Cada uno es artífice de su propia aventura
Don
Quijote
Lino nació en el año 1848 y murió en 1935. Fue
una persona iletrada, no sabía leer ni escribir. Realizaba trabajos de peón
caminero, abrir y conservar acequias y de pastor de cabras y ovejas. Aquel buen
hombre fue un trabajador infatigable y vivía con su familia en una pobre
vivienda, rozando una existencia al borde de la
miseria.
Alcanzó inusitada fama realizando una gesta
increíble en un pueblo de la provincia de Guadalajara que se llama Alcolea del
Pinar, situado a unos 80 kilómetros de la capital, a 136 de Madrid, y a 10 de
la ciudad del Doncel (Sigüenza).
Una mañana de la recién estrenada primavera
del año 1907, con viento fresco del Moncayo, propio de aquella tierra del norte
de la Alcarria, limítrofe con la provincia de Soria, nuestro humilde personaje
se levantó antes de la hora acostumbrada, rozando el alba, despertando a su
esposa Cándida que no acertaba a comprender tan imprevista llamada de nuestro
personaje
Pronto la saco de sus dudas su esposo, quien
seguía viendo la vida pasar ante sus ojos sin tener clara respuesta a sus
ilusiones de poder ofrecer a su familia una digna vivienda. La tristeza le
venía inundando el cerebro y el oscuro futuro
le desgarraba el alma.
Era tal su ilusión en dar cobijo decente a los
suyos, que desesperaba por carecer de posibilidades económicas para realizar
sus deseos.
Con aspecto feliz y cierta intriga, comentó a
su esposa que había tenido un sueño en el que se veía con toda su familia,
ellos dos más dos hijas de su matrimonio, viviendo felizmente en un hogar desconocido.
La mujer un tanto extrañada por lo insólito
del sueño de su marido, solo acertó a
manifestarle que siguiera durmiendo y que dejara de soñar pues difícil sería
realizarlo con lo poco que tenían.
Pero aquella mañana estaba decidido a poner en
marcha la realización de sus ilusiones, por lo que el buen hombre siguió
insistiendo en su empeño que era más que un sueño, pues representaba la
manifestación de una decisión que venía fraguando desde hacía tiempo.
En ocasiones se le había visto sentado frente a una
enorme roca situada en una parcela propiedad del ayuntamiento de la villa, y
había decidido solicitar al alcalde que le autorizara la construcción de una
vivienda dentro de la roca, que él por si solo y su mujer intentarían realizar.
Su esposa trató de disuadirle, con la sensata intención de evitar el
ridículo que provocaría entre las gentes del pueblo, cuando se enterasen de las
fantásticas intenciones de su marido
Nadie pudo disuadirle de sus intenciones y en
su defensa manifestaba: " nunca sabemos lo que somos capaces de realizar hasta que
poniendo todo nuestro esfuerzo e ilusión en ello, vencemos los más grandes obstáculos
que tenemos enfrente"
No obstante sus argumentos ante las autoridades que tenían que otorgarle el
permiso, todos pensaron que había perdido el juicio por atreverse con tan
imposible aventura, pero tanto insistió que le cedieron la parcela, más bien
porque les dejaran en paz y con la firme
creencia de que con el tiempo se desengañaría con las dificultades de realizar
dicha empresa.
Poco tiempo después de tener el permiso
solicitado, se le observó recopilando pico y pala, cinceles, martillo y otros
objetos punzantes de hierro, y sin demora inició lo que sería la consecución de
su particular sueño y parcela de gloria en la historia de la tenacidad humana.
Con el tiempo fue grande la sorpresa de todo
el pueblo ante los avances de Lino en su aventura, pues la incertidumbre y
desconfianza inicial se fue tornando en admiración y sorpresa, ya que a los
ocho años tenía habilitada en la roca, armoniosamente construidos, un vestíbulo
con una gran mesa, habitación y una cocina de alto techo para poder colgar la
matanza del cerdo, la correspondiente chimenea, alacenas, fregadero, y una
ventana al exterior. Constaba de dos puertas, una de la entrada a la vivienda y
otra en un lateral de acceso a una cochinera, que posteriormente convirtió en
cuarto trastero y para guardar leña.
