A mi nieto Alejandro
Pepo
y Nacho, nombres por los que atendían, eran amigos inseparables que últimamente
hacían tribulaciones sobre la forma de cambiar la monotonía de sus vidas.
Ilusionaban luchar por el derecho a la libertad, pues se sentían esclavos en
aquel apartado lugar, especialmente Pepo, por su carácter libertino,
disconforme con la sencilla vida rural que le aburría desde hacía tiempo. Nacho respetaba la rebelde manera de ser de
su amigo, del que estaba influenciado. Ambos amigos tenían distintos caracteres,
pero desde la infancia sentían especial afecto mutuo.
Desde
tiempo atrás conocían la historia o leyenda de un pozo que existía en el valle.
Rodeado de misterio y de ciertos temores de las gentes de la comarca, por los extraños
acontecimientos ocurridos a las personas que se adentraban en el bosque donde estaba situado. Contaban
que se cumplían los deseos de la persona que echara una moneda de plata al
fondo del pozo.
Cuanto
más trataban sus familias de disuadirles,
por conocer aquel misterioso lugar, mayor curiosidad sentían, no tardando en aventurarse en dar
satisfacción a sus deseos.
Los
más viejos del lugar contaban que en el pozo debieron meterse espíritus de duendes y otros extraños encantamientos, pues en ciertas noches
de luna llena salían del fondo como estrellas que refulgen de colores y
se apagan en el cielo, produciendo estremecimiento y miedo a los que se
acercaban por aquél lugar. Algunos huían y otros, los más valientes, quedaban
asombrados contemplando el misterioso espectáculo.
Las
autoridades habían prohibido acercarse a aquél lugar que tenían por
endemoniado, pues en una ocasión un
vecino de la villa cayó al pozo por descuido al asomarse para ver el fondo,
y otros desaparecieron sin dejar rastro.
Pero la osadía de aquellos jóvenes les impedía ver las dificultades que les podía acarrear, y en una clara noche
de luna llena con gran esplendor estelar, emprendieron la aventura de acercarse
hasta el lugar prohibido.
Próximo
a su destino sintieron como el estampido del rayo o rugir del mar. Temblaron los dos amigos del ruidoso y
extraño estrépito, apreciando que no había nube alguna que tormenta produjese.
Repuestos
del susto, siguieron su camino y pronto llegaron al borde del misterioso pozo;
asomados por el brocal, temerosos de alguna sorpresa, callaron hasta recobrar
el aliento perdido. Echaron cada uno una moneda de plata y al poco tiempo les
sorprendió una voz ronca que desde el fondo así decía: -Decid, ¿qué queréis? Expresad
vuestros deseos-
Tomando aquella voz como oráculo divino, los dos amigos sintieron en sus almas un fuerte escalofrío y se distanciaron unos pasos del pozo. Pepo, más atrevido, recuperó el ánimo y en su vuelo más alto soñando ya con inusitados poderes de espíritus bienhechores que atendiesen sus juveniles ambiciones, contestó desde el brocal del pozo: -Quisiera se me concediera cuantos deseos se me ocurran en cualquier momento de mi vida-
Nacho
no llegó a alcanzar la significación del espectáculo, pero con mucho miedo y
timidez, también quiso manifestar sus deseos, y acercándose muy despacio hacia
el pozo dijo con voz temblorosa: -Quisiera se me concediera la capacidad de comprensión y el amor para crear
una familia en paz y armonía, e inspiración para tener más entendimiento y
convivir felizmente con mis semejantes, disfrutando de los más claros gozos que
están dispersos bajo el cielo.
Después
de sus peticiones, esperaron impacientes y escépticos hasta ver o escuchar
cualquier indicio que saliera del fondo de aquel misterioso pozo.
Al
poco tiempo la misma voz que escucharon anteriormente contestó a sus
peticiones: -Seréis satisfechos de cuanto habéis pedido, pero solo tendréis un
plazo de diez años para su realización, y al final vendréis aquí a confesar
vuestra personal aventura.
Cuando
partieron los dos amigos de aquél lugar, sentían invadidos sus espíritus de ánimos
renovados y enardecidos de una fuerza misteriosa que irradiaba todo su ser.
Ambos decidieron seguir sus caminos por la vida a partir de aquel día, con la
promesa de reunirse transcurrido el tiempo que tenían de plazo para forjar sus
nuevos destinos.
Pasado
el tiempo establecido, se reunieron en su pueblo del que habían partido años
atrás. Sintieron fuertes emociones después de tanto tiempo sin verse, y juntos bajaron al valle para rendir cuentas
sobre la vida que llevaron cada uno.
