Aquel jueves de florida y radiante primavera en la ciudad de Guadalajara, estrenaban por la tarde un interesante evento artístico en los jardines del emblemático Palacio del Infantado, importante icono de aquella ciudad alcarreña.
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Nuestros dos personajes,
el abuelo Octavio y su nieto Cesar, habían decidido no perder la oportunidad de
asistir, por lo que habían reservado su asistencia por internet, para ellos dos
y habían invitado a los padres de Cesar, después de haber almorzado los cuatro
en un distinguido restaurante de la ciudad, celebrando el aniversario de la
boda de los referidos ancestros.
Una vez más no cesaron de admirar el edificio más hermoso de la capital, el Palacio de los Duques del Infantado, como uno de los más bellos en su género, peculiar muestra del arte universal.
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Fue construido por el
arquitecto Juan Gaus a instancias del II Duque del Infantado hacia 1480,
concretamente del Duque Iñigo de Mendoza, que mandó erigirlo como muestra de su
poder y su posición. Todo en el edificio se aprecia esplendor, destacando la
fachada y la decoración interior.
Cristianos y musulmanes
colaboraron en su construcción, dirigido por el citado arquitecto, razón por la
que están presentes elementos góticos, decoraciones mudéjares y un espíritu
principal renacentista. Su magnificencia es tal que los reyes Felipe II y
Felipe V, lo eligieron para celebrar allí sus bodas.
La espectacular fachada,
merecedora de admirar con detenimiento está labrada en caliza traída
especialmente de canteras situadas en la villa de Tamajón, localidad situada a
unos 50 kilómetros de la capital.
Otro punto para la
confluencia es la portada, inspirada en los esquemas utilizados en los palacios
mudéjares del siglo XIV. Y en el interior, el patio de los Leones está resuelto
bajo esquemas góticos, destacando figuras de leones y grifos, una iconografía
extraída de la tradición islámica.
Igualmente es novedosa la
creación de un extenso jardín. Hasta entonces, este tipo de espacios de recreo
eran exclusivos de los palacios de Al-Ándalus o de los monasterios que
utilizaba la monarquía castellana como residencia eventual.
En la actualidad el Museo
de Guadalajara, ocupa la totalidad del edificio. En la planta baja se conservan
algunas de las salas de honor en las que se exponen decoración de pintura mural
del siglo XVI salas para exposiciones eventuales, y la permanente del Museo en
el que se interpreta el Palacio del Infantado y el linaje que lo ordenó
construir: la poderosa familia Mendoza.
Al anochecer de aquella
feliz jornada, nuestros personajes y su familia regresaron a casa. En el camino,
que realizaron a pie, comentaron sobre la idea de
realizar el fin de semana una excursión por la sierra norte de la
provincia y terminar de visitar los
pueblos que todavía desconocían relacionados con la histórica arquitectura
negra o de construcción a base de
pizarra negra
Poblaciones menores que
las que ya conocían por aquella zona, pero no por ello carentes de encanto, tanto por su original construcción
como por los lugares de extraordinaria
belleza donde están enclavados.
Habían decidido salir tempano el próximo sábado, siendo su primera parada en la villa de Cogolludo donde comienza una de las entradas más orientales hacía los referidos pueblos negros.
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-Conocías abuelo,
comentaba Cesar su nieto, que la bonita población de Cogolludo que vamos a
visitar sirvió de retiro al ilustre escritor Francisco de Quevedo, uno de los
grandes genios del Siglo de Oro, como es bien sabido, y que fue para él el
mejor sitio para encontrar la paz, y que allí pasó largas temporadas de su vida
junto a unos grandes amigos.
-Pero lo que quizás no se
sepa, es que mantuvo una gran amistad con el VII Duque de Medinaceli, lo que le
llevó a pasar largas temporadas de su vida en Cogolludo.
-Abuelo, parece ser que el
escritor y duque comenzaron su relación a finales de 1629. Y que Quevedo solía
calificar al noble como uno de los hombres más sabios, insignes y generosos de
la época, e incluso que era una persona ilustrada, ya que fue doctor en
ciencias y en letras, erudito profundo que dominaba el latín, el griego y el
hebreo, además de ser una autoridad como teólogo.
-Tal era su apego, que el
duque le invitó en varias ocasiones a su lujoso palacio que es el icono de la
villa de Cogolludo, anteriormente partido judicial de Guadalajara.
-En definitiva, que para
el escritor el municipio alcarreño fue el mejor lugar para encontrar la paz.
-Y como final, para no
cansarte, abuelo, Quevedo murió el 9 de noviembre de 1645 en Villanueva de los
Infantes, de Ciudad Real, y es uno de los grandes personajes históricos que
tienen relación con Cogolludo y los Duques de Medinaceli. Conocer el palacio y
la referida historia es uno de los
atractivos de las visitas turísticas a la referida villa, donde además se
recitan las más famosas poesías del inolvidable escritor.
-También de Cogolludo
escribió, que fue donde pasó los mejores momentos, describiéndolo como un
maravilloso lugar de retiro, no lejos de
Madrid, para permanecer olvidado y ver las cosas con la cabeza en calma. En
definitiva, el municipio alcarreño fue para el escritor el mejor lugar para la
paz, y pasear por los alrededores de la
población.
-Cesar maravillado quedo por tus conocimientos
sobre esta agradable historia que desconocía, no obstante haber estado por
Cogolludo en otras ocasiones.
En unos 90 minutos estaban
en aquella encantadora plaza principal de la villa de Cogolludo. Aparcaron
frente al Palacio de Medinaceli, y en un restaurante cercano desayunaron
felizmente.