Entonces Lino decidió trasladarse con su familia, pues ya había realizado
suficiente cobijo para acomodarse adecuadamente.
Durante más de 20 años continuó agrandando la
vivienda, el solo con la ayuda de su
esposa y de sus dos hijas, ayudándole a sacar los escombros, llegando a
construir hasta 100 metros cuadrados, un lavadero y una pequeña cuadra para la
cría de cerdos y otros animales menores, con salida al exterior; y en el piso
superior con acceso por una escalera interior, horadó la roca hasta tener un
amplio dormitorio con balcones orientados a levante y
poniente, y armario incluido.
Observando siempre en la construcción una inteligente ordenación de los
espacios.
Al principio la casa no tenía luz artificial,
aunque gozaba de buena luz natural durante el día por las diversas aberturas
hacía el exterior, pero pasados algunos años
la instaló con sus propias manos.
No tuvo arquitecto alguno que le dirigiera la
construcción, ni modelos en los que apoyarse. Fue un arquitecto ocasional que
planificó su obra mediante un diseño mental, que fue adaptándose en la medida
que iba horadando la roca con un sentido admirable de la orientación y los
espacios, pues todo fue obra de una persona autodidacta, con peculiar ingenio,
tenacidad, mucha perseverancia, y un empeño infatigable por conseguir el sueño
de ofrecer a su familia una vivienda mejor de la que tenían. Y más
significación tuvo su mérito ya que la obra la empezó cumplidos 59 años.
Continuó trabajando su aventura hasta su muerte, que acaeció un día mientras
descansaba en la cama después de haber estado excavando la tarde anterior, dejando
inacabado un segundo dormitorio en la planta superior
Debió ser admirable y conmovedor ver aquel
hombre trabajar en sus horas libres en las entrañas de la gran mole de piedra, y
después de las agotadoras jornadas
realizando sus obligaciones para sacar adelante a su familia.
Obra cincelada a golpe de pico y muchos
esfuerzos, pero que le llevaron hacia horizontes de gloria y fama, y con su
sueño consiguió su particular porción de felicidad encontrando luz donde los
demás veían oscuridad.
Su original obra se extendió por toda la
geografía nacional y fue visitada por gentes de todas las regiones de España. Hasta
la fecha sigue siendo lugar de turismo, especialmente por estar muy cerca de la
carretera nacional II, en la ruta turística de Sigüenza y la comarca de Molina
de Aragón.
También ha sido visitada por diversas
personalidades, pues en el mes de abril de l928, de vuelta de un viaje por
Molina de Aragón, lo hizo el Rey Alfonso XIII, acompañado de la Reina Victoria
Eugenia y el General Primo de Rivera. Posteriormente, en 1929 le concedieron la
Medalla del Mérito al Trabajo. Cincuenta años después también lo hicieron los
actuales Reyes de España, en cuyo momento les recibieron las hijas octogenarias
de Lino, que entonces vivían en la Casa de Piedra.
Hasta hace unos 30 años las hijas enseñaban
orgullosas la obra de Lino, y sus nietos lo siguen enseñando a cuantos lo
deseen, pues aquel lugar lo han convertido en museo dedicado a su memoria.
Y como final me queda por añadir, que a veces
nuestro amor propio nos engaña cuando la cosa más oscura nos parece muy clara,
después de que se ha inventado, y juzgamos cosa extraña que haya escapado a
nuestro ingenio, cuando otros se han anticipado, pues estamos acostumbrados a
que muchos humanos se burlen de lo que no entienden o son incapaces de
realizar, y que gruñan o protesten ante lo bueno y hermoso de lo que muchas
veces resulta difícil de comprender.
P.D. Este admirador de las cosas grandes que
realizan gentes sencillas, ha querido rendir con las anteriores líneas un
cariñoso recuerdo en homenaje a Lino Bueno, que no solo hizo honor a su
apellido, también dejó con su ejemplo una gran lección a futuras generaciones
Eugenio
Febrero de 2014