Llegando
al pozo misterioso, Pepo fue el primero que acercándose al brocal se manifestó
de la siguiente manera: -¡Espíritu sublime, fuerza poderosa que emana de esa
profundidad obscura! Me distes todo lo que deseaba. La espléndida naturaleza y
energía para elevar en arte un imperio de creación. Pero ahora percibo que para
el hombre no hay nada perfecto, que la ambición
de mis deseos me consume, pues siempre que había conseguido un placer,
insaciable otra vez estaba en la búsqueda de algo nuevo que superase lo
anterior conseguido. Así pues, cuanta dicha conseguía al final se convertía en
triste desánimo-
-He
dejado seducirme por cuanto me enriquecía, prestando solo atención a las cosas
mundanas y olvidando a mis semejantes. Solo me agitaba el alma el poder, los
honores, la gloria y el dinero; y por las ligaduras del vicio desenfrenado. Me
confieso también de haber sido insensible a las desgracias humanas-
-Me
abochorna la maldad de mis correrías por el poder que me otorgaste, pues la
vergüenza y el pecado no quedan ocultos. La conciencia me consume, llegando hasta
al límite de trastornar mis sentidos y
llevarme al borde de mi perdición-
-He
sucumbido ante esta vida llena de encantamientos, tentado en estos últimos
tiempos con señuelos de fantásticas concesiones, que me han atrapado
extraviando mis sentimientos. Me estremezco sintiéndome caer por un abismo al
llevar una vida de desenfreno, y mi desdicha me trae aquí para rogar vuelvas a
dejar a este iluso ser como antes era,
pues la perniciosa experiencia vivida ha sido suficiente para expresar mi
arrepentimiento y no deseo revivirla hasta el final de mis días, después de
muchas andanzas a lo largo y ancho del mundo, olvidando a mi familia y amigos
que tan preocupados han estado por mí-
Desde la profundidad de aquel singular pozo se
escuchó lo siguiente: -De tus locas veleidades has aprendido a tiempo la
grandeza de los hombres buenos, con tu noble arrepentimiento, y no de los que
solo aprecian el poder y los tesoros materiales, haciendo muchas veces lo que
no se debe hacer. En vano lo más bello te ha sido concedido, pero no has sabido
aprovecharlo y lo has dilapidado en vanas ilusiones, entregando el cuerpo y el
alma a los malos espíritus. Hasta ahora vivías vagando por la tierra a la
deriva en una falsa felicidad. No obstante entiendo que has madurado con tu
experiencia y que a partir de ahora serás más feliz.
Nacho,
estaba asombrado de cuanto había escuchado, al tiempo que se aproximaba al
brocal del pozo para contar las experiencias de su vida durante el plazo determinado
de los últimos diez años, y con voz firme manifestó lo siguiente: -Misterioso e
invisible espíritu que has condicionado mi futuro y el de mi amigo conforme
nuestros propios deseos, confieso que no es mucho lo conseguido en cuanto a
riquezas materiales, que no eran mis afanes tenerlas, pero sí me he enriquecido
con otros tesoros de mucho valor. Uno de ellos, haberme encontrado con mi amigo
al que consolar quiero al verle tan atribulado como consecuencia de sus
experiencias-
-También
he conseguido como rico legado la lectura de un libro cada mes, que mucho bien
me ha hecho hasta ahora-
-Buscando
nuevos afanes en otra ciudad conseguí un trabajo digno, crear una familia y
hasta un descendiente tengo, por lo que de gran felicidad disfruto. He tratado
de evitar, y creo haberlo conseguido, a las personas negativas y gruñonas
habituales, los pillos, corruptos y arrogantes; vanidosos, ineptos e insensatos,
que pululan por todas partes interfiriendo en las vidas ajenas. Me he
reconciliado con aquellos que por enemigos creía tenerlos, y he tratado de no
sembrar desgracias a nadie, purgando el mal cometido fruto de las debilidades
humanas. Ahora reboso de alegría y gozo de vivir. Mi corazón camina hacia la
luz de una nueva vida, en la esperanza de un manantial de renovadas ilusiones
que harán florecer mejoradas primaveras-
Nuevamente
surgió la misma voz anterior diciendo lo
siguiente: -Conozco cuantos pasos has dado en tu aventura durante el tiempo
previsto, que espero continúes hasta el final de tus días, pues te aseguro que serán gloriosos y gozarás de mucha
paz-
Después
nuestros dos personajes iniciaron el camino de vuelta a su pueblo, por el mismo
escarpado atajo que habían seguido anteriormente para evitar ser vistos por sus
vecinos. Al poco tiempo Nacho, dirigiéndose a su amigo, le dijo: -Querido Pepo,
después de escuchar tu historia, me viene a la memoria una frasee del escritor
griego Plutarco, en su obra más famosa “Vidas paralelas”, que decía: “Así como
todos los temperamentos no pueden resistir los efectos del vino, del mismo modo
no todos los espíritus son capaces de una grande riqueza, sin embriagarse con
ella y perder la razón”. Con ello no quiero humillarte, pues me duele lo mucho
que, parece ser, has padecido, pero ello nos debe servir de lección para otras
aventuras de la vida-
-Como entiendo que noble ha de ser todo humano arrepentido de cuanto incorrecto haya podido hacer, con sinceridad te digo que no es hora de pesadumbre, abatimiento o inquietud, ni tampoco de reproches, son momentos de sentir alegría y esperanza en el futuro, que debe ser la meta de nuestro más íntimo afán-
Nacho
entendiendo los sentimientos de su amigo le respondió con un fuerte abrazo.
Ambos
amigos vivieron muchos años en la capital de la provincia donde desarrollaron
sus actividades profesionales, manteniendo sus familias digna posición en la
sociedad; involucrados en trabajos humanitarios, con la noble intención de
conseguir un mundo mejor. En ocasiones
se reunían para celebrar su larga amistad y recordar aventuras pasadas.
Aunque
visitaron en muchas ocasiones su querido pueblo, nunca más volvieron por aquel
extraño lugar, pero siempre recordaron la lección que del fantástico pozo
recibieron.
Noviembre
de 2013
Eugenio