Después visitaron
nuevamente el magnífico edificio, pues no obstante conocerlo de otra ocasión,
les habían informado que habían reformado alguna de sus instalaciones para
adaptarlo a ciertas exposiciones y demostraciones culturales.
-Cesar, ahora vamos a visitar la primera de las pequeñas poblaciones de la arquitectura negra, llamado Almiruete. Pero de camino pararemos para apreciar la situación del embalse de Pozo de Ramos, que con las frecuentes lluvias caídas creo que se encuentra en su límite.
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Así lo hicieron,
observando con cierta alegría ver el referido embalse situado en el cauce del
río Sorbe, enclavado entre la sierra de Ayllón y la del Alto Rey, inaugurado en
1972 para derivar el agua del río Sorbe al canal del Jarama, junto al embalse
de El Vado, para el uso por el Canal de Isabel II y abastecimiento de agua a
Madrid.
Este monumento hidráulico
es uno de los cinco que goza la zona norte de la provincia de Guadalajara: El
Vado, Alcorlo, Beleña y de Pálmaces.
Después de hacer una pequeña ruta por los alrededores del embalse, siguieron el camino en dirección a la población de Almiruete, otra más de las despobladas de la provincia.
Situada en la sierra de Ayllón, en la falda sur de la Peña del Reloj, subsidiario del pico de Ocejón, a 1087 metros de altitud sobre el nivel del mar, y cercano a las hoces del río Sorbe. Enclavada en el Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara, cerca del Hayedo de Tejera Negra y en plena ruta de la arquitectura negra.
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La población alcanzó su apogeo en 1881 con 328 habitantes. Desapareció en 1970, al ser incorporado, junto con los de Muriel y Palancares al de Tamajón, cuando solo contaba con cinco vecinos. Ahora con 15 aún conserva su fisonomía de siempre, y es un ejemplo de la arquitectura negra propia de la zona, y sobre ella están edificados todos sus edificios, entre los que se encuentra la Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora, de estilo románico.
Han recuperado la fiesta de botargas y mascarillas, que la sitúan a más de 1000 años de antigüedad, por lo que está declarada de Interés Turístico Provincial, desde 1985, que celebran en carnaval, y se ha creado un pequeño museo que conservan máscaras y atuendos de varios siglos.
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Nuestros personajes
hicieron una ruta corta por el sabinar de Almiruete, y después ascendieron al
mirador llamado Pico Cabeza de Almiruete, desde donde observaron unas impresionantes vistas del entorno de la
sierra.
Después continuaron visitando otras localidades menores de la arquitectura negra, pero fijaron la villa de Campillo de Ranas para almorzar ese día y pernoctar, ya que las siguientes poblaciones no gozaban de la infraestructura necesaria para las referidas necesidades.
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Considerando que tenían
muchos caminos por recorrer el domingo por la mañana, se fueron a dormir ponto
después de una ligera cena, y madrugaron para continuar con su aventura
turística.
La siguiente población fue Robleluengo, pedanía de Campillo de Ranas, y una población de 9 vecinos, uno más de la Guadalajara vaciada, pero rodeada de espectaculares parajes naturales. El enclave más relevante es el denominado Valle de los Robles, donde pudieron admirar un magnífico bosque de robles centenarios, con el río Jaramilla en el fondo del valle como marco de excepcional belleza. Y de su arquitectura sobresale la totalidad de sus edificaciones en pizarra negra, sobrias construcciones que se mimetizan con el entorno natural del territorio, conformando una considerable armonía.
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Después se acercaron a otra población, también pedanía de Campillo de Ranas, se trataba de Roblelacasa, que a mediados del siglo XIX tenía 40 casas y unos 20 vecinos, actualmente tiene 27. En esta pequeña población se repite un patrón muy característico de la fascinante arquitectura negra popular, y que las calles no son el eje que vertebra el urbanismo de las poblaciones, sino el agrupamiento algo caótico de las viviendas y edificios destinados a animales y huertos, conformándose un conjunto urbanístico de inusitada belleza anárquica y asimétrica, como un laberinto de calles y callejones por los que a duras penas puede circular el tráfico rodado.
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Es el reflejo de una economía humilde y autárquica donde todos los pobladores disponen de construcciones anejas dentro de la propia vivienda, donde alojan los animales que constituyen la base de su sustento vital, así como los mulos para el arado romano, los cerdos, gallinas, cabras y ovejas.
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Nuestros personajes tenían pensado finalizar su original viaje turístico por otra población menor llamada Corralejo, pedanía de la villa de El Cardoso de la Sierra, que contaba con 15 habitantes, y gozaba de las características similares a las anteriores poblaciones de la arquitectura negra que habían visitado. Esta aldea cuenta con una singular ermita bajo el nombre de San Agustín, único edificio religioso. En los alrededores se encuentran los impresionantes barrancos del río Jaramilla, y el cerro de Corralejo de unos 1300 metros de altitud.
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-Cesar, después de haber
disfrutado este fin de semana de algunos inolvidables rincones, rebosantes de
encanto en esta comarca de la Sierra
Norte de la provincia de Guadalajara, lugares
que nos trasladan a tiempos remotos de la historia, vamos a regresar a
nuestra población base de Campillo de Ranas para degustar una merienda-cena,
pues tarde hemos terminado nuestra aventura y esperamos algo nos puedan servir
para reponer las fuerzas perdidas.
Después partieron para su
hogar cuando el sol se perdía entre los altos cerros de aquel encantador
paisaje.
Eugenio
Junio 2025