
sociedad. No podían cambiar su corto y quizás triste pasado, pero sí su futuro,
y allí estaban nuestros anónimos héroes, personajes como otros muchos en
distintos lugares del País, para mejorar el destino de muchos niños y niñas,
ofreciéndoles amplio espacio en los corazones de sus adoptantes.
Asimismo les parecía una
burla a la conciencia humana, la actuación poco diligente para la adopción en
determinados países, provocando mucha desesperanza por la demora en resolver
asuntos tan trascendentes, y mucha incertidumbre ante la política ambigua y crispante
en los trámites para la concesión de los niños.
A veces no podían evitar
lamentarse de la mala suerte que habían tenido hasta los últimos momentos del
proceso de adopción, sobre todo cuando veían madres con sus barrigas “hinchadas”
o cuando llevaban los bebés en los cochecitos, especialmente Ella, aflorando su
instinto maternal y sintiendo mucho candor al tiempo de cierta “pelusa”.
Ella era una mujer
valiente y pertinaz, aunque en ocasiones sus sentimientos la rebasaran por tan larga
espera; pero con la ayuda de su marido nunca dejó de sentir el arco iris de la
esperanza y ver en el difuso horizonte la niña que tanto deseaba para darle el
cariño que transmitía su alma. Estaban los dos convencidos que la vida merecía
la pena vivirla a pesar de las adversidades, teniendo a su lado aquella niña,
por quien sacrificarse hasta el final de sus días.
Nuestros personajes
suscitan gran admiración al conocer su generosidad, animosidad de espíritu y
valentía en su lucha por la acción emprendida para conseguir su noble fin. Su
bella idea tenía cierto carácter épico, pues no hay acción más hermosa en el
mundo que la que se hace por amor y cariño por el bien de un ser humano, y en
razón de sus buenos sentimientos.
Escribió Séneca: “La
virtud tiene querencia de los peligros y pone los ojos en el camino que lleva y
no en lo que ha de sufrir, pues es parte de su gloria mucho de lo que ha de
padecer”
Y este narrador añade: Que
la Divina Providencia cuida de aquellos que quiere sean más valientes dándoles
oportunidades de hacer algo noble y valeroso en medio de las dificultades.
La verdadera grandeza de
nuestros personajes se apreciaba por su riqueza interior y humana, es decir,
por su capacidad de amar, no obstante las duras pruebas a las que el destino
les sometía, pasando por densos nubarrones en el transcurso del fin por el que
habían apostado. Significando que si ellos y otras parejas adoptivas no
hicieran tales sacrificios, muchos niños sufrirían un destino imprevisible.
Así como todo en la vida
tiene su tiempo y premio; una hermosa mañana del otoño alcarreño, pues nuestros
anónimos personajes residían en Guadalajara, recibieron, vía teléfono móvil, un
mensaje de la agencia que les tramitaba los asuntos de la adopción,
comunicándoles la buena nueva del inminente viaje que tenían que realizar,
aportando documentación complementaria, una vez más, para asistir al proceso en
el que un juez determinaría la adopción legal de la niña.
Sintieron como una
armoniosa sinfonía de luz en su alma, con un esperanzado horizonte y un viento
fresco que les traía amplias ilusiones, en un precioso amanecer al final de la
larga espera, pues tenían dichosos augurios y signos de buenaventura y felicidad.
Pasadas unas semanas
estaban de regreso a su hogar en compañía de Irina. Les parecía un sueño, pero
ahora un sueño hecho realidad y podían gloriarse de lo que con mucho esfuerzo
habían conseguido.
Escribió San Agustín:
“Encontraron la paz que es un bien tal que no puede apetecerse otro mejor, ni
poseerse otro más provechoso"
Eugenio
Madrid, 8 de Septiembre
del 2015
Festividad de la Virgen de
la Antigua, Patrona de la ciudad de Guadalajara.
5 comentarios:
Enterneceder, preciosa narracion. He de decir qie me ha emocionado. Felicidades querido tio.
Enterneceder, preciosa narracion. He de decir qie me ha emocionado. Felicidades querido tio.
Precioso tío, no has podido describirlo mejor y es por que lo has escrito desde lo mas hondo de tu corazón
Felicidades!!!!
Agradezco sinceramente que hayáis leído mi escrito y que os haya gustado, pues ha sido en homenaje a muchos matrimonios que ilusionados esperan adoptar un bebe; y en especial a la pareja que vosotras conocéis, que tanta valentía y paciencia han tenido en conseguir tan deseado fin, gozando ahora, después de tan larga espera, de una felicidad maravillosa.
Ugen. Un beso